Ser mujer y publicar un manual sobre la conducción y la mecánica de los coches no tendría nada de especial si no fuera porque la autora, la inglesa Dorothy Levitt (1882-1922), lo escribió a principios del siglo XX. The woman and the car está considerada una de las primeras obras sobre el motor escrita por una mujer -la pionera fue su compatriota Eliza Davis Aria-, pero lo que más llama la atención es el contexto histórico en el que lo hizo. Estamos hablando del fin de la era victoriana en una Inglaterra revuelta y convulsa en la que mujeres de distintas clases sociales y muy diversas afinidades políticas unieron sus fuerzas en torno el movimiento sufragista. Hasta 1918 el voto estaba reservado exclusivamente a los hombres.
Visto así, hay que poner en valor el arrojo de Dorothy Levitt, una adelantada a su tiempo, que no solo dejó escritos una serie de consejos sobre como llenar el depósito de gasolina, cambiar el aceite o los neumáticos del coche. Para la posteridad dejó una carrera automovilística precoz, récords de velocidad sobre el asfalto y sobre el agua, una incursión en el mundo de la aviación… y frases célebres. “Si una mujer quiere aprender a conducir y entender la mecánica del motor de un coche, lo hará y aprenderá tan rápido como un hombre”, escribió en ese innovador manual. También puso negro sobre blanco una sentencia aún más rotunda: “Si vas a conducir sola por las carreteras, es aconsejable llevar un pequeño revólver”.
Cuentan que Levitt iba equipada con un pequeño Colt cuando en los albores del siglo XX daba rienda suelta a su afición por los coches. Consideraba que era un arma que le permitía viajar segura por las carreteras inglesas, a salvo de posibles asaltantes, y que podía usar eficazmente gracias a su fácil manejo y su escaso retroceso al disparar. Sin embargo, este no era el único elemento que acompañaba a la considerada mujer más rápida de la Tierra, que es como los cronistas de la época le denominaron cuando en 1905 cubrió en dos días el recorrido entre Londres y Liverpool con vehículo de la marca De Dion-Bouton en un viaje de ida y vuelta.
El consejo
"Si vas a conducir sola por las carreteras, es aconsejable llevar un pequeño revólver", dejó escrito en su manual para animar a las mujeres a conducir
Asimismo, dejó otros registros inimaginables en aquella época como el récord mundial de velocidad femenina, en Brighton (1906), que superaría ella misma un año después al conducir a 146 Km/h por un circuito de Blackpool. “Nunca pienso en el peligro. Eso no es para mí, aunque reconozco que siempre está presente. El más ligero toque con la mano puede hacer que el auto gire y los virajes son generalmente fatales. Pero son una buena apostadora y siempre estoy dispuesta a tomar riesgos”.
La mujer que enseñó a conducir a la reina Alejandra, a las princesas reales y a duquesas y condesas de la época llevaba siempre consigo un espejo de mano. No por una cuestión estética sino por seguridad, ya que lo empleaba cuando viajaba en su coche. “Es conveniente levantarlo cada cierto tiempo para ver lo que hay atrás”, dejó escrito en el manual sobre conducción, con lo que se puede afirmar que Levitt fue la precursora del espejo retrovisor. Un elemento que años después fue incorporado de fábrica a todos los vehículos.
La afición por los coches de Dorothy Levitt había llegado años antes de la mano del empresario automovilístico y piloto de carreras Selwyn Edge. Él fue quien la contrató como secretaria y quien la introdujo en el mundo de la competición. Así fue como esta inglesa comenzó a forjar su leyenda en el mundo del motor. “La conducción me fascinó la primera vez y fascinará a cualquier mujer que lo pruebe”, dijo en el que está considerado el primer manual de autoescuela. En su guía ‘The woman and the car’, Levitt describía las normas de circulación y aconsejaba como poner en marcha un coche y conducirlo adecuadamente. También explicaba los pasos que había que dar para comprarse un coche y ofrecía la relación de todos los clubs automovilísticos de la época.
No solo esto. También indicaba cuál era la indumentaria más apropiada para conducir un coche que en los años 1920 no tenían las comodidades a las cuales estamos acostumbrados hoy en día. “Usa un pañuelo que cubra la cabeza, abrigos y gorros adecuados y cómodos según la estación del año y evita los anillos”. Un sabio consejo, uno más, de los que dejó escritos en su manual para introducir a las mujeres al mundo de los automóviles.