En pantalla desprende una vis cómica un punto surrealista, que hace desaparecer si el papel lo requiere. La comedia ha sido el medio natural de parte de su trayectoria para este actor con apellido de saga. Hijo del gran Héctor Alterio, hermano de Malena, otra actriz de prestigio. Ernesto Alterio (Buenos Aires, 1970) atiende al Magazine Lifestyle a las 6 de la mañana, hora en Argentina, donde concluye el rodaje que le ha tenido dos meses en su país natal. Recién levantado -“me hacen madrugar mucho, estos horarios son de lo peor del oficio”- explica que en el thriller de Aritz Moreno encarna a un constructor corrupto, siniestro, habituado a saltarse la ley, que un buen día se encuentra con un cadáver en su maletero.
Su estreno, Mari(dos), tiene un tono bien distinto. Tras un alud de nieve dos individuos coinciden en busca de sus esposas, en coma. El conflicto surge al descubrir que se trata de la misma mujer. A partir de ahí, con humor, el filme aborda temas como el pudor masculino ante las emociones, los prejuicios trasnochados sobre virilidad o las relaciones abiertas.
Mi padre nos ha dejado espacio para crecer y equivocarnos. Es maravilloso, siempre respetuoso y con un sentido del humor increíble”
¿Qué haría en una situación surrealista como esa?
¡No tengo ni idea! Me parece interesante cómo lo gestionan los dos maridos, dos personajes muy antagónicos, que eso funciona muy bien para la comedia. A mi personaje la situación le supera. Es interesante el arco que tiene, cómo debe afrontar un montón de estructuras muy rígidas que tiene dentro, una masculinidad anticuada, la dificultad de expresar sentimientos… Cosas que tienen que ver con su posición como hombre en el mundo y en relación a las mujeres y a la familia. Debe afrontar todo ello y no le resulta nada fácil.
¿Comparte algo con su personaje?
Supongo que me reconozco en cosas de los dos. En este caso está exagerado, son algo extremos ambos perfiles, por el tono de la película. Pero está claro que vivimos en una sociedad patriarcal y que culturalmente nos ha calado mucho a todos, hombres y mujeres. Son estructuras que por suerte se están moviendo. Hemos tenido que revisar ciertas maneras de relacionarnos, todos, hombres y mujeres. No hace tanto que las mujeres no podían ni votar y dependías del marido para un montón de cosas. Obviamente reconozco que a mí todo ello también me ha calado.
A pesar de tener una familia de mentalidad abierta…
Por supuesto, yo he tenido una gran suerte con mi familia, que me ha educado en la idea de que somos todos iguales. Pero la propia sociedad te imprime patrones.
Una extraña pareja (de tres)
Hombres en cuestión
Ernesto Alterio borda los personajes de tipos indecisos, en crisis... Pero ha habido de todo en su extensa carrera. Desde su debut teatral en 1996, y en cine más tarde, suma buenos títulos como Los años bárbaros, Los lobos de Washington, El otro lado de la cama, Días de fútbol, El método o los últimos filmes dirigidos por Álex de la Iglesia, Perfectos desconocidos y El cuarto pasajero. Ahora, en la comedia de Lucía Alemany forma un curioso y eficaz tándem junto a un Paco León con acento catalán.
¿Cuál diría que es su gran virtud?
No sé yo si tengo una virtud (ríe). Yo es que estoy constantemente revisándome, cuestionándome, no sé qué decirte, amiga… A ver, es que las virtudes según se mire pueden ser defectos también... Bueno, el sentido del humor ¿sirve?
¿Y algo que quisiera cambiar?
¡Dejar de fumar! Eso seguro que quiero. Ja ja, no lo sé. Perdóname pero es que estoy recién levantado… Diría quizás no darle tantas vueltas a las cosas. Me gusta poner en duda todo, no soy una persona muy segura, hago terapia desde siempre, me parece útil revisar lo que hago.
¿Se lleva bien consigo mismo?
Pues sí, la verdad, creo que sí.
¿Qué es lo mejor de cumplir años?
Quizás que relativizas más las cosas, que te colocas mejor en el mundo.
¿Una virtud? No sé, yo es que estoy siempre revisándome, cuestionándolo todo... Quizás el sentido del humor”
¿Cómo diría que es este momento de su vida?
Me siento así como en marcha, buscando, persiguiendo mis sueños que tienen que ver con mi trabajo. En búsqueda.
¿Qué diría de su padre, Héctor Alterio? ¿Cómo es su relación con él?
