Barcelona desde las alturas: cinco miradores urbanos con buenas vistas (y algo más)
Experiencias
Para apreciar la ciudad sin salir de ella y disfrutar de algo más que las vistas
Apreciar la magia de una ciudad como Barcelona, implica perderse entre sus calles repletas de tiendas, edificios históricos y gente que camina deprisa entre el ruido de los motores, las obras eternas y las voces de algunos que charlan animadamente. La ciudad vibra, pero a veces, lo mejor es alejarse del bullicio para buscar una perspectiva más tranquila, menos estresante, una que nos ofrezca la posibilidad de contemplar lo que no vemos a simple vista, la que hay desde arriba y con la ciudad a tus pies.
En las alturas descubriremos la parte más oculta de Barcelona, aquella que enseña cómo se estructura las cuadrículas de las calles de l'Eixample, cómo sobresalen entre un mar de edificios las cúpulas triangulares de la Sagrada Familia y el edificio de la torre Glòries –uno de los más altos–, y a lo lejos aparece la figura de las Tres Chimeneas de Sant Adrià, las hileras de árboles que purifican el aire, y el mar al fondo, como si de un cuadro se tratara, entre muchas otras escenas cotidianas.
Barcelona posee miradores naturales espectaculares, pero también los hay en pleno casco urbano, lo que facilita poder acceder a ellos a pie o en transporte público sin necesidad de salir de la ciudad. Y algunos de ellos son algo más que un simple observatorio, han sido pensados para que podamos disfrutar de la ciudad y de sus vistas.
Una ciudad en transformación
Mirador torre Glòries
Los arquitectos Jean Nouvel y Fermín Vázquez diseñaron uno de los edificios más emblemáticos de Barcelona, la torre de Glòries (anteriormente torre Agbar). Una atalaya de punta redondeada de 144 metros de altura, que emula a un géiser de agua que brota de la tierra caliente y termina en el cielo en su cúpula de cristal. De hecho, la visita no empieza arriba donde hay un gran mirador, a 125 metros de altura, sino en el subsuelo, en el piso menos uno, en lo que llaman Hipermirador, un mirador que no sirve para ver, sino para reflexionar sobre el propio ecosistema de la ciudad.
En relativa oscuridad y silencio, pues una banda sonora, creada por Maria Arnal y John Talabot que cambia diariamente según el palpitar de la ciudad, acompaña al visitante en este recorrido. Con el big data en tiempo real se crean piezas digitales que varían según los datos obtenidos por una serie de sensores distribuidos por la urbe. En una de las paredes, en una espectacular pantalla de 108 m2, se muestran las diferentes atmósferas urbanas: cielo, viento, mar y sonidos en constante cambio y movimiento.
De aquí hasta el punto más alto en pocos segundos en un ascensor. La cúpula permite unas vistas 360º excepcionales, desde el hotel WBarcelona, el 22@ (donde está situada), el Tibidabo y la Gran Vía. Y por encima de nuestras cabezas una espectacular obra de arte de Tomás Saraceno, Cloud Cities Barcelona, una escultura suspendida dentro de la cúpula y construida a partir de una estructura de cables tensados que emula las nubes en forma de gotas de agua. Esta estructura se puede recorrer por dentro, si se está en buena forma y con un calzado adecuado, como si se sobrevolase la ciudad.
Cócteles y vistas en el centro de la ciudad
Terraza del Hotel Barceló Raval
Situado en pleno corazón de la ciudad, cerca del mercado de la Boquería, la plaza Real y el MACBA, en la rambla del barrio del Raval, este hotel de cuatro estrellas sobresale por encima de todos los edificios del barrio. Tiene forma elíptica y cuenta con dos sótanos, un recibidor y 10 plantas. Al acceder, un lobby espectacular de diseño vanguardista, nada discreto por cierto, con sofás en color magenta, suelos oscuros, lámparas barrocas y paredes decoradas con cerámica son su tarjeta de presentación. Y lo que más sorprende es el ir y venir de los clientes que no cesa, sobre todo para subir a la terraza, donde hay una panorámica inigualable del horizonte de la ciudad.
