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Ginés García Millán: “Dejar el deporte y dedicarme a esto fue un acierto”

Interpreta a una víctima de ETA

Ha sido rey, villano, empresario, presidente y casi cualquier oficio imaginable: su versatilidad se pone al servicio del último filme de Ángeles González-Sinde en un drama basado en una historia real

El comensal se estrena este viernes 27 de mayo.

Mikel Larrea

Si el lector piensa en un actor con cara de rey, su rostro estará en la quiniela. También si imagina a un hombre formal con profundas sombras en su interior. O a un jefe severo. O un padre preocupado. La agradecida fisonomía de Ginés García Millán le concede tal versatilidad interpretativa que, unida a un talento sin discusión, le ha permitido figurar en las series de mayor audiencia: de Periodistas a El Cid, de Motivos personales a La catedral del mar, de Herederos a ¿Quién mató a Sara? Hace de todo y lo hace bien y por ello no se arrepiente de haber dejado el fútbol –destacó en juveniles del Real Murcia y el Real Valladolid– para subirse a las tablas del teatro.

Comparte protagonismo con Adriana Ozores y Susana Abaitua.

LVD

García Millán estrena este próximo 27 de mayo El comensal, película dirigida por Ángeles González-Sinde y con Adriana Ozores y Susana Abaitua, que recoge una historia real, la que la cuenta la novela homónima de Gabriela Ybarra sobre la muerte de su madre y el asesinato de su abuelo a manos de ETA. En el filme, Ginés interpreta al primogénito de Javier Ybarra, empresario que fuera presidente de El Diario Vasco y El Correo y que ETA asesinó tras secuestrarlo en 1977.

La relación con su hija será muy tirante.

Mikel Larrea

Cuando un actor recibe un guión basado en hechos reales tan duros, ¿tiene más respeto por el guion?

De alguna manera, sí. Me encantó la novela y siento la responsabilidad de hacerlo desde el corazón para no defraudar al relato. Me parecía difícil cómo se cuenta la historia, de forma tan peculiar pero creí que había un buen trabajo.

Interpreta a Fernando Ybarra, un marido devoto pero padre muy serio, casi antipático. ¿Por qué cree que trata tan distinto a su esposa y su hija?

Es un hombre que vive marcado por el dolor a causa del secuestro y la muerte de su padre a manos de ETA. Quiere dejar el pasado atrás pero eso siempre está ahí y le marcará todas sus relaciones, particularmente con su hija, que quiere rescatar la memoria.

¿Qué es más difícil, interpretar a un marido en esas circunstancias o a un rey?

(Risas) Lo más difícil es hacer creíbles los personajes. He interpretado a algún rey y a algún presidente de Gobierno que deben vivir a través del actor en ese momento, mediante tu oficio. Por ejemplo, me supuso un desafío muy grande hacer a Adolfo Suárez, había tanto escrito, tanto documento… El público debe identificarse con sus emociones, ese es el secreto.

Ayuda mucho a su talento ese aspecto tan versátil que le permite hacer de rey y mendigo, de galán y de villano.

Muchas gracias. Nunca hay que olvidar que esto es también un juego con trasfondo de verdad. Me explico: los niños juegan de verdad, se creen sus personajes sean el vaquero, el ladrón, el indio o el rey. No tenemos que olvidar que esto en definitiva es un juego con la seriedad que le corresponde a una profesión.

Ginés protagoniza uno de los mayores éxitos de la plataforma. 

Neflix

¿Qué es lo que más agradece a su profesión?

Poder dar algo de mí. Ser actor me ha permitido conocer a gente maravillosa y viajar por todo el mundo. Desde la primera cosa que hice, una serie en TVE con Paco Rabal, ya pensé en la suerte que tenía; que era la mejor profesión del mundo. Decidir dejar el deporte y dedicarme a esto fue un acierto, me ha dado mucho.

Termina ¿Quién mató a Sara? serie de Amazon Prime por la que ha recibido en México el premio de la Unión de Actores y Actrices. ¿Cómo se siente ser protagonista de un fenómeno internacional?

