Con 11 años, la barcelonesa Priscila Llorens vio la película Planes de boda y lo tuvo claro: “Yo, de mayor, seré esto”. Con “esto” se refería a un trabajo todavía incipiente en España, que en aquel filme encarnaba Jennifer López: una experta organizadora de bodas, algo así como la directora de orquesta que logra que todo suene a la perfección, que nada desafine.
La figura del wedding planner, nacida en Estados Unidos en los años 50, es hoy una profesión al alza. “Han surgido muchísimos negocios de este tipo”, señala Llorens. Aunque la cifra de matrimonios va a la baja desde hace décadas, muchas parejas que se deciden a dar el paso desean una fiesta distinta, sorprendente. “Pero no tienen tiempo ni experiencia para escoger y planificar, así que si son exigentes, precisan ayuda experta sí o sí. Nuestra misión es precisamente lograr que los novios disfruten de un día perfecto con la tranquilidad de tener todo bajo control”, explica la experta.
Tras estudiar ADE y Publicidad y Relaciones Públicas, trabajó en BCN Wedding Planners (que organizó por ejemplo la boda del actual entrenador del Barça Xavi Hernández o de la periodista Samanta Villar). Hace seis años abrió su propia empresa en Barcelona, que hoy forman un equipo de cinco personas y que ya ha diseñado 150 bodas hasta el momento: “El primer año organizamos 7, el siguiente ya fueron 14, luego 22… Me encargué del enlace de varias instagramers, entre ellas Alexandra Pereyra, y eso me dio notoriedad. En el 2020, pese al confinamiento, pudimos celebrar 5. En el 2021, 24, y el 2022 tenemos la agenda completa, ya estamos programando para el 2023”.
Es un sector elitista; el precio total de una boda de este estilo es de mínimo 400 euros por invitado”
Si uno teclea wedding planner en Google, la multitud de entradas da una idea de la variedad del sector, servicios, precios y enfoque. Llorens opina que la demanda crece especialmente entre clientela de alto nivel adquisitivo. ¿Es una clientela vip? “Sí, es elitista este sector. Hay que pensar que el precio total de una boda de este estilo es de mínimo 400 euros por invitado. Mis honorarios oscilan entre los 6.500 y 8.500 euros”, precisa.
La lista de asuntos a controlar asustaría a cualquiera: desde elegir el recinto, colocar si es necesario carpas o tarimas, toda la iluminación, autocares para los invitados, coche nupcial, flores, catering…. Sin embargo, a ella le divierte organizar, desde siempre. “Hoy las bodas tienen bastante de espectáculo: la consigna es ‘más es más’. Los novios quieren show, pero van un poco a ciegas, lógico. Primero les pido fotos de lo que les gusta, para definir su estilo: si es romántico, boho, italiano tipo Toscana, si prefieren la madera, el oro o la plata…
Y a partir de ahí les hago propuestas: ¿Qué os parece si montamos una haima? ¿O una carpa transparente con plantas colgantes? Así vamos definiendo. Me inspiro en bodas de Estados Unidos (las adapto, pues son algo ostentosas) y en las libanesas, que son alucinantes. Busco ante todo innovar y trabajo con proveedores de confianza (chefs como Nandu Jubany, El Celler de Can Roca o Dani García, estilistas como Jaume Solé de Bó Barcelona...)”.
Hoy las bodas tienen bastante de espectáculo. Los novios quieren show, pero van un poco a ciegas”
Habla de originalidad. ¿Qué le piden? “A mí ya me parece normal casi todo, pero a veces me han pedido cosas curiosas, como por ejemplo alquilar cisnes para un lago privado, llegar en carroza de caballos o en helicóptero, colocar toros mecánicos para la 'disco', servicio de retoques de maquillaje y disfraces para los invitados, pistolas de CO2, un experto cubano que elabore puros habanos, un ilustrador que inmortalice el momento del sí. O un globo para que los invitados, durante el aperitivo, puedan disfrutar de las vistas de la finca desde el aire”.
Y llega el gran día. “Vamos al enlace, con los walkie-talkies, alerta a todo. A veces hay imprevistos. “En una boda tuvimos un parto, en otra un invitado cayó al agua... Es un trabajo bonito, pese a tener que trabajar fines de semana y a los frecuentes cambios de opinión de los novios. Cuando acaba la fiesta y te lo agradecen, la sensación es alucinante. Como vivir una comedia romántica de cine”. Pues que empiece el espectáculo.