Otra vida para Rala

Bienestar animal

La milagrosa recuperación de una pastora alemana que fue arrojada por su antiguo dueño por un barranco y trasladada a la protectora de Figueres, donde un desaprensivo le prendió fuego

Otra vida para Rala
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Rala, la perra que sobrevivió a quemaduras graves

Los veterinarios que han cuidado a Rala, una pastora alemana que hace tan solo tres meses se debatía entre la vida y la muerte, tenían escrito junto a la puerta de su cama un claro mensaje: ‘Manipularla con mucho amor”. Amor es lo que encontrará en Eva Díaz, una jueza de Barcelona y sus hijas que han decidido adoptarla en un acto tan generoso como admirable.

La vida de Rala no ha sido nada fácil. Víctima de malos tratos, su antiguo dueño se deshizo de ella y de su hermana arrojándolas por un barranco en el macizo de las Gavarres. La hermana tuvo que ser sacrificada mientras que Rala sobrevivió y fue derivada a la protectora de animales de Figueres. No llevaba ni tres semanas allí, cuando un desaprensivo que vivía como ocupa en una masía cerca de la perrera le prendió fuego.

Ingresó con un 80% del cuerpo quemado y pocas posibilidades de sobrevivir pero ha salido adelante

Con el 80% de su cuerpo quemado, las posibilidades de sobrevivir eran casi nulas. En la perrera no le veían futuro e instaron a sacrificarla, pero el empeño de voluntarios, del Ayuntamiento de Figueres y de la Asociación Lex Anima permitieron darle otra oportunidad.

En el centro veterinario Canis de Girona, donde ha estado ingresada, obraron el milagro. Las 48 primeras horas eran cruciales y Rala las superó.

“Sufrimos por su vida el primer mes, se alimentaba con suero y recibía medicación intravenosa”, explica el gerente Pere Ros. Temían que perdiera el oído y la vista, pero conserva ambos sentidos. Poco a poco Rala se ha ido recuperando de sus heridas y su historia ha terminado con un final feliz. “Poca gente confiaba en ello, ahora lo que necesita es volver a confiar en las personas”, explica Àngels Mollet, una de las veterinarias que la han atendido durante estos meses.

“Hola cariño, ¡qué bonita eres!”, le susurra Eva mientras le acaricia el lomo en un día lleno de emociones. Rala acaba de recibir el alta médica y se ha convertido ya legalmente en su dueña. No ha sido un camino de rosas. “Salvarle la vida no era nada fácil porque nadie daba cinco céntimos por ella, estaba prácticamente sentenciada”, explica.

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Rala, a punto para viajar hasta su nuevo hogar

Pere Duran/Nord Media

A ello se le ha sumado otra odisea, el papeleo para convertirse finalmente en su propietaria. Agradece el apoyo de la concejal de Bienestar animal de Cassà de la Selva, municipio donde la Policía Local halló a la perra malheridos en el fondo de un barranco, que ha mediado en el caso. “Es un milagro que esté viva y tiene mucha suerte de haber sido adoptada”, explica Ester Ayala, que destaca la “sensibilidad” y el “compromiso” de Eva con una mascota, que hubiera tenido muy pocos pretendientes.

Un adopción que hizo sin dudar. “Hemos luchado sin conocerla, en realidad el animalismo va de esto”, afirma Eva muy emocionada. La primera vez que la vio, hace dos meses, ya había superado lo peor de sus lesiones. Recuerda las visitas con sus hija para conocerla. “Estarás bien entre nosotros, te daremos lo que otros no te pudieron dar”, recuerda que le susurraban. “Nos miraba con cara de circunstancias y de conformismo”, recuerda. “Ahora tiene otra mirada” constata esta juez y miembro de la Asociación Lex Anima que asegura que sintió vergüenza de la especie humana cuando se enteró de que había sido quemada viva.

A Rala le espera ahora una nueva vida. A finales de julio abandonaba la clínica veterinaria. Como toda mascota maltratada, se muestra algo agresiva con los humanos, no con los de su especie que se lleva muy bien. El trabajo de Eva será recuperarla emocionalmente y ayudarla a socializar con los humanos. Las heridas físicas se van curando. Las del espíritu tardarán algo más en sanar.

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