Tiene las flores de Jerez, vibrantes y coloridas, clavadas en la retina y el arte, sereno y templado, metido en el alma. Lo sabe desde muy pequeña, cuando sentarse a pintar y dibujar le robaba el tiempo sin darse cuenta. “A medida que me fui haciendo mayor, se convirtió en una forma de evadirme. La pintura ha sido siempre mi sitio seguro”, dice la licenciada en Historia del Arte, la it girl e influencer de moda (351.000 seguidores), la nieta aristócrata de Aline Griffith –espía, escritora y condesa de Romanones–, la sobrina del artista Cristián Domecq.
Lulu Figueroa (Madrid, 1986) posee un legado tan propio que hace imposible que su sensibilidad no relumbre. La vuelca en sus pinturas de flores y, ahora también, en las escenas de la vida cotidiana que van intrínsecamente unidas a Ciro y Lucio, sus dos hijos. Vida y arte se dan la mano. Como también lo hacen arte y moda, la otra de sus pasiones.

La artista retrata a sus hijos en sus pinturas. Ciro, el mayor, en ‘El niño de los limones’
Transition, que recientemente ha presentado en el espacio Lugar Usual, en Madrid, es la última exposición de una artista que sabe, como nadie, florecer la belleza. También mostrar en sus pinturas el eterno cambio, en la pureza de su significado. “La naturaleza existe en evolución constante”, se presenta –en un texto– su nueva colección.
“Lo advertimos en la datura, que muestra su identidad, su ser, en la noche, para replegarse de nuevo al amanecer. Más si cabe en los niños, la construcción de su identidad a través del aprendizaje y derivada de su relación con el mundo que los rodea. Sus ritos de paso, su transición de bebé a párvulo, de párvulo a niño”, continúa. “También una transición en la manera de observar, representar y relatar. La flor abandona su papel central para convertirse en herramienta para plasmar al verdadero protagonista: el flujo, incesante, de transformación”, termina.
A la artista le gustaría seguir explorando otro tipo de arte como la escultura
Su segundo apellido lleva el arte en cada letra. ¿Nunca pensó en darle prioridad?
La verdad es que no. El arte es algo innato que tienes. También algo que has vivido a lo largo de tu infancia, de tu vida, que has visto constantemente, pero no forma parte del apellido. Creo que no es importante.
¿Le ha dado su tío algún consejo valioso?
Cuando estuvo en la exposición, me recordó el día en que le dije: “Oye, tío Cristián, ¿podrías darme alguna clase?”. A lo que él me respondió que no, porque cree que hay que aprender observando, viendo y experimentando. Es cierto que yo he aprendido mucho de observar a otros artistas: desde Velázquez hasta Frida Kahlo o Giorgia O’Keefe. También a mi tío.
Rosas, claveles, calas… ¿Por qué las flores inspiran su obra?
Siempre me han llamado mucho la atención. Voy andando por la calle y me paro a observarlas por sus pétalos, sus surcos, sus profundidades… Con esos colores tan fuertes y vibrantes, se convirtieron en seguida en mi fuente de inspiración y en la manera de transmitir mi sensibilidad.

Una flor de hibisco fucsia en la pintura ‘Hibiscus’
¿Cuánto tiene que ver Jerez en esto?
En Jerez hay muchas flores. Las que pinto en mi última colección las veía todos los días en mis paseos. Está el hibisco con ese rosa tan fuerte, que, no sé por qué, es una flor que me recordaba a mi abuelo. También la datura, llamada moonflower, que por la noche se abre y es fascinante… Pintar esas flores era la manera de hacer que perduraran en el tiempo.
¿El sur también es refugio?
Yo soy madrileña, pero siento que un trozo mío es de allí, es como otro universo. A los demás, cuando van a Jerez, les gusta salir, ir a la playa…, pero yo es que no me muevo. Estoy feliz, es como mi sitio de paz y tranquilidad. De hecho, mucha gente que vino a ver la última exposición, al despedirse, me decía: “me has transmitido paz”. Y eso era justo lo que quería, la sensación que deseaba provocar. Transmitir paz y tranquilidad, que es lo que siento yo cuando estoy en Jerez.
Mis hijos se han convertido en mi prioridad... Cuando eres madre cambias la manera de verlo todo”
Su nueva colección se llama Transition,. ¿Desde dónde y hacia dónde?
Desde esas flores que eran el principal tema de mi pintura, hacia lo figurativo y las escenas cotidianas, hacia mi día a día y mi paso del tiempo con la familia.
Ciro con una cesta de limones en la mano. Lucio mirando a través de una ventana o sentado en tu regazo. Por primera vez, retrata a sus hijos…
Ellos se han convertido en mi prioridad, son lo más importante ahora y, claro, era inevitable que fueran mi tema en mi nuevo camino. Cuando eres madre cambias la manera de verlo todo.

La pintura ‘Naturaleza’ muestra a Lulu Figueroa con su hijo pequeño Lucio, sentado en su regazo
¿Qué aprende de ellos cada día?
Que la paciencia es lo más importante. También saber esperar y disfrutar del momento. No nos damos cuenta y el tiempo pasa. Hay que disfrutar de cada instante con ellos.
De eso habla también sus pinturas, del cambio constante…
Eso es, del paso del tiempo y de cómo ellos van creciendo y yo voy, al mismo tiempo, creciendo con ellos, porque voy aprendiendo muchas cosas. Y del amor más incondicional sobre ellos.

La artista retrata a sus hijos en sus pinturas. Ciro, el mayor, en ‘El niño de los limones
La moda es otra de sus pasiones. ¿Siempre estuvo ahí?
Creo que, sin quererlo, la moda me la inculcó mi abuela. Me encanta y creo que pintura y moda van unidos porque son dos formas de arte que, al final, van de la mano. Es mi otra forma de expresión. Cuando te levantas por la mañana y tienes que vestirte, influye mucho tu estado de ánimo y lo trasladas a tu forma de vestir. Al final, la moda es una proyección de nosotros mismos.
Ha mencionado a su abuela. ¿La fundación que lleva su nombre es el mejor homenaje?
Que su legado perdure y se transmita su historia es súper valioso. Era una gran escritora y que eso se mantenga es importante.
Su abuela fue condesa, espía y escritora además de amiga de personajes conocidos como Grace Kelly o Jacqueline Kennedy
¿Se siente cómoda con la etiqueta de influencer?
Para mí es un honor ser una referencia, me encanta, pero a lo mejor me identifico más como pintora.
¿Cómo es el futuro artístico que sueña?
Sueño con adentrarme en otras formas de arte, como la escultura, algo que llevo diciendo desde hace muchos años. Y seguir pintando, por supuesto, y descubriendo otras formas de pintura.

Una de las pinturas de su serie que forma parte de un tríptico llamado 'Rosa amarilla'
¿Y el personal?
Seguir felizmente con mi familia y también trabajando en lo que me gusta, que para mí es un sueño.
My favorite things
Una flor: “Las rosas amarillas, por lo que simbolizan: tranquilidad, paz…”.
Una canción que te serene: “A mis hijos les fascina la música clásica y el otro día estuve escuchando con ellos la Sinfonía número 7 en la mayor de Beethoven, que es maravillosa”.
Un paraíso: “Jerez, obviamente [risas]”.
Un placer cotidiano: “Poner a los niños a hacer deberes que consisten en dibujar y sentarme con ellos. Lo disfruto muchísimo porque se lo pasan fenomenal”.
Un referente personal: “Son dos: mi madre y mi hermana mayor”.