Lanzarse a la carretera y hacer kilómetros es para muchos una verdadera aventura. Algunos, incluso, lo convierten en su trabajo. Este es el caso de los operarios de grúa, que dedican su jornada laboral a prestar auxilio cuando la avería de un coche en la autopista o, en el peor de los casos, un accidente así lo requiere.
“Es un trabajo entretenido, te relacionas con la gente y cada día ves algo nuevo”, señala Belén Garbín Rodríguez, quien trabaja como operaria de asistencia en carretera para la empresa gallega, Auxilio en Carretera Gómez (Pontevedra). Sin embargo, esta es solo una de las dos caras de la misma moneda. Por el lado contrario, las inclemencias meteorológicas y los riesgos a los que se exponen estos profesionales implican un desafío constante en su vida laboral.
“Trabajas al aire libre y las inclemencias meteorológicas afectan bastante”, explica la trabajadora, que cuenta con seis años de experiencia en el sector. Además, “últimamente tenemos muchos problemas porque la señalización en autovías y autopistas es nefasta. Hay compañeros que han sufrido accidentes muy graves”, prosigue ante una situación que, en su opinión, “cada vez va a peor”.
“Tenemos luces naranjas y necesitamos luces azules en las grúas, como las de tráfico y las ambulancias, para que la gente nos respete, mantenga las distancias y así evitar accidentes”, expone la operaria. Este es, precisamente, un asunto latente desde hace un tiempo; y en los últimos meses se ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de otorgar a los vehículos de asistencia en carretera (grúas) la condición de vehículos de emergencias, como recogía Europa Press en agosto, con el fin de que puedan incorporar las luces prioritarias azules.
“Cuando cargamos un coche accidentado o averiado no podemos estar pendientes de esquivar o apartarnos de los otros coches que vengan. Estamos en una autovía, en una autopista, en una carretera nacional y nos llevan por delante. Es peligroso para todos”, concluye Belén.
Trabajar como operario de asistencia en carreter
De averías comunes a maniobras de rescate
Sin embargo, más allá de la situación de riesgo en la que se encuentran, el trabajo diario de los operarios transcurre de forma amena y variada, con servicios que van desde atender averías comunes hasta realizar maniobras de rescate para vehículos accidentados. “Hacemos reparaciones rápidas en carretera para que el cliente pueda continuar el viaje o acercarse a un taller donde le revisen el coche o lo reparen de forma definitiva. Nosotros hacemos diagnosis rápidas y reparaciones provisionales”.
En este sentido, es necesario que cuenten con los conocimientos mecánicos necesarios para solventar los problemas más habituales de los conductores que requieren su asistencia. “Puede ser necesario recargar la batería, cambiar alguna luz, arreglar pinchazos o reventones en las ruedas y, en verano, las averías relacionadas con la temperatura, como la pérdida de anticongelante o los problemas de la culata”. En cualquier caso, para no quedarte tirado con el coche y evitar este tipo de problemas, la principal recomendación es “llevar los mantenimientos al día y tener un taller de confianza que vaya informando sobre las reparaciones que deberían realizarse pronto”.
Cargar un coche no es como cargar una caja de cervezas. Si se cae un coche… imagínate: 2.000 y pico kilos sin control"
Cuando se trata de este tipo de situaciones suele trasladarse hasta el lugar un único efectivo. Sin embargo, hay casos en los que es necesaria la presencia de dos operarios. “Cada empresa tiene su forma de trabajar”, indica Belén. “En nuestro caso, normalmente va una persona; pero, en servicios complejos, es más seguro, rápido y sencillo si lo hacen dos”. Por ejemplo, “si tenemos que cargar un vehículo bloqueado, que requiere de colocarle unos carritos especiales que pesan debajo, hay que estar atentos porque es peligroso subir un coche encima de ‘ruedines’, se desplaza más fácilmente”.
Del mismo modo, “cuando hay que sacar un vehículo de un garaje subterráneo también solemos ir dos personas porque tenemos que extraerlo con una grúa de palas”. Algo similar sucede con los coches que se han salido de la vía. “Si hay que socorrerlo con una grúa pluma (para cuyo manejo también hace falta formación), mientras uno coloca el camión y se encarga del seguimiento del vehículo, el otro lo ata, señaliza y ayuda al operador de la pluma en las maniobras de carga y descarga”.
Así, esta profesión adquiere tintes emocionantes en muchos casos. Si bien es verdad que todo parte de una buena base. “Es muy importante la formación para trabajar en esto”, afirma. “Cargar o descargar un coche de una grúa no es como cargar una caja de cervezas. Si se te cae la caja de cervezas, te lastimas un pie como mucho. Si se te cae un coche… imagínate. 2.000 y pico kilos sin control”. Sin embargo, admite que “cada situación es diferente y el saber adaptarte a ella, sólo te lo da la experiencia. Puedes pasarte 20 años trabajando en esto que vas a aprender todos los días”, concluye.
Los operarios de asistencia en carretera trabajan con vehículos de más de 3.500 kg y, sobre ellos, va otra carga pesada. Por ello, deben extremar las precauciones al circular e inmovilizar muy bien el vehículo que transportan “para que no pueda ser desplazado en caso de frenazos bruscos”. Tal y como ella explica, “hay que atarlo de forma adecuada, ponerle los calzos correspondientes, un cable de acero con el que sujetarlo más, unas eslingas especiales para atar las ruedas y que no se muevan…”.
También ha vivido la situación de asistir a personas que no están acostumbradas a ir con vehículos automáticos
Además, al atender tantos casos diferentes, las probabilidades de vivir anécdotas peculiares aumentan. “Te puedes encontrar de todo…”, expresa la joven y deja pasar una breve pausa para pensar en qué es lo más inusual con lo que se ha encontrado. “Gente que se queda atrapada en sitios extraños”, dice finalmente. “Por ejemplo, personas que están de vacaciones, se encuentran en el centro de una ciudad que no conocen y, yendo por un callejón, acaban metiéndose con el coche escaleras abajo”.
Del mismo modo, también ha vivido la situación de asistir a personas que no están acostumbradas a ir con vehículos automáticos. “Te llaman porque frenan con el pie izquierdo, ya que no tienen embrague. Y claro, si pulsas con el pie izquierdo con la misma fuerza que pulsas el embrague habitualmente… es que te comes el volante. Entonces, te dicen que tienen un problema con los frenos… y no es eso”.