¿Qué te conviene más el leasing o el renting?
Si tu futuro no está claro y en este momento no quieres comprometerte a medio o largo plazo con un vehículo, este tipo de contratos te pueden interesar
El cambio es el único motor constante en nuestra sociedad. La manera que tenemos de entender la movilidad está cambiando, dando más presencia a las economías colaborativas (coche compartido) y a un nuevo modelo de consumo que se adapta a lo inmediato y a las circunstancias del momento (alquiler de vehículos, coche con conductor…). Esta realidad está muy presente, sobre todo, en las ciudades, donde en ocasiones tener un vehículo en propiedad puede ser un inconveniente.
Comprarse un coche no siempre encaja en nuestro planes de vida. Cambios de trabajo, mudanzas, viajes… si tu futuro no está claro y en este momento no quieres comprometerte a medio o largo plazo con un vehículo, tienes que saber que existen contratos como el renting o el leasing que se presentan como alternativas a la compra tradicional y que se adaptan a nuestra realidad actual.
Sin embargo, estos dos conceptos tienen diferencias y cada uno sus adeptos. El renting, aunque en un principio era un servicio más enfocado a las grandes empresas, hoy en día es un concepto muy popular entre las pymes, autónomos e incluso particulares. Se trata de un servicio de alquiler de vehículos a corto plazo, de hecho no existen limitaciones temporales, pero lo más habitual es que los contratos (con una compañía especializada o con la financiera del fabricante del vehículo) se fijen a partir de un mínimo de 12 meses y un máximo de cinco años, aunque los periodos de contratación más habituales son de tres o cuatro años. Transcurrido ese tiempo, con un nuevo contrato se puede volver a renovar por completo la flota de coches de la empresa, dotándola de vehículos más modernos y con mejor tecnología, diseño y seguridad. Toda una ventaja.
Por su parte, el leasing es un contrato de arrendamiento de vehículos a medio o largo plazo con opción final de compra. Al igual que el anterior, es un concepto muy utilizado tanto por empresas, autónomos y particulares. En este caso, la entidad financiera adquiere el coche que desea el cliente y, posteriormente, se lo alquila a cambio de unas cuotas mensuales fijas o variables durante la vida útil del vehículo. Al acabar el contrato la empresa tiene tres opciones: devolver el vehículo al arrendatario, prorrogar el contrato o hacer efectiva la opción de compra. Esta opción está más enfocada a aquellas personas interesadas en la compra final del vehículo.
A diferencia del renting, el leasing no incluye mantenimientos, averías, impuestos, seguro ni ningún gasto derivado. Por eso la cuota suele ser bastante más baja. Al ser vehículos nuevos todos disponen de garantía de fábrica.