Guía para disfrutar de Parma, la ciudad más hedonista de Italia

Italia

Además del 'prosciutto' y 'parmigiano', la ciudad ofrece monumentos medievales, obras maestras de arte y una de las vidas más animadas del norte de Italia

Parma es el perfecto lugar italiano para vivir del buen gusto por su gastronomía, vistas y música

Parma es el perfecto lugar italiano para vivir del buen gusto por su gastronomía, vistas y música

Bogdan Lazar

Hay que concederle a Parma una capacidad de sorpresa difícil de superar, una habilidad para acabar convirtiendo en espectáculo lo que a simple vista no consigue impactar. Porque por más que el viajero apresurado piense que esta ciudad puede verse en un solo día, hace falta toda una vida para llegar a entenderla. Y eso pese a que la belleza cobriza de Bolonia, el lujoso legado de Módena o el patrimonio artístico de Rávena se empeñan en hacer sombra a esta vecina de Emilia Romaña que, más allá de su refinamiento, condensa todo su encanto en una sola palabra: hedonismo. Es esta una urbe disfrutona que se mueve en bicicleta, ama la buena mesa y se regocija con la ópera.

No sufrió Stendhal su síndrome por estas calles, pero sí las eligió como escenario de una de sus obras magistrales, La cartuja de Parma, aunque más bien se inventó una ciudad a la medida de su relato. A la verdadera, sin embargo, no le hacen falta fantasías. Especialmente en primavera, cuando se despeja la bruma y el aire huele a las violetas que obsesionaban a María Luisa de Austria.

En la plaza de la ciudad se ubica su catedral, acompañada del baptisterio octogonal

La catedral de Parma y el baptisterio son dos construcciones que deben visitarse al viajar a la ciudad

Getty Images

La joya de Correggio

Es su arquitectura medieval la que le otorga esa atmósfera señorial que inunda las callejuelas hasta dar con la plaza de la Catedral, una de las más bellas de Italia. Aquí encontramos un templo inusual (de ladrillo como se estila en el valle del Po), que contrasta la sencillez románica de la fachada con la complejidad renacentista del interior, donde se oculta la gran joya de Parma: la cúpula pintada al fresco por Correggio.

Hay quien dice que solo por admirar la ilusión óptica de esta pintura, en la que los personajes transmiten una sensación de movimiento, queda justificado el viaje a la ciudad. Hasta Charles Dickens afirmó que “ningún cirujano que se hubiera vuelto loco podría imaginarlo en sus delirios más absurdos”.

La cúpula del baptisterio de Parma

La cúpula del baptisterio de Parma

Flavio Vallenari

Junto a la catedral se encuentra el baptisterio de forma octogonal, todo revestido de mármol rosa. Vale la pena contemplarlo por fuera para apreciar la mutación cromática que le otorga el paso de las horas. Pero también entrar y dejarse sorprender por el conjunto escultórico de Benedetto Antelami, repleto de arcos y relieves, con otra cúpula decorada por artistas cuya autoría aún no ha logrado el acuerdo de los historiadores.

Riqueza monumental

Así se llega después a la plaza Garibaldi, atravesada por la calzada romana, donde están los palacios del Comune y del Gobernador, además de soleadas terrazas a los pies de la escultura de quien fuera el artífice de la unificación. Justo detrás aparece la estatua del Parmiggianino, máximo exponente del manierismo escultórico, y la iglesia de Santa María della Steccata, de la que se dice que recoge la influencia de Leonardo da Vinci.

El teatro Farnese, todo de madera, es una extraordinaria reliquia del 'Seicento' italiano

Otra parada imprescindible es lo que se conoce como el Complejo de la Pilotta. Un conjunto monumental que simboliza el poder del histórico ducado, puesto que fue concebido para albergar los servicios de la corte: las caballerizas, los cuarteles, la armería… Lo curioso es que se llama así porque era en estas vastas extensiones donde se jugaba a la pelota vasca en tiempos de Carlos V.

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Hoy su función es bastante diferente. Presidido por una imponente escalera de honor, este gigantesco edificio está consagrado a la cultura, dando espacio al Museo de Antigüedades, la Galería Nacional de Parma, la biblioteca Palatina, el Museo Arqueológico Nacional… y la institución más importante: el teatro Farnese, todo de madera, que fue el primero del mundo construido con estructura elíptica y decoración móvil, y que es una extraordinaria reliquia del Seicento italiano.

El Complejo de la Pilotta ahora alberca un museo, una galería, una biblioteca... es un edificio destinado a la cultura

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Claudio Caridi

La ópera y el queso del Titanic

Parma presume orgullosa de ser la cuna de Giuseppe Verdi, pese a que el célebre compositor nació realmente a unos 40 kilómetros de distancia. Nada que impida recordar su grandeza allá por donde se mire. Por ejemplo, en Borgo Angelo Mazza, un callejón que exhibe con luces de neón los versos de la ópera Nabucco con toda su carga trágica. O en el solemne teatro Reggio, donde en octubre tiene lugar el Festival de Verdi, con una maravillosa iniciativa: el Cucú Verdiano, que consiste en que, cada día, a eso de la una de la tarde, un tenor se asoma a la ventana para cantar una obra de Verdi.

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El queso 'parmeggiano'

El Parmigiano Reggiano es uno de los quesos más antiguos del mundol

FOTO VIGNOLI

Basado en este manjar, muchos restaurantes viven una fiebre por alumbrar platos creativos: Borgo 20 ha ideado el risotto a la parmigiana con compota de cebolla, mientras que Croce di Malta ha creado el flan de boniato con espuma de parmesano, bacón crujiente y espinacas. Aunque para conocer los secretos de este producto de origen milenario, nada como acercarse a Caseificio San Bernardino di Caramaschi, donde no solo asistir al proceso de elaboración, sino también volverse a casa con una buena pieza de este queso, que hasta fue servido en el Titanic como máxima delicatessen.

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