Casi siempre, estadísticamente hablando, las relaciones más duraderas de complicidad, simpatía y afecto entre personas y animales suelen focalizarse con perros y gatos.
Pero lo cierto es que, a veces, tan solo en contadas ocasiones, surgen poderosas historias de convivencia entre seres humanos y todo ese fascinante y desconocido universo que solemos definir genéricamente como “animales salvajes”.
Mucha gente considera que es francamente peligroso relacionarse con algunos animales, seguramente desde un cierto prejuicio, sin un conocimiento verdadero del asunto.
En realidad, mucho más allá de miedos y prevenciones excesivas, existen casos increíbles que rompen esquemas y tópicos.
Queridos amigos de 'Peludos', hoy me apetece compartir con vosotros la alucinante historia entre un hombre y sus insólitos compañeros de aventuras, ni más ni menos que unos dulces y “lindos felinos”: hienas, leones y leopardos.
El encantador de leones
La historia del zoólogo Kevin Richardson
Nuestro protagonista gozó de un cierto prestigio y llegó a convertirse en una verdadera celebridad, Y claro, como todas las estrellas que se precian, alguien acuñó un lema a su medida, personal e intransferible: "el encantador de leones".
La fama, a nivel mundial, le llegó al zoólogo Kevin Richardson especialmente por su capacidad poco habitual de poder dormir tranquilamente rodeado de una manada de felinos salvajes. De hecho se bañaba con ellos en el río y jugaban juntos a la pelota. Como si tal cosa.
Eran multitud los que se preguntaban como podía alguien llegar a lograr hacerse amigo de leopardos y hienas. La verdad es que gran parte del mérito de Richardson se debió, simplemente, a su persistente trabajo, y a tantas y tantas horas de experiencias acumuladas conviviendo entre seres percibidos por la gran mayoría como “destructivos”.
Es esencial que hagamos un intento de comprensión del universo de este eminente zoólogo poniéndonos en su lugar, un trabajo de empatía, aunque solo sea durante la lectura de este texto.
El secreto de The Kingdom of the White Lion
Animales salvajes en medio de la naturaleza
Tenemos que entender que todos aquellos animales salvajes vivían en condiciones digamos que "naturales" en un territorio que les era afín y propicio, en los vastos confines del parque "The Kingdom of the White Lion".
De hecho, Richardson, llegó a conocer a cada una de aquellas bestias salvajes desde su origen vital, cuando no eran más que apacibles bebés, y por lo tanto tuvo el privilegio de verlos evolucionar y crecer a su lado, paso a paso.
Existen múltiples racionalizaciones a posteriori trazadas con el lógico objetivo de tratar de comprender cómo logró el zoólogo generar aquella extrema familiaridad con esos animales feroces.
Sabemos que el naturalista fundamentó su relación con aquellos imponentes felinos únicamente a través de poner en práctica valores esenciales como el respeto y una cierta confianza, ya que ellos acabaron considerándole un miembro más de su propia familia, mostrando hacia él toda clase de afectos y ternuras.
Nuestro cuidador de animales, de origen sudafricano, observaba a cada uno de aquellos animales salvajes a través de un peculiar método de interacción con ellos, llegando a desarrollar una fantástica capacidad para entender su comportamiento cotidiano, a partir del análisis pormenorizado de sus lenguajes corporales, conocimiento que le permitió poder prever cada una de sus reacciones, estableciendo con ellos un verdadero código de comprensión mutuo, un lenguaje propio.
La fama de Kevin Richardson
Sus inicios como el "encantador de leones"
Querido lector, lo cierto es que el bueno de Kevin llegó a cosechar una enorme popularidad a través de programas de televisión ya que, más allá de ser un investigador del universo de los animales salvajes, era un excelente comunicador. De hecho, si te apetece entretenerte un rato buceando por YouTube, verás sus fantásticas apariciones audiovisuales.
Desde muy joven, con tan solo dieciséis años, Richardson inicia su carrera como etólogo autodidacta. Decide estudiar zoología y, con poco más de veinte años, el azar de la vida le brinda la oportunidad de empezar a trabajar en una reserva natural de Johannesburgo.
Comienza cuidando frágiles cachorros de león, pero lo más significativo es que, una vez crecidos, seguirá manteniendo un vínculo afectivo y cómplice con ellos, ya como depredadores adultos.
A menudo nos cuesta llegar a comprender como puede ser posible que algunas personas prefieren relacionarse con feroces animales salvajes y no con perros o gatos. Pero lo cierto es que nuestra profunda conexión con la naturaleza nos permite establecer lazos de cercanía con tantos seres vivos que no podríamos ni imaginar. Vivimos en una cultura todavía demasiado llena de prejuicios y de mitos basados en informaciones poco precisas o erróneas.
Las relaciones de extrema cercanía, digamos que muy “poco ortodoxas” de Richardson con alguno de sus leones más queridos, se basan en su conexión emocional auténtica, ya que ha vivido intensamente familiarizado con cada uno de sus felinos, estableciendo con ellos una conexión profunda, la misma que puede llegarse a dar entre seres humanos.
En algunas de sus célebres filmaciones y documentales podemos observar como sus leones juegan cariñosamente con Richardson aunque, a su vez, se muestren realmente agresivos con los operadores de cámara que están filmando el audiovisual.
Aimee y Meg, sus dos amores felinos
Pasión por los leones
Y es que, como a menudo pasa en la vida, nos cuesta comprender determinadas situaciones porque nos “hemos perdido algo”, o porque nos falta “cierta información”.
La verdad es que nuestro zoólogo llegó a amar realmente a dos leonas, a las que apodó Aimee y Meg. En uno de los documentales donde aparecen, Kevin explica, mirando a cámara, desde la emoción y el sentimiento más puro, que su relación con aquellas dos leonas es tan intenso y auténtico porque él mismo, con sus propias manos, cuando no eran más que dos recién nacidas, las salvó de morir ahogadas después de que su propia madre las abandonara en un río.
Historias reales y tan poderosas como la de Kevin Richardson y sus inseparables amiguitos (leones, hienas y leopardos) nos ayudan a comprender que las apariencias engañan, y que un gatito de apenas cuatro quilitos puede llegar a ser, en determinadas circunstancias, una presencia más amenazadora que un enorme felino de ciento cincuenta quilos.