“Cada segundo se descorcha una botella de Moët & Chandon”, afirman desde la maison de uno los champanes más famosos del mundo. Chardonnay, pinot noir y pinot meunier principalmente, de los viñedos de la región de Champaña, son las variedades escogidas para elaborar tan preciado espumoso. Se utiliza la técnica del assemblage, donde se combinan vinos de diferentes años y distintas variedades de uva para conseguir un champán con identidad propia y, sobre todo, el mismo sabor.
Y si beber una copa de Moët & Chandon es un exclusivo placer a la altura de los reyes, lo es todavía más alojarse en el Château de Saran, un edificio que se ha convertido en el mejor embajador de la marca.
“Cada segundo se descorcha una botella de Moët & Chandon”
Fue construido en 1801 como un modesto pabellón de caza por el nieto del fundador, Jean-Rémy Moët, un hombre hábil que supo rodearse personalidades tan ilustres como Napoleón Bonaparte, un fiel amigo de la marca. Con el tiempo, la edificación se amplió y reformó para convertirse en una elegante casa de campo para la familia. Su última residente fue madame Thomas, que tras fallecer en 1952 donó el castillo al hospital Auban-Moët. Dos años más tarde regresaría a manos de la maison, y desde entonces no ha dejado de recibir a los huéspedes más ilustres.
Vivir una velada mágica en este exclusivo lugar no tiene precio, literalmente, pues solo es posible a través de una invitación personal de la casa. Dispone de once habitaciones, todas distintas y decoradas con detalles únicos que tienen que ver con algunos fragmentos de su historia. Así las suites tienen aspectos culturales de Oriente, Rusia, Reino Unido, América... y aires que recuerdan al imperio de Napoleón, Luis XIV, Dior, Hollywood y los felices años veinte.
La fantasía empieza nada más cruzar la puerta del castillo, donde espera el personal con una cuidadosa escenografía. En el salón la chimenea está encendida; hay flores, frutas y dulces para picotear, y al otro lado de la sala un piano de media cola junto al árbol de Navidad con regalos. La escalera de hierro forjado, que lleva a los pisos superiores, está decorada con guirnaldas y hojas de pino. Todo es tan bonito, tan exquisito... No falta detalle. Y es entonces cuando se sirve la primera copa de champán de las muchas que se beberán durante toda la jornada. Aunque la noche es larga y lo mejor está por llegar.
El vendangeoir, el antiguo edificio de la vendimia, frente al castillo, se convertirá en un anfitrión de lujo para ofrecer una cena de Navidad muy especial. Platos elaborados por el chef ejecutivo Jean-Michel Bardet y su equipo que se maridarán con los champanes insignia de Moët & Chandon . Uno de los secretos mejor guardados del château es el pasaje subterráneo que conecta los dos edificios, un atajo que permite llegar al comedor sin salir al exterior y exponerse al frío.
En la oscuridad de la noche aparece la primera sorpresa, tras las puertas del subsuelo surge una pirámide de copas de champán vacías. Un obstáculo fácil de superar por los huéspedes más valientes, que se atreven a verter el contenido de las botellas en una cascada de burbujas infinitas.
Un poco más adelante, el comedor ofrece una imagen fascinante y llena de glamur. Una extensa mesa iluminada con una hilera de velas artificiales que se mezclan con los tonos dorados de lámparas y los ribetes de la vajilla espera a que se sienten los comensales. Y empieza el espectáculo de las deliciosas creaciones gastronómicas que combinan a la perfección: Brut Impérial para acompañar un plato de mariscos, un Grand Vintage Rosé 2016 se combina a la perfección con un carabinero rojo, un Grand Vintage 2016 acompaña a un ave de corral de Cour d’Armoise cocinada en su costra, y finalmente un Néctar Imperial es servido con un tradicional tronco de Navidad.
Tras la exquisita cena, los invitados acceden a un bar con música de un dj en directo, allí se relajan y aparecen las primeras confidencias y risas para un fin de fiesta excepcional. Y al día siguiente, el desayuno es la culminación de una estancia de lujo. Vajilla de porcelana y cubertería de plata en la que se servirán zumos detox, fruta fresca, cereales y pastelería local, entre muchas otras delicias.
Un recorrido por la bodega
Lo que sí está al alcance de todo el mundo, es una visita a las cavas subterráneas de la maison, en la localidad de Épernay, donde empezó todo a principios del siglo XVIII. La bodega se creó bajo la casa familiar. Allí reposan millones de botellas a una temperatura constante entre diez y doce grados.
La visita empieza con la exposición Memories of tomorrow, creada para los 280 años del champán. Se exponen once símbolos icónicos realizados por las bordadoras artesanales del Atelier Baqué Molinié, iconos reconvertidos en objetos de arte que parecen joyas.
Tras bajar unas escaleras, un guía acompaña a los visitantes por el subsuelo, la luz es ténue, hacer frío y se respira tranquilidad. Son de 28km de galerías en las que es fácil perderse, aunque esté todo indicado. Un trayecto que va del pasado al futuro, del pasado son las botellas apiladas en paredes y estanterías donde madura el vino en sus lías, caldos que formarán parte de los nuevos champanes del futuro.
La botella más antigua que se conserva es del 1869, pero hay más botellas viejas, y es que los vinos de reserva les permiten ver la evolución de los champanes y así predecir cómo será el champán del futuro. Y es que se necesita mucho tiempo y paciencia para crear una botella, mínimo de dos a tres años de maduración para Moet Imperial, de siete a diez años para un Vintage y de 15 a 20 años para un Grand Vintage.
Y no hay visita que se precie sin cata, y eso es lo que la maison ofrece al finalizar la visita que pasa por la impresionante boutique donde se pueden adquirir los preciados champanes.
Dónde
Moët & Chandon
20 Avenue de Champagne, 51200 Épernay, Francia