Su forma elíptica permite obtener unas vistas 360º desde el Tibidabo a Montjuïc pasando por toda la ciudad. La terraza dispone de algunos prismáticos gratuitos que permiten acercar la vista a puntos concretos. Y dispuestos alrededor de la barandilla, hay sillas y mesas altas en las que poder tomar algo, no es obligatorio, pero es una buena opción para ver una espectacular puesta de sol. El bar sirve deliciosos cócteles con o sin alcohol.
Arquitectura, historia y cultura, a vista de pájaro
Torre Urquinaona
La torre Urquinaona es una edificio de estilo brutalista, de planta octogonal y formas poliédricas en la parte superior, fue construido por el arquitecto Antoni Bonet entre 1968 y 1970. Tiene una altura de 70 metros y 22 plantas, y el color y la cerámica oscura de su exterior fueron seleccionados para resistir la contaminación urbana y el paso del tiempo, pues se encuentra en la plaza del mismo nombre, un punto muy concurrido de gente y tráfico. Este edificio está incluido en el patrimonio arquitectónico de Catalunya con carácter de rascacielos.
Desde hace un año que su planta 20 está abierta al público los fines de semana y festivos, de 10 a 22 horas, para disfrutar de las vistas 360º desde sus 22 ventanales. Un audioguía –descargable mediante códigos QR– permite conocer los aspectos más importantes de Barcelona, anécdotas, edificios, barrios... y no solo eso, también se pueden contemplar exposiciones temporales de artistas locales. Y aunque no es un lugar para tomar algo, según el tipo de entrada se puede disfrutar de una bebida mientras el sol se pone o bien de una copa de cava con vistas nocturnas, sin prisas y cómodamente sentados.
Una azotea convertida en una obra de arte
Terraza de la Pedrera
La Pedrera o casa Milà es la última casa construida por Antoni Gaudí antes de morir arrollado por un tranvía, realizada para el empresario textil Pere Milà y su esposa Roser Segimon. Está ubicada en uno de los chaflanes del paseo de Gracia, donde el arquitecto mostró su increíble capacidad creativa inspirándose en la naturaleza. Y además de poder ver la casa por dentro con los muebles que recrean la vida de una familia de la burguesía catalana a principios del siglo XX, destacan los patios interiores, interconectados y pintados con murales de flores y mariposas, además de un el desván formado por 270 arcos catenarios de ladrillo plano, cuya forma imita el vientre de una ballena.
Y como actividad extra, se recomienda la visita con gafas de realidad virtual de la planta del entresuelo, en el que se combinan la visión del entorno real con hologramas de la historia de Gaudí, la casa y la familia Milà, es realmente sorprendente.
La visita termina en uno de los lugares más mágicos de la casa, la azotea, que está llena de esculturas gaudinianas que no son otra cosa que cajas de escalera revestidas con el famoso trencadís, torres de ventilación y chimeneas que giran sobre sí mismas, siguiendo un trazado interior y exterior que obedece al desplazamiento aerodinámico de los humos, que nos recuerdan a un guerrero y su casco, y con unas vistas espectaculares al centro de Barcelona, paseo de Gracia y a otros lugares emblemáticos de la ciudad, como la Sagrada Familia, el castillo de Montjuïc, el parque del Tibidabo y la torre Glòries.
Una experiencia interactiva y virtual
Mirador virtual del Museo de Cera
Un edificio de 1873 escondido en un callejón estrecho y apartado en la parte baja de la Rambla, antigua sede de la Compañía General de Crédito de Barcelona, alberga, hoy en día, una de las atracciones más turísticas de la ciudad, el Museo de Cera. Un museo renovado totalmente en 2020, con nuevas figuras y experiencias interactivas utilizando las nuevas tecnologías en 28 espacios distribuidos en tres plantas. Hay muchos lugares en los que el visitante puede fotografiarse junto a sus personajes preferidos.
La visita empieza en el hall, dentro de un ascensor transparente, por ambos lados y parte del suelo, desde el que es posible observar el ascenso, en tiempo real, hacia el tejado del edificio, desde el que se obtienen increíbles vistas virtuales del skyline de la ciudad. La sensación es muy real y no deja de sorprendernos.