A unos 400 metros de la costa de Stresa, en la pequeña Isola Bella situada en el Lago Maggiore, Nicolas Ghesquière ha desplegado este miércoles su magia para presentar la colección crucero 2024 de Louis Vuitton. La propuesta del diseñador francés sumerge a los apasionados de la alta gama en un asombroso mundo marítimo capitaneado por criaturas acuáticas vestidas de lujo. Un desfile pasado -literalmente- por agua, pues la lluvia no ha dado tregua al modisto, que se ha visto obligado a mover el gran evento que había preparado en los jardines de esta exclusiva isla de herencia aristocrática al interior del palacio que la preside: el Palazzo Borromeo.
Una partida de barcos ha desplazado a los invitados y amigos de la firma a esta localización de ensueño que horas ante pasaba por un lavado de cara para la ocasión: una gran alfombra azul desplegada en su muelle, puestos con tesoros gastronómicos de la cocina italiana y las icónicas maletas de la marca exhibidas en stands por toda la isla. En el interior del Palazzo, la multitud paseaba por sus laberínticos pasillos al son de un cuarteto de cuerda y, a medida que tomaban asiento, los rostros conocidos comenzaban a destacar entre el gentío. Una elegante y muy callada Jennifer Connelly se dejaba fotografiar sonriente, ya sentada en el front row, junto a Alicia Vikander, vestida con un sofisticado diseño de cuero y piel de la última colección primavera/verano de Louis Vuitton. A pocos metros de ella, intentando evitar las cámaras, Cate Blanchett buscaba un hueco junto a Emma Stone. Estrellas internacionales del más alto nivel que se han mezclado con influencers de distintas nacionales. Entre ellas, en el front row español han destacado nombres como Gala González, Alex Riviére y Vanesa Lorenzo.
El frenesí ha terminado con el caminar de la primera modelo. Entre el arte barroco del Palazzo, la colección ha tomado un rumbo más majestuoso, casi aristócrata, a pesar de estar inspirada en un paisaje natural y marítimo. La rigidez y los tonos tierra de la colección crucero del año anterior han dejado paso a una línea fluida, vibrante y llena de color para el 2024.
Las lentejuelas, incrustadas en pantalones, faldas voluminosas y camisolas, se han presentado como la piel escamada de criaturas divinas que emergen de las profundidades para la ocasión. Personajes como medusa y tritón cobran vida en esta colección a través de cascos llenos de brillos, plumas y máscaras metálicas.
Esta idea de mezclar fantasía con realidad, la morfología de criaturas marítimas con rasgos humanos, se manifiesta a través de tejidos sedosos y transparentes, como una falda traslúcida repleta de perlas o un mini vestido fluido que flota con el paso acelerado de la modelo. Pero también, y sobre todo, con el nylon como material protagonista. Es sorprendente ver un Speedy o el Alma, bolsos clásicos de la firma, forrados de este elástico e impermeable material. Una vuelta de tuerca magistral que podría situar a los diseños más icónicos de la firma a la vanguardia del lujo.
El colofón final de esta línea lo han puesto los vestidos de fiesta. Majestuosos, largos y ondulados, como olas que se retuercen al romper en la orilla. Ghesquière los tiñe en tonos suaves como el rosa pastel, el verde agua, un hipnótico naranja y por supuesto el azul.
Una pequeña ovación arranca de los asientos de front row con el paso de un vestido transparente de lentejuelas plateadas combinado con un pantalón en el mismo tejido brillante. Sorprender, ser novedoso y gustar al mismo tiempo es hoy en día una tarea muy difícil en pasarela y mucho más crear una reacción del público a mitad de un desfile. Ghesquière sin duda lo ha conseguido a pesar de las contrariedades a las que se ha enfrentado el acontecimiento.
La verdadera ovación ha llegado cuando el diseñador ha salido a escena a saludar. Tras él, dos seguratas han salido acelerados hablando por el pinganillo. En realidad han ido a socorrer a una invitada, Oprah Winfrey, quien tras conocer la noticia sobre la muerte de Tina Turner ha quedado tan conmocionada que se ha visto obligada a abandonar el lugar.
Los contratiempos meteorológicos y la triste noticia sobre el fallecimiento de la cantante no ha empañado, sin embargo, la velada a la italiana en la que, a fin de cuentas, Louis Vuitton ha conseguido celebrar la época optimista que vive la industria del lujo en la actualidad, así como la belleza que desprende el universo alrededor de la histórica firma francesa.