MR. ARMANI NON STOP
Complicidad es lo que se le pide a ‘un Armani’. Y “nueva normalidad”, un concepto que el diseñador define como una belleza global, sin edad y con poco maquillaje.
Texto: Ana Ro.
Aveces el árbol no deja ver el bosque, y Giorgio Armani es un bosque completo y sereno que desafía diariamente a los elementos: el paso del tiempo, el estancamiento, la crítica y, sobre todo, la impaciencia y el olvido de la tierra en la que se expande, que es la tierra de la moda. Tiene más de 80 años, lleva 40 en el negocio como creador y jefe absoluto de su compañía. En ese tiempo ha logrado vencer su timidez siendo fiel a sí mismo una y otra vez. Sus palabras más repetidas en las entrevistas son: disciplina, rigor, tenacidad, riesgo, consistencia, continuidad. Y también discreción y respeto. Esfuerzo: detesta la pereza con toda su alma.
A Armani, que es un observador silencioso –le gustan el cine, el teatro, la ópera–, le inspiran las mujeres y hombres con personalidad y experiencia, capaces de trascender por sí mismos cualquier moda, incluida la suya. Mujeres como Katharine Hepburn y Greta Garbo, o como Meryl Streep y Cate Blanchett; hombres como Clint Eastwood. Todos adultos, conforman una inspiración permanente para sus colecciones y sus campañas de publicidad, dirigidas a un mercado enorme que él define como The new normal, la nueva normalidad de una belleza atemporal, global, de múltiples facetas y edades. La imagen de esta proclama tan ambiciosa como personal la ha plasmado en blanco y negro Peter Lindbergh, fotografiando y rodando la campaña de publicidad de 2016 con un grupo de célebres tops de los noventa y otro de jóvenes millenials, sin apenas maquillaje y sin Photoshop. El resultado es un conjunto de retratos de bellas mujeres, vivaces y vividas, que visten de Armani con la misma naturalidad con que expresan sus complicidades. Complicidad: otro término de su cosecha personal. Eso es lo que siempre esperan de él sus clientes y fans, y todos los que pensamos que la moda no es un espectáculo de títeres burlescos sino una amiga cómplice de nuestra existencia.
Acaba de celebrar 40 años en el negocio de la moda…
Creo que he sido capaz de crear un estilo de vida en el que la gente se reconoce inmediatamente; de diseñar vestidos capaces de determinar nuevas actitudes, de seguir y quizás facilitar el cambio de los esquemas sociales. Es un gran logro para mí que mi trabajo haya tenido un impacto así de fuerte y tangible sobre la cotidianidad de la gente.
¿Cree usted que las mujeres se tienen que vestir de acuerdo con su edad?
Definitivamente. Cada edad tiene su estilo. La ropa no es necesariamente diferente pero la manera de usarla y llevarla lo es. Importa más el estilo que las modas… Lo más importante es ser uno mismo, es lo único que importa. Me dedico a crear productos que me gustan, ya sea para mejorar la vida de quienes los llevan o simplemente para añadir belleza.
¿Cómo definiría entonces a una chica con estilo?
Alguien con personalidad y capacidad de elegir, que es exactamente lo que deseo transmitir con Emporio Armani.
El olfato de Armani es más sociológico que meramente estético. Si en los excesivos ochenta vistió de austeridad a las primeras mujeres que entraron en las esferas de poder, en la segunda década del siglo XXI apuesta desde una de sus múltiples líneas, Emporio Armani, por el color y los lenguajes pop. Habla, en definitiva, el discurso millenial con básicos muy reconocibles: esas prendas que se adaptan tanto a cualquier circunstancia analógica como a una buena imagen de Instagram.
¿Qué destacaría de la colección de Emporio Armani para este otoño/invierno?
