Cuando Joana Bonet me invitó a escribir en La Vanguardia, en este excelente suplemento, me pidió un título general para mi sección, y ese fue el que figura y que me encanta: La belleza del mundo. Pues bien, me la están robando, me están robando la belleza del mundo entre unos y otros. Cada día me las veo y me las deseo para encontrarla a ella. ¿A quién? A la belleza. Todo acaba impregnado de fealdad. Mira que son feos Putin y Trump. ¿Qué hago con ellos? ¿No encender la tele ni conectarme a internet? Pobre de mí. Me recluyo en la literatura. Me fui a India y he estado allí dos semanas, y menos mal que allí encontré belleza. Pero voy muy apurado. Entre el gremio de escritores, al que pertenezco, tampoco hay mucha belleza. Internet está lleno de fealdad. Ahora mi única misión en la vida consiste en defender la belleza. Las noticias son todas feas. No hay ni una sola noticia hermosa.
Por las mañanas es cuando mejor escribo. Pero hago pausas, y me voy a la cocina a tomarme un café y le doy al mando y salen las tertulias de los comentaristas. Y son todos feos, salvo Susana Griso y Xabier Fortes. Claro que si me llevaran a mí a las tertulias de la tele, pensaría lo mismo de mí mismo: qué hace ese hombre tan feo y tan viejo allí. Apago la tele enseguida y sigo escribiendo. ¿Pero de qué escribir en este momento de la historia en el que están asesinando la belleza? La guerra es la máxima fealdad. La codicia no le va a la zaga. A Trump le han votado 75 millones de seres humanos. A Putin, no lo sabremos nunca.
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Lord Byron en traje de albanés por Thomas Phillips (National Portrait Gallery, 1835)
Yo hice el servicio militar en 1985. Me imagino que me llama Pedro Sánchez para que me incorpore a filas: Vilas, hay que luchar por la libertad de Ucrania. A sus órdenes, presidente, le contesto. Con 23 años fui cabo primera. Me toca, pues, incorporarme cuando menos con el grado de comandante. Sería hermoso ser el comandante Vilas. Ir a defender a Ucrania como Lord Byron fue a defender a Grecia.
Imagino que duraría en el frente cinco minutos; entre la rinitis, la próstata, las cervicales, el dolor de cabeza y el insomnio no me daba tiempo ni a ponerme la estrella. ¿Pero solo comandante? No, por Dios. Le pediría a Sánchez ser coronel. Veamos: el coronel Vilas, sí, hay un poco de belleza allí. Mejor aún: mariscal de campo de la Corona de Aragón. Un sexagenario luchando por la libertad de Ucrania, como hizo Byron hace 200 años por la de Grecia. Bien, me voy a dormir más tranquilo, sintiéndome el militar más guapo del mundo, un Lord Byron de Barbastro.