Ah, bueno, pues la verdad, nosotros estamos como maravillados con nuestro padre. Tiene 93 años y sigue trabajando, tiene varios espectáculos, ahora está con uno muy bonito con textos de León Felipe y pronto se viene a Argentina a actuar un mes en un teatro. Eso lo tiene muy ilusionado. Es un ejemplo y un referente muy fuerte que tenemos. Es un padre fantástico, con un sentido del humor increíble, respetuoso siempre, para nada divo ni sobrecargante. Nos ha dejado el espacio para que crezcamos y nos equivoquemos. Una suerte.
Y usted, ¿qué tipo de padre es con su hija, Lola?
Es mi principal ocupación vital, lo más importante que me ha pasado. Tiene 16 años. Siento que el rol de padre es distinto al de mi infancia, la sociedad ha cambiado mucho, todos hemos evolucionado. Es diferente ser adolescente hoy que cuando yo lo fui. El mundo es otro. Pero en el fondo hay algo que permanece, que tiene que ver con el amor, el cuidado y la dedicación. Ser padre es un desafío al que uno se enfrenta y vas aprendiendo, cometes errores. No hay libros, aprendes sobre la marcha. Lo único que puedes hacer es estar presente, siempre. Disfruto mucho de mi faceta de padre.
A ser padre aprendes sobre la marcha. Pero es un rol muy distinto al de mi época. El mundo es otro”
¿Le ha sido más difícil al estar separado de su madre, la actriz Juana Acosta?
Nos hemos llevado bien siempre. Es difícil, claro, hay momentos duros para todos, mucho cambio, pero dentro de todo ello lo hemos llevado siempre con mucho cuidado hacia Lola.
¿Su hija quiere seguir en el oficio?
Eso dice. Le resulta muy cercano. Veremos... Ahora está en ese momento de descubrirse y de descubrir el mundo.
En su caso tuvo dudas a la hora de seguir el oficio paterno.
Sí, no lo tuve tan claro, no. Fue un deseo que me fue ganando poco a poco, lo tenía dentro y se fue imponiendo. Quizás estaba harto de que me preguntaran si iba a ser actor como mi padre. Pero a la vez siempre estaba jugando al teatro, involucrado con el arte. Yo estudié ciencias puras, quería ser neurólogo. Me interesaba el cerebro, cómo funciona. A veces digo, ¿por qué no me habré dedicado a otra cosa? (ríe). Estaría en un quirófano, tal vez… quién sabe.
El mundo está mal repartido y va a peor, si tuviera poder lo distribuiría mejor”
¿Qué no soporta de los demás?
La falta de educación, la gente que es irrespetuosa, poco cuidadosa con los demás, que se cree más que otros. Lo llevo mal.
¿Cómo le marcó el exilio familiar a España por la dictadura argentina?
Esa experiencia nos ha marcado a todos, sin duda. Nacimos en Argentina pero nos hemos criado en España, hemos vivido lo difícil que ha sido eso para nuestros padres, nos hemos tenido que adaptar y empezar de nuevo en otro lugar.
¿Esa vivencia le ha implicado más en política?
No necesariamente, supongo que mi historia familiar me ha dado cierta visión, tengo mis ideas, claro, pero no lo vivo como el caso de otros compañeros que sí tienen una implicación más fuerte, es un impulso que yo no tengo.
¿Cómo sería un día perfecto cuando no rueda?
Lo que haría es entregarme al placer de no hacer nada, dejarme llevar a ver qué me pide el cuerpo, escucharle y hacerle caso. Ya sea estar tirado o dar un paseo o ir a comer, el placer del dolce far niente.
No soporto la falta de educación, la gente que es irrespetuosa, poco cuidadosa con los demás, que se cree más que otros”
¿Su gran afición?
Pintar y tocar el piano son parte de mi busqueda artística. Estudio música desde pequeño, por suerte lo he podido ir incorporando en mi trabajo, he hecho varios espectáculos donde toco el piano. No son desconexiones sino actividades que necesito a diario, para abordar las cosas desde otro lado. Yo siento que está bueno desarrollar los sentidos. Además, si hago cine o teatro trabajo con equipos muy grandes de gente y hay que consensuar lo que haces. En cambio cuando pinto estoy solo y soy dueño de mis decisiones, para bien o para mal.
¿Le apetece probar tras la cámara, o escribiendo algún guion?
Tengo un deseo que late en ese sentido, pero todavía no hay nada concreto.
¿Qué le indigna de la actualidad?
Que el mundo esté tan mal repartido, que la riqueza esté en manos de tan pocos y tanta gente pase hambre. Esto no cambia y va a peor. Si tuviera poder repartiría mejor.
Si habláramos en un par de años, ¿qué le gustaría haber cumplido?
¡Dejar de fumar! No sé, seguir con las cosas que voy haciendo. Yo siento que lo mejor está por llegar. Tengo mis momentos de bajón, pero soy positivo y creo que la mejor versión de mí está por llegar.