Bentley Flying Spur, brutalmente exclusivo
Vídeoprueba
Si quieres saber de lo que disfruta lo más exclusivo de nuestra sociedad, este Flying Spur es uno de esos caprichos
Hoy tenemos uno de los coches más singulares y exclusivos que podemos traer a La Vanguardia Motor, se trata del Bentley Flying Spur, una berlina de superlujo pensada para clientes muy selectos.
Pero es que cuando decimos selectos, es realmente selectos, porque esta versión de serie supera los 250.000 euros, una cifra al alcance de muy pocos, por no hablar que esta unidad en concreto supera los 320.000.
Se trata de una evolución del más conocido deportivo Contiental GT , del que deriva para ofrecer una carrocería sedan o de cuatro puertas, en el que las puertas traseras son el acceso a una dimensión de lujo, detalle y exclusividad.
Pero antes de entrar en él hay que destacar que este Bentley Flying Spur, mantiene la estética de su hermano más deportivo, especialmente en el frontal donde mantiene el musculoso capó enmarcado por las suaves nervaduras de los característicos faros redondos.
Lo que si se actualiza es el diseño de estas ópticas que, además de un efecto más diamantino, apuestan por una tecnología tipo Led con gestión matricial laser, es decir; capaces de iluminar la carretera sin molestar al resto de vehículos.
La calandra cromada de líneas verticales y los faldones con el cromado horizontal remarcan aún más esa personalidad de exclusividad que busca el Flying Spur.
En cambio, si lo miramos lateralmente vemos como este modelo ofrece cuatro generosas puertas, con un techo con una ligera caída y unos pasos de rueda que le dan esa potencia visual que se espera del hermano más formal del GT Continental.
Formal y grande, porque este Flying Spur mide nada más y nada menos que 5,3 metros de largo, así que os podéis imaginar que la habitabilidad está asegurada, aunque esta no es ni de lejos su mejor cualidad, si no más bien el lujo y los acabados, especialmente en esta versión First Edition, que como buen Bentley, tiene una importante capacidad de personalización.
Si entramos en las plazas delanteras veremos que el cuero de primera y la madera noble lo cubren prácticamente todo, apenas veremos plástico y el que hay es de gran calidad. Todo esto se remata con detalles muy exclusivos como los relojes premium o los acabados cromados con vidrio tallado entre muchos otros cuidados detalles.
También destaca la consola central que es abatible y giratoria y tiene tres tipos de superficies, una de madera, otra con la pantalla de información general y una tercera con elegantes relojes.
Los asientos delanteros son amplios, confortables y a pesar de ser de cuero tienen una sujeción más que destacable.
Pero si delante son confortables, las dos plazas traseras lo son aún más. Su acceso está garantizado por dos enormes puertas y dan paso a un habitáculo amplio y presidido por dos butacas independientes -es un cuatro plazas- muy envolventes y completamente regulables, incluso con capacidad estirarse para acercarse a algo parecido a una cama.
Por si eso no fuera suficiente, además estas butacas tienen un servicio de masajes y un panel de control central entre los asientos con el que controlar casi cualquier parámetro del coche. Y cuando decimos casi cualquier parámetro, queremos decir que hasta se puede esconder o exhibir la figurita retráctil del capó, opcional, por cierto. Evidentemente, no es necesario estirarse para hacerlo, porque dicha pantalla es en realidad una especie de tablet que podemos extraer de su anclaje ya que tiene soporte magnético.
Lo cierto es que el nivel de equipamiento de serie es realmente exagerado en este coche, pero no lo es menos el opcional.
El nivel de personalización puede ser tan sublime como caro
Detalles como la tapicería Mulliner, de piel vuelta marrón especial cosida a mano, el cuero negro en los pequeños detalles, las llantas específicas o el equipo de música de la marca Naim, lo hacen aún más exclusivo. De hecho, esta unidad tiene opcionales por valor de 70.000 euros extras.
Si todo esto es abrumadoramente exagerado, a nivel mecánico no lo es menos, pues este Flying Spur monta un motor gasolina de seis litros W12 de 635 CV. Una brutalidad que se combina con un cambio automático de doble embrague de ocho marchas, además de una tracción total para poder gestionarlo todo.
Una combinación que ofrece unas prestaciones de infarto, con una velocidad punta de 333 km/h y atención, una aceleración de 0 a 100 en solo 3,8 segundos. No está mal para un coche que casi pesa dos toneladas y media ¿verdad?
Y si esperabas que este fuera un coche pesado, lo es, cierto, pero en también asegura un dinamismo sin precedentes. Esto es en parte gracias al bastidor con hasta cinco modos de funcionamiento, entre los que, por supuesto, están el modo Sport para los amantes de las sensaciones fuertes y el modo Bentley, que aúna esa deportividad con una excelente calidad de marcha.
En carretera todo, absolutamente todo, queda filtrado por su bastidor y su capacidad de asilamiento, pero tampoco desdeña las prestaciones, pues integrado con esos modos mencionados se suma una suspensión regulable en firmeza y altura, así como unas estabilizadoras activas para mantener todo este peso y potencial dentro de los márgenes de confort Bentley.
En ciudad, son 5,3 metros de coche, así que callejear no es su mejor cualidad. A pesar de ello la maniobrabilidad a baja velocidad es bastante sorprendente, y eso se lo debe sobre todo a que este Spur también tiene dirección a las cuatro ruedas que reducen sorprendentemente su radio de giro.
Nos hubiera gustado tener esta unidad más tiempo que las pocas horas que nos lo han cedido, con ello hubiéramos podido sacar más conclusiones y muchos más detalles de este espectacular y completo vehículo, pero en general podemos, decir que este es un coche muy especial, para gente muy especial, y que no es el caso de la cuenta corriente de quien que esto suscribe.