Barcelona es, desde el 22 de agosto y hasta el próximo 20 de octubre, la capital de la vela mundial. Durante dos meses, la atención de los aficionados a este deporte está centrada en la capital catalana, donde seis equipos, el Luna Rossa Prada Pirelli, el American Magic, el Alinghi, el Ineos Britannia, el Orient Express y el Team Emirates NZ lucharán por hacerse con la Copa de las 100 guineas.
Cada barco que participa en la competición deportiva más antigua del planeta tiene su propia personalidad; un carácter forjado con el paso del tiempo y moldeado lentamente en sus lugares de origen. Todos ellos son singulares paraísos de la vela. Viajamos hasta ellos a través de sus hoteles, establecimientos que huelen a mar y a la tierra que refugia a estos equipos.
Un reducto de paz en la ciudad del caos
Villa Igiea (Palermo)
Como el Circolo della Vela Sicilia, el Villa Igea tiene una fascinante historia. Este hotel, cuyo edificio de estilo Liberty -el art déco italiano- fue construido en el siglo XIX para albergar un sanatorio, es hoy un elegante establecimiento en el que relajarse a orillas del Mediterráneo. Aislada del caos que reina en la capital de Sicilia, aquí se respira paz, entre jardines sombreados por pinos y terrazas con vistas a la bahía.
Su interior, de amplios pasillos y toques aristocráticos, conserva salones con originales y una decoración a base de antigüedades clásicas y delicados tejidos. Dispone de un centenar de habitaciones y suites, diversos restaurantes, spa, piscinas, una interesante propuesta de coctelería y acceso al exclusivo beach club Lidó, entre otros atractivos.
Un retiro ecológico en la campiña
Susafa (Sicilia)
Encarna la Sicilia rural, la antítesis del Palermo urbano; la que le provee de viandas y le sirve de válvula de escape. Susafa es otra de las distintas almas de la isla, un eco-retreat escondido en la finca agrícola en la que la familia Saeli-Rizzuto ha trabajado durante más de dos siglos. El hotel boutique ocupa un edificio tradicional de piedra, vigas de madera y baldosas de terracota deliciosamente decorado con un estilo minimalista moderno.
Dispone de diecisiete habitaciones -antiguos establos y alojamientos de labradores- y una propuesta gastronómica de km 0. Actividades como los talleres de cocina tradicional siciliana, las catas de aceite, los pícnics y aperitivos al atardecer en plena naturaleza reconfortan cuerpo y alma.
Un refugio exquisito en Tribeca
The Greenwich Hotel (Nueva York)
Fachada de ladrillo, techos de tres metros de altura, molduras talladas a mano, cerámicas antiguas, textiles artesanales y muebles de cuero inglés son solo algunos de los detalles que convierten The Greenwich Hotel, propiedad de Robert de Niro, en un oasis refinado. Aunque fue inaugurado en 2008, este establecimiento escondido entre rascacielos de Tribeca, en el downtown neoyorquino, parece estar aquí desde tiempos lejanos. De haber sido así, el lujo discreto que lo caracteriza habría hecho sentir como en casa a los exclusivos miembros del New York Yacht Club, cuyo equipo se hizo con la primera Copa de las 100 guineas en 1851.
De entre sus 88 habitaciones y suites y sus tres áticos, no hay dos iguales. Los espacios mezclan estilos, desde el tibetano al marroquí, con un gusto exquisito, en un contexto en el que tampoco pasan por alto los originales del padre del actor, el expresionista abstracto Robert De Niro sénior. La gastronomía italiana del Locanda Verde, capitaneado por Andrew Carmellini, o los cócteles del Drawing Room y de su patio al aire libre resultan irresistibles. Capítulo aparte merecen la piscina interior y el spa, el Shibui, inspirado en los rituales de baño japoneses.
Frente a las costas de Florida
Oyster Bay (Pensacola)
El color blanco domina todos y cada uno de los espacios del hotel, situado en la bahía de Pensacola, la misma que ha visto navegar durante meses al American Magic, de Terry Hutchinson, quien, al despedirse del lugar, agradecía su cálida acogida. El Oyster Bay es un hotel boutique íntimamente ligado a la comunidad local que ha hecho del espíritu hospitalario y de la sostenibilidad su bandera.
