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General Motors deja de producir el Hummer, símbolo del derroche

No están los tiempos en Estados Unidos para el hiperconsumo energético ni el exhibicionismo seudomilitarista. General Motors anunció el viernes que dejará de producir el mes que viene el modelo originario - y el más grande- de la gama Hummer, el legendario todoterreno, devorador de carburante, convertido en el símbolo del exceso norteamericano.

La abrupta caída de ventas, debida en buena parte al alza récord de la gasolina y la creciente concienciación nacional sobre el cambio climático y la necesidad de ahorrar energía, ha precipitado la jubilación del Hummer después de 14 años de intimidatoria presencia sobre el asfalto. En lo que va de año apenas se ha vendido un centenar de unidades del Hummer H1 Alpha. Éste se retira, pero de momento se seguirán fabricando los modelos medio y pequeño, los H2 y H3.

Los Hummer han sido la bestia negra de los ecologistas. Ha habido varias campañas, apoyadas por estrellas de Hollywood, para reprender a los dueños de estos vehículos por la actitud incívica de poseerlos. Estos todoterrenos, versión civil del vehículo militar Humvee, se han considerado una declaración de machismo sobre ruedas, quizá porque su propagandista de primera hora fue Arnold Schwarzenegger, el actor transmutado en gobernador de California.

El H1 es un verdadero tanque, de casi cuatro toneladas, con un motor de ocho cilindros y 6.600 centímetros cúbicos. Consume 24 litros de carburante por 100 kilómetros. Su precio es de 140.000 dólares. Desde que salió al mercado, en 1992, se han vendido 12.000 unidades.

El furor de los medioambientalistas ha llevado a crear páginas de internet dedicadas exclusivamente a insultar a los conductores de los Hummer. No sólo se les critica por derrochar combustible sino por el peligro que representan, debido a su peso y a su amenazante parachoques, para los vehículos de menor volumen en caso de accidente. Hasta el punto que una web (www. FUH2) aboga por hacer un gesto obsceno a los ocupantes de estos vehículos cuando se coincida con ellos en una calle o carretera.

Los Hummer han llegado a tener tan mala prensa que el mismo Schwarzenegger, propietario de una flota, apenas los conduce. Para salvar su conciencia, hizo que General Motors le fabricara uno con motor de hidrógeno, no contaminante, concebido en exclusiva para él.

El declive de los Hummer y de otros todoterrenos pesados ha ido en paralelo al auge de los vehículos híbridos, que combinan gasolina y motor eléctrico. Son el reverso de la medalla, el emblema del consumidor políticamente correcto entre ciertas capas sociales, como la clase media alta de los suburbios que vota demócrata. Cada vez se ven más híbridos, por ejemplo, en los barrios residenciales de Maryland y Virginia que rodean Washington.

La cultura de la gasolina barata empieza a ser historia en EE.UU. y sus consecuencias serán profundas. La preocupación por el precio del carburante - que sobrepasa con creces los tres dólares por galón (3,8 litros)- en muchos estados, unido al problema geoestratégico que supone la dependencia de la importación de petróleo, ha llevado al presidente Bush a denunciar la "adicción" al crudo de EE. UU. y a promover con vehemencia fuentes energéticas alternativas.