Si no hay nada más discreto que un traje marrón, ¿por qué el de  Harris ha sido tan comentado?

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A pesar de su determinación de no convertir su aspecto en el centro de la conversación política, la candidata a la presidencia de Estados Unidos está condenada al escrutinio de su apariencia

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

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El titular pudo ser que Kamala Harris apareció por sorpresa en la primera noche de la convención demócrata celebrada esta semana en Chicago, pero lo más discutido desde entonces ha sido su traje de Chloé. A pesar de lo poco llamativo que en cualquier otro contexto podría resultar el dos piezas hecho a medida, una de las creaciones concebidas bajo la dirección creativa de Chemena Kamali, el color del conjunto ha hecho que su elección lleve días recorriendo lo largo y ancho de Internet.

Lo encuentre el lector marrón o lo identifique como beige, el tono resultó ser un guiño a un traje que Barack Obama llevó hace una década para una conferencia de prensa sobre Iraq y Siria, y que fue tan celebrado como criticado. En la cadena Fox se refirieron a él como un traje “no presidencial”, y desde el partido republicano afirmaron que era “una metáfora de su falta de seriedad”. A Obama le tocó apropiarse de aquellas críticas para que jugasen a su favor, un gesto que en su carrera política Kamala Harris ha ejecutado a menudo y domina con maestría. Con su traje marrón de Chloé, Harris se adueña del meme y se asocia directamente con el expresidente, dejando atrás a su predecesor Joe Biden y recuperando la estela de los Obama.

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

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Un pequeño paréntesis para subrayar la influencia de la dupla que el expresidente hace con su mujer: Monse, la casa fundada por Laura Kim y Fernando Garcia, que firmaba el dos piezas que el martes llevó Michelle Obama en la misma convención, ha generado alrededor de dos millones de dólares en ventas esta semana.

El equipo de Kamala Harris ha afirmado que el hecho de que en la web de Chloé el color del traje lleve el nombre “Coconut Brown” —siendo la del cocotero otra de las bromas con las que Harris ha alcanzado la viralidad —, fue pura casualidad. No era la primera vez que la política llevaba algo de la firma francesa; ya había elegido Chloé para una cena de estado el pasado mes de mayo. Tampoco fue la última: el jueves se coronó candidata demócrata con otro traje sastre de la maison, esta vez en azul marino, un tono más habitual en este tipo de ocasiones en las que los políticos apelan directamente al patriotismo usando rojo, blanco o azul. El tono del traje ha hecho que pase desapercibido algo que tiene más recorrido en el vestuario de Harris: su preferencia por las firmas europeas, que matiza su inclinación a la discreción con un punto de rebeldía.

Harris se coronó candidata demócrata con otro traje sastre azul marino de Chloé, una de sus firmas favoritas

Sus elecciones son, sin duda, intencionales, pero su determinación es, también sin duda, que lo que lleva no haga sombra a lo que dice; algo que lamentan los aficionados a la moda, que esperaban que su candidatura viniese acompañada de un giro de guion más acusado en su guardarropa. La candidata demócrata lleva años siendo fiel al uniforme que usó durante su carrera como abogada: trajes sastre, tacones de siete centímetros (a menudo firmados por Manolo Blahnik) y perlas. Las perlas, por cierto, son un guiño a la sororidad Alpha Kappa Alpha, la primera hermandad estudiantil de letras griegas afroamericana, de la que es miembro desde su paso por la Universidad de Howard. Las 20 fundadoras de AKA son conocidas como “Las 20 Perlas” y, por ello, sus miembros suelen usarlas a lo largo de su vida. Estas gemas se asocian también con la madurez y la sabiduría.

La fórmula se sostiene con firmeza en un aspecto fundamental: la ropa siempre le sienta bien (de lo que cabe deducir que trabaja con un buen sastre) y parece cómoda cuando la lleva, algo poco habitual en política. Que se desenvuelva con naturalidad juega favor del esfuerzo que Harris hace para que su aspecto no se convierta en el centro de la conversación, motivado en parte por la obsesión de su principal oponente con hacer de la apariencia ajena el centro de su discurso. Para muestra, las palabras que Trump dedicó a la portada de la revista Time protagonizada por Harris, con las que el líder republicano comparó la belleza de su rival con la de Sophia Loren, con la de su esposa Melania y con la suya propia, porque afirmó ser “mucho más guapo que ella”. Las apreciaciones sobre el físico de los demás, especialmente cuando tienen un tono negativo, son una manera de proyectar superioridad y dominio sobre el otro.

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

Kamala Harris en la convención demócrata celebrada en Chicago

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A pesar de lo poco llamativo de su vestuario, para Harris, que es mujer, política y de color, la moda va a constituir un desafío durante toda la campaña. Tal vez durante toda su carrera. Será sometida a escrutinio por su cuerpo y su apariencia, tendrá que llevar prendas que demuestren que es apta para el cargo. En noviembre puede convertirse en la primera presidenta mujer de Estados Unidos, en la primera presidenta mujer de color y en la primera presidenta de ascendencia surasiática. Una vez roto el techo de cristal, también podría ser la primera persona en conseguir que dejemos de asociar el traje oscuro a la figura de un presidente.

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