Ocupa un pintoresco edificio del siglo XIX con un porche que rodea toda la propiedad, con vistas al mar y al casco histórico de Pensacola, una zona que atesora numerosos atractivos. Su cuidada decoración, sin estridencias, proporciona un ambiente cómodo y relajado. Algunas de sus habitaciones disponen de jardín, lo que las hace idóneas para huéspedes que buscan tranquilidad. Ofrece, asimismo, sesiones de yoga y retiros de bienestar.
Una ‘casa de veraneo’ en la Riviera francesa
La Ponche (Saint-Tropez)
La distancia entre la Société Nautique de Saint-Tropez, el histórico club de la Costa Azul y el La Ponche se traduce en un agradable paseo con el mar como telón de fondo. La historia de esta “casa de veraneo” -así la define Fabrizio Casiraghi, responsable de su diseño actual- es, en definitiva, un recorrido de casi un siglo por una localidad que pasó de pueblo de pescadores a epicentro del glamur. Picasso, Brigitte Bardot, Jean-Paul Sartre, Jack Nicholson, Louis de Funès o Pompidou se encuentran entre las celebridades que se hospedaron entre sus cuatro paredes, y como homenaje, sus 21 habitaciones y suites y sus cuatro apartamentos han sido bautizados con algunos de sus nombres.
Situado en el centro histórico y con vistas al mar, es hoy un exquisito hotel boutique que destila un lujo tranquilo, abierto a retiros de bienestar. El joven chef parisino Thomas Danig pone la firma a sus platos de km 0, mientras que el mítico piano bar Saint-Germain-des-Prés-la Ponche abre la puerta a veladas extraordinarias.
Glamur y naturaleza junto a la bahía de Canebiers
Sezz (Saint-Tropez)
El francés Christophe Pillet -discípulo de Philippe Starck- es el autor del diseño del hotel situado a escasos metros de la bahía de Canebiers y a un par de kilómetros del centro. La ubicación de este establecimiento chic de estética minimalista, que contrasta con buena parte de los hoteles de lujo de la zona -de tintes clásicos o vintage-, es ideal para quienes persiguen una estancia que combine el glamur y los placeres náuticos.
Alojarse en el Sezz durante las Voiles de Saint-Tropez, las legendarias regatas que organiza anualmente la Société Nautique de Saint-Tropez, es una opción a tener muy en cuenta para aquellos que buscan un rincón tranquilo rodeado de naturaleza. Sus suites y habitaciones, dotadas de grandes ventanales y patio privado, atendidas por un asistente personal; su piscina exclusiva; el restaurante Colette, con estrella Michelin; el bar Dom Pérignon, o su spa prometen una estancia relajante.
Nueva Zelanda en toda su esencia
SO/ Auckland (Nueva Zelanda)
Desde el HI-SO bar, situado en la azotea del SO/ Auckland, las vistas de los rascacielos a lo largo del paseo marítimo y del puerto de Waitemata, en cuyas aguas se estrenó el Taihoro, el velero del Emirates Team NZ, son espectaculares. Este hotel boutique de lujo, premiado reiteradamente por su representación del estilo de vida de Oceanía y por su diseño -es uno de los edificios más fotografiados de la Ciudad de las Velas-, ocupa la antigua sede del Banco Central neozelandés. Su estilo refleja la historia del propio edificio, enclavado en el dinámico vecindario de Britomart, los orígenes volcánicos de Auckland y la belleza natural del país.
Cuenta con 109 habitaciones y 19 suites, firmadas por el prestigioso estudio de diseño WORLD. Diversos bares y restaurantes, entre los que sobresale el Harbour Society, inspirado en la cocina malasia y a cargo de chef Roy Giam; un spa convertido en un relajante retiro de bienestar, y una piscina cubierta climatizada son algunos otros atractivos de un establecimiento que abrió sus puertas en 2019.
