Año Nuevo hindú en Diwali

Serendipias

Año Nuevo hindú en Diwali

Debo reconocer que el Año Nuevo comenzó para mí hace unas semanas. Fue el pasado 12 de noviembre, día en que se celebra el festival de Diwali a lo largo y ancho de toda la India. Esta fiesta comienza el decimotercer día lunar del mes Ashvin del calendario hindú y se convierte en la ocasión perfecta para invitar a la buena fortuna a entrar en todos los hogares, ya que la celebración gira en torno a Lakshmí, diosa de la prosperidad. Para atraer todas estas buenas intenciones, las personas de la comunidad hindú limpian sus casas, compran muchos dulces y estrenan ropa nueva.

No había más que acercarse al mercado de Karaikudi, en el estado de Tamil Nadu, para comprobar que el mar había llegado hasta aquí, pero esta vez lucía cargado de flores, aromas y colores. En una calle oscura alguien enciende una bengala - en el norte, se suelen prender velas de mantequilla, conocidas como diyas - y la algarabía gira alrededor de este servidor cuyo único plan como europeo en la India es encerrarse en el hotel para trabajar.

El kolam es un diseño hecho de polvo de arroz que evoca un atajo al universo para recomenzar

Como todo estará cerrado, el día antes de Diwali acudo a la lavandería y, de camino, descubro a una mujer que termina de pintar un dibujo de colores en la entrada de su casa. El kolam es un diseño hecho de polvo de arroz que no solo impide que las hormigas entren en casa y los pájaros puedan comer - en la India, alimentar a los animales es sinónimo de buena suerte -, sino que evoca un atajo al universo para recomenzar.

Las mujeres de cada familia son las encargadas de pintar el kolam, una tradición que pasa de generación en generación en todos los lugares del país, especialmente en los días previos a una celebración o festival como Diwali. A veces se prende una vela sobre el dibujo, otras se dibujan pétalos de flores e incluso complicados kolams en forma de lotos o pavos reales. En las calles todas se congregan para dejar listo este icono típico.

El kolam es pintado por las mujeres de cada familia

El kolam es pintado por las mujeres de cada familia

Alberto Piernas

Al llegar a la lavandería su propietario, Pandithurai, me pregunta qué haré en Diwali. Le comento que trabajar en el hotel. “Te recogeré en moto y vendrás conmigo y mi familia”. No me puedo negar. Estreno la camiseta que compré en un mercadillo de Jaipur y descubro que mis zapatillas están rotas pero aún resisten. El Diwali que se celebra en casa de Pandithurai al día siguiente es humilde, contenido en cuatro paredes azules, comiendo arroz en una hoja de banano y haciendo selfies con su familia.

Para cuando anochece, Pandithurai me propone devolverme a casa en moto. Pero le digo que seguiré caminando. Entre la vivienda y mi hotel hay unas cinco calles que serpentean entre un pedacito de selva. Me pierdo un rato, doy vueltas a una casa hinchada de grillos y ranas y cierro los ojos.

En algún momento, alguien enciende una bengala y, más allá, una niña prende fuego sobre el kolam pintado en el suelo por la mañana. Mis zapatillas no aguantan más y me las quito para caminar descalzo hasta el hotel. Cualquier momento del año es bueno para volver a empezar.

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