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Quién fue Louise Piëch, la mujer que salvó a Porsche desde la sombra

La hija del fundador de la empresa alemana tuvo un papel clave para evitar la nacionalización de firma

Louise Piëch dirigió durante décadas el destino de Porsche desde la sombra y está considerada la mujer más influyente de la historia de la empresa

Porsche

Dice el tópico que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Y así ocurrió con Ferdinand Porsche, el fundador de la prestigiosa marca alemana de coches. Sin embargo, esta gran mujer a la sombra de Porsche no fue su esposa sino su hija Louise, responsable en gran medida de que casi 90 años después la empresa nacida en Stuttgart siga en pie y su nombre sea asociado con los vehículos deportivos de lujo y sus éxitos en los circuitos.

La propia Louise Porsche (1907-1999) fue protagonista en 1926 de una de las mayores hazañas hasta entonces de la marca que lleva su apellido. La hija mayor de la familia sentía una gran pasión por los automóviles. Desde muy pequeña practicaba con un kart en el jardín trasero de la casa que los Porsche tenían en Viena y con apenas 14 años ya contaba con carnet de conducir. Solo un año después su padre le entregó el primer coche, que no únicamente utilizaba para sus desplazamientos sino que lo empleaba también para el ocio. Desde entonces Louise comenzó a sentir una especial atracción por la competición. Su condición de mujer no fue obstáculo para que se convirtiera en una asidua a los circuitos en una época en la que prácticamente toda actividad deportiva estaba copada por los hombres.

Carácter y determinación fueron una constante en la vida de Louise Piëch para imponer sus objetivos empresariales en un mundo dominado por hombres

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En 1926, con 19 años, consiguió una sonada victoria contra pilotos muy contrastados en la competición en un rally que había organizado su padre. Louise consiguió dejar atrás a los experimentados Rudolf Caracciola y Adolf Rosenberg al marcar el mejor tiempo en un tramo de subida. La audacia de la hija mayor de Porsche al subir de revoluciones muy por encima de lo aconsejable el motor del Mercedes construido por su padre le permitió superar a sus dos grandes rivales. Ferdinand Porsche rechazó entregar la copa de campeona a su hija y se la dio al segundo clasificado para evitar acusaciones de favoritismo.

El apunte

A los 14 años ya conducía y cinco después se impuso a reconocidos pilotos en un rally, gracias a su astucia

El interés por la pintura y la historia del arte hicieron perder a Louise la afición por los circuitos, aunque como veremos más adelante no le apartó del mundo de la automoción. En esa época conoció al abogado Anton Piëch, que había trabajado en Porsche, con el que acabaría casándose en 1928 y tendría cuatro hijos.

La caída de la Alemania nazi tras la Segunda Guerra Mundial puso en peligro las propiedades germanas en Austria, país en el que residían los Porsche desde antes del nacimiento de sus hijos Louise y Ferry. Sin embargo, la hija mayor salvó a Porsche de la nacionalización transfiriendo los activos de la compañía a una empresa de nueva creación en Salzburgo, la Porsche Konstruktionen, valiéndose de su nacionalidad austriaca. La maniobra de Louise permitió a su hermano Ferry establecer de nuevo la empresa Porsche en Stuttgart en 1950 y comenzar la producción a gran escala de su modelo 356.

Anton Piëch, marido de Louise Porsche

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Poco después, el destino golpeó a la familia y obligó a Louise a desempeñar un papel más importante en la compañía. Su padre murió en 1951 y solo 18 meses después su esposo Anton también falleció al sufrir un ataque cardíaco. Estas circunstancias obligaron a Louise a ejercer como directora gerente de Porsche Holding en Austria. Si bien el cargo era nuevo para esa mujer de hierro, se puede decir que ya lo había ejercido en la sombra. Primero cuando su padre y su esposo fueron arrestados en Baden Baden (Alemania) y deportados a Francia en 1945, acusados de colaborar con las fuerzas nazis, y luego en 1948 cuando consiguió firmar un contrato de distribución de Volkswagen para Austria.