Una villa victoriana en el barrio de moda
Fitzroy (Auckland)
Ocupa una villa de estilo victoriano cuidadosamente restaurada de solo diez habitaciones de Ponsonby, un animado vecindario convertido en uno de los barrios de moda de la ciudad. Entre boutiques, galerías de arte, restaurantes y puestos de comida callejera, el Fitzroy permanece en pie atesorando entre sus paredes parte de historia de Auckland; una historia en la que el Royal New Zealand Yacht Squadron, del que le separa una tranquila caminata, ocupa un lugar prominente.
El establecimiento del grupo Fable ocupa dos plantas es una sabia combinación de lujo clásico y estilo contemporáneo. De techos altos y ventanales originales que llenan las estancias de luz natural, sus habitaciones ofrecen un ambiente cálido. Degustar un cóctel en la lujosa biblioteca resulta un placer solo apto para los más exigentes.
El sueño de dos cineastas en la isla de Wight
Foresters Hall (Cowes)
Apenas ocho minutos a pie le separan del castillo de Cowes, la sede del Royal Yacht Squadron, el club del Ineos Britannia y uno de los más prestigiosos del Reino Unido. Al frente de Foresters Hall, un acogedor hotel boutique de solo catorce habitaciones, se encuentran Peter Sussman y Sara Curran, una pareja de cineastas que decidió darle un giro a sus vidas hace un par de años reabriendo un viejo hotel en el casco antiguo de la localidad.
El establecimiento, conocido en el pasado como North House, conserva detalles de la antigua construcción, incluidas las chimeneas. Dispone, además, de biblioteca, piscina exterior climatizada de agua salada, solárium, terraza y jardín.
Un ‘adults only’ con pasado real
Bembridge Coast Hotel (Bembridge, Isla de Wight)
El lujo radica en su envidiable ubicación frente al mar, en el delicioso pueblo de Bembridge, a 35 kilómetros al sur de Cowes. Y es precisamente desde este hotel solo para adultos, con una maravillosa playa, donde la difunta reina madre presenciaba cada año la Cowes Week, una de las regatas de vela regulares más antiguas del mundo.
Habitaciones con balcón desde las que contemplar el amanecer sobre el río Solent; su restaurante -el Four Tides-; un gran abanico de actividades en forma de música en directo, tiro con arco o bolos; los jardines o la piscina cubierta hacen de este establecimiento un destino idóneo para la desconexión.
Con vistas al lago Lemán
The Woodward (Ginebra)
Suiza es un país montañoso, pero con una larga tradición de vela, especialmente en regatas de mar abierto, una afirmación avalada por la doble victoria del Alinghi. Desde el The Woodward, en la bahía de Ginebra, con frecuencia se atisba algún velero navegando por el lago Lemán.
Es un hotel urbano elegante que ocupa un edificio de estilo post-Haussmann de 1901 con toques de diseño contemporáneo con solo 26 grandes suites. El spa es de Guerlain y cuenta en su propuesta de restauración con los restaurantes L'Atelier Robuchon, con dos estrellas Michelin, y Le Jardinier, de Alain Verzeroli.
El hotel más antiguo y glamuroso
Four Seasons des Bergues (Ginebra)
Presume -y con razón- de ser el primer hotel de Ginebra. Y es que el hotel des Bergues abrió sus puertas en 1834 -más de un siglo antes de que pasara a formar parte de la exclusiva cadena. El paso de los años no le ha restado un ápice de glamur a este magnífico edificio neoclásico y hoy continúa siendo para muchos el mejor hotel de lujo de la ciudad.
Sus espectaculares vistas al lago Lemán, el mismo que ha sido escenario de innumerables regatas, especialmente desde su rooftop; la decoración clásica, firmada por el diseñador parisino Pierre-Yves Rochon; su restaurante Il Lago, galardonado con una estrella Michelin; su spa Mont Blanc, de inspiración asiática y el exquisito servicio han atrapado a los huéspedes más ilustres de la alta sociedad.