Los peligros de circular en punto muerto
Se trata de una acción que no es nada beneficiosa para nuestro vehículo ni para el resto de los usuarios
Seguro que alguna vez has oído que conducir en punto muerto no gasta ni una gota en combustible. Lo primero que tienes que saber es que es solo un mito: el hecho está en que el motor sigue trabajando para no calarse, por lo que el vehículo sigue funcionando (y gastando) de la forma habitual.
Se trata de una acción que no es nada beneficiosa para nuestro vehículo ni para el resto de los usuarios. Así que cuando estés en un punto de bajada o en el que no necesites presionar el acelerador, no pongas nunca el punto muerto. Hazlo solo en parado, como cuando estás en un semáforo, por ejemplo, y presiona el freno para evitar desplazarte si hay irregularidades en el terreno.
Pero el hecho es que usar el punto muerto no es equivalente a no gastar combustible. De hecho, si tu coche cuenta con inyección electrónica, si circulas con una marcha engranada sin presionar el acelerador, el vehículo no gastará nada de gasolina.
En el blog de Toyota informan que “el freno motor es el elemento que desafía a la fuerza de la gravedad cuando un coche circula cuesta abajo. El peso del vehículo y el libre albedrío que le otorgamos al ir en punto muerto hacen que el automóvil se descontrole por completo, lo que puede ocasionar un accidente.
Ten en cuenta que para parar el coche en punto muerto, los frenos deberán trabajar más para frenar el coche, algo que no pasa si se cuenta también con el freno motor. Por lo tanto, circular con una marcha engranada permite un mejor control del coche.
También cabe destacar que esta presión extra que se ejerce sobre los frenos al circular con el punto muerto pone en compromiso elementos como el líquido, las pastillas o los discos de freno. Piezas que, si se deben sustituir, nos costarán algo más que las gotas de combustible que podemos ahorrar circulando en punto muerto.
Además, conducir en punto muerto puede poner en compromiso el motor, ya que estaremos recorriendo distancias largas a revoluciones bajas. De este modo, el propulsor no se refrigera bien, algo especialmente peligroso en verano o en países como el nuestro, donde el clima ya es caluroso y no contribuye naturalmente a la refrigeración del motor.
Esta conducta también pone en compromiso otros elementos como el catalizador, y puede acabar en averías que cuestan mucho más dinero del que nos gustaría.