Los primeros años como representante de Volkswagen en ese país no fueron buenos para la compañía. En 1949, se vendieron únicamente siete unidades y en 1952, año del fallecimiento de Anton Piëch, 798. Un año después, con Louise al frente del negocio, Volkswagen alcanzó el 35% del mercado austriaco, con 5.218 vehículos vendidos. En 1961, la firma alemana alcanzaba las 100.000 unidades vendidas en el país vecino y Louise lo celebró creando su propia red de concesionarios, Porsche-Inter Auto. A su vez, comenzó a importar los coches de Porsche, que ya se estaban fabricando a gran escala en Alemania.

Louise Piëch salvó a Porsche de la nacionalización poniendo las propiedades a su nombre valiéndose de su condición de ciudadana austriaca

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La visión empresarial de Louise Piech la había intuido su padre muchos años antes. Por esa razón, en su testamento, Ferdinand Porsche no dejó la fábrica de automóviles a su hijo, como era costumbre en aquellos tiempos, sino que la dividió en dos. Ferry y Louise, no obstante, decidieron ser copropietarios de las dos compañías resultantes, pero cada uno administraba la suya. Entre el final de la Segunda Guerra Mundial y principios de la década de 1970, Louise Piëch fue probablemente la mujer más influyente dentro del Grupo Porsche. A pesar de que nunca estuvo interesada en subir de rango dentro de la compañía, fue considerada como su tesorera no oficial.

El mayor de los cuatro hijos de Louise, Ferdinand Piëch, se unió al departamento de ingeniería de Porsche en 1964 con el objetivo de llevar la empresa creada por su abuelo a una nueva era. El primer paso fue convencer a su tío Ferry para que creara un nuevo coche de carreras para sustituir al 904 que había quedado desfasado. El resultado fue el Porsche 906, con estructura tubular y cuerpo de fibra de vidrio mucho más ligero que su predecesor. Luego llegaron otros modelos icónicos de la marca como el 910, el 907 y el 908.

Ferdinand Piëch convenció a su tío Ferry para que creara un nuevo coche de carreras que sustituyera al 904

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Ferdinand Piëch fue el responsable del desarrollo del Porsche 917. El coche no obtuvo el rendimiento esperado. Fracasó en todas las competiciones, Spa, Nürburgring y las 24 Horas de Le Mans, donde además falleció John Woolfe en una colisión. Solo el empeño de Loise Piëch hizo posible que la apuesta por la presencia de la marca en los circuitos fuera una realidad. Creó un equipo oficial, Porsche Salzburg, para competir en las 24 Horas de Le Mans en 1970 con dos 917K evolucionados: el Österreich 1 y el Österreich 2.

El Porsche 917K Salzburg rojo, con los colores de la bandera austriaca, se impuso en esta prueba de resistencia marcada por la presencia constante de lluvia y niebla que provocó múltiples abandonos. Otros dos Porsche de Martini Racing, el 917L y el 908/2L, se clasificaron en segundo y tercer lugar para completar un triplete histórico. Esta fue la primera de las 19 victorias que Porsche ha conseguido en la más prestigiosa carrera de resistencia europea, que dominó entre 1981 y 1987 con siete victorias consecutivas.

Louise Piëch, considerada la mujer más influyente del Grupo Porsche, se apartó del desempeño cotidiano de la empresa en 1971, una año después del primer triunfo en Le Mans, para pasar a ejercer como presidenta honoraria del Consejo de Supervisión y miembro principal de la sede de la compañía en Salzburgo. Durante este tiempo, disfrutó a los mandos de sus 911, conduciendo hacia los Alpes para buscar escenarios para sus acuarelas. Louise falleció en 1999 y su último coche, un Porsche 964, se puso a la venta.