He diseñado para una mujer joven que trabaja con gran energía y quiere disfrutar la vida. Desarrollé formas simples, como los pantalones relajados o las faldas cortas –pero no minis– o una chaqueta bomber para darle un toque contemporáneo. En esta base limpia, añadí elementos gráficos en contraste, rectángulos, triángulos y cuadrados, con toques de verde, rosa y amarillo. Quería encontrar nuevas soluciones también para la noche, proponiendo chaquetas de mohair con mangas de lentejuelas llenas de luz, combinadas con bermudas fluidas con apariencia de faldas. Esta temporada quería una colección con un lenguaje más fuerte pero elegante en espíritu.
La colección lleva por título New Pop, ¿por qué?
Creo que se trata de estilo pop con un toque moderno, más cerca del corazón de esta generación millenial.
Pero quizá el gran talento del señor Armani sea el de anticiparse a los devenires empresariales de la industria. Él fue de los primeros en darse cuenta de que una sola marca no cubría la demanda real y creó, ya en los noventa, distintas líneas de difusión: firmas de vaqueros, de niños, de ropa de hogar que cubrieron todos los targets imaginables. Los demás siguieron sus pasos. Ahora que la moda vive un proceso de deslocalización y no existen tótems geográficos inamovibles, Armani ha decido repartir su producción en las dos grandes capitales europeas. Giorgio Armani desfila en Milán, Armani Privé, su línea de Alta Costura, lo hace obviamente en París y, al cierre de esta edición, la pasarela de Emporio habrá tenido lugar por primera vez también en la capital parisina.
Hablando de nuevas generaciones, ¿cree que el papel sigue estando a la cabeza o se decanta por la tecnología?
Todavía leo la prensa escrita y muchos libros en formato papel por puro placer. Uso mi teléfono móvil y mi iPad solamente por su sentido práctico.
Si Emporio Armani fuese un estilo de música, ¿cuál sería?
Sería una mezcla de estilos, desde pop hasta rock.
¿Alguna película o libro que haya visto o leído recientemente y que recomendaría?
Langosta, de Yorgos Lanthimos, me ha marcado de alguna forma: es una película de amor con una perspectiva moderna e inspiradora, sin llegar a ser excesivamente blanda o romántica.
Ha firmado hace unos meses un acuerdo para abolir el uso de pieles en sus colecciones. ¿A qué se debe esta decisión?
El progreso tecnológico alcanzado en estos años nos permite contar con alternativas válidas que hacen innecesario el uso de prácticas crueles con los animales.
El estilo del poder
Texto: Silvia Alexandrovich
Primero fue al hombre a quien Giorgio Armani liberó de todas las aristas y angulosos patrones como cajas de alambre que estructuraban su traje social y laboral. Con caídas de telas como de párpados, curvas que marcaban más el gesto que la forma corporal, y colores indefinidos de arena y polvo, el hombre se suavizó, ganó en seducción y poder y enterró lo rancio que hubo en él. Entonces Armani, autor desde 1975 de la apertura de una brecha estilística definitiva en la moda masculina, extendió su visión hacia las mujeres de una época en la que el paso de objeto a sujeto aún no tenía muy claras sus armas visuales de conquista: él, lo que hizo, que no es poco, fue integrar la misma idea de seducción e indolencia del nuevo traje masculino, de la ya glorificada en el mundo contemporáneo ‘chaqueta Armani’, en la vida profesional y social de las mujeres, dándoles el justo toque masculino, es decir, un uniforme, para favorecer su entrada (y permanencia) en los ámbitos tradicionales del poder, cuyos patrones, mal que nos pese, se siguen apoyando en lo varonil. Así es en el mundo real, el que sigue moviendo los hilos de la historia, aunque hoy se perciba de forma confusa a causa de las espesas redes sociales, donde algunas mujeressujeto se travisten en mujeres-objeto con un poder de influencia despampanante. Creo que hoy las mujeres no contemplan límites en sus formas de expresión, y que en el futuro serán ellas mismas quienes las definan para sí mismas. Después de esto, pasar a la acción con respeto y autoestima no dependerá únicamente de un estilo, sino de muchos.
Silvia Alexandrovich es periodista. Ha escrito en ‘Vogue’, ‘Marie Claire’ y ‘El País’, fue relaciones públicas de Loewe. Para algunos es el Rolls Royce del periodismo de moda.