(Risas) Con mucha alegría. Es increíble. Recuerdo cuando aquí hacíamos series con tanta audiencia como Periodistas o Herederos; ahora todo se multiplica, te mandan mensajes de cualquier lugar del mundo, África, Asia, el norte de Europa y cuesta asimilarlo del todo. Y aunque hay que darle la importancia que tiene porque es un divertimento, está la satisfacción de que te vean en todo el mundo. “¿Y este actor? Ah, es el villano de ¿Quién mató a Sara?” (risas). Eso está muy bien, es un regalo.

En la entrega de esos premios habló de Concha Velasco en unos términos elogiosos que ojalá proliferasen más. ¿Qué aprendió trabajando con ella en Herederos?

Concha es muy grande. Aprendí de su ánimo, el quitarle importancia a las cosas, la generosidad con todos, no solo con los actores que estábamos para toda la temporada sino con cualquiera que llegaba, su sencillez, la forma de entregarse al trabajo, jamás quejarse por tonterías… Aprendí mucho, como de otros grandes con quienes he tenido la suerte de trabajar.

¿Son los grandes menos caprichosos que algunos recién llegados al éxito?

Absolutamente. Los grandes de verdad saben el trabajo que cuesta y conocen la labor que hace cada uno de quienes les rodea. Es importante hacer la vida fácil a la gente, a tus compañeros de trabajo. En aquella serie con Paco Rabal le pregunté si podía darme algún consejo que me ayudase en mi carrera y él, que tenía mucha gracia (risas), me dijo “Apréndete el texto y párate en la marca”. Otro ejemplo: en la tercera temporada de ¿Quién mató a Sara? se incorporó Jean Reno y aunque nuestros personajes no coincidían mucho nosotros sí tuvimos grandes charlas. Me contó su infancia, cuando llegó a París, anécdotas y casualidades que tienen que ver con el misterio de la vida… Hicimos muy buenas migas y tengo un recuerdo maravilloso.

Tiene palabras muy elogiosas para la gran Concha Velasco, con quien compartió protagonismo en 'Herederos'.

LVD

Tomando el ejemplo de Reno, ¿cree que haber pasado por una vida azarosa y no acomodaticia ayuda a formar al actor?

Creo que sí. Un actor debe observar y si tiene sensibilidad y educa la mirada, aprenderá y dará mucho más. Alguien que sabe mirar el mundo expresa mejor la condición humana. Fracasos, cicatrices, heridas… Si uno tiene la sensibilidad necesaria para mostrarlo, eso es oro.

Se crio en un hotel, así que ha debido conocer de niño todo tipo de personas, oficios y procedencias. ¿No se le ha ocurrido escribir un guion?

(Risas) Escribo en la intimidad. Tengo apuntes y cosas pero bueno, afortunadamente soy de los actores que trabajan de forma continuada y no tengo mucho más tiempo para otras cosas. Cuando no trabajo intento disfrutar de la vida porque esto pasa muy rápido. Quién sabe si algún día…

Su rostro lo conoce todo el mundo, sin embargo, no lo vemos en las revistas. ¿Cómo escapa de los fotógrafos?

Hay que saber cuidarse en eso. En estos tiempos es difícil pero también debe uno guardar misterio. No me gusta hablar mucho, ni mi profesión, menos de mi vida privada; si hay que mostrar algo, mejor que sea a través de mi trabajo.

Tiene dos hijos, María y Alberto. Confío en que con ellos no haya sido tan seco como en esta película Fernando lo es con Icíar.

(Risas) No, no, seguro que no. Aunque a veces hay que ser padre, me llevo muy bien con ellos y no soy tan seco.

Sé que mientras hablamos está en Orense. ¿Qué hace allí?

Estoy rodando algo que me hace mucha ilusión, una película coral con Jaime Chávarri, que con 80 años está como un campeón. Me preguntó si quería colaborar para enviarme el guion –basado en la novela Ávidas pretensiones, de Fernando Aramburu– pero le contesté que como quisiera pero que estaría con él seguro; rodé con él El año del diluvio y le quiero mucho.