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¿Cuántos retoques son demasiados?

Las razones para apostar por los retoques estéticos son variadas y personales. Y, siempre que sean del gusto de quien busca el cambio, no deberían ser objeto de juicio. Pero resulta difícil no preguntarse dónde acaba la mejora y empieza la adicción después de ver la transformación de Renée Zellweger, gemelas que dejan de ser idénticas como Mary-Kate y Ashley Olsen tras el paso de la primera por el quirófano, o la orgullosa exhibición en la red de los desproporcionados y cotizados glúteos de Kim Kardashian.

Soluciones precipitadas

Según el informe La realidad de la cirugía estética en España, presentado por la Secpre (Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora) el pasado junio, se practican 65.000 de esas operaciones al año, un 12,2% en hombres. La franja de edad en que más se recurre a ella está entre los 30 y los 44 años.

El abuso es una de los problemas que pueden darse con la toxina botulínica, que, bien aplicada en las arrugas del entrecejo y algún otro pliegue estratégico, rejuvenece al instante. Los médicos recomiendan inyectarla cada seis meses para mantener el resultado, pero hay quien quiere más y cambia de consulta para recibir una nueva dosis a los dos o tres meses. Son personas que no saben parar, y el resultado es cada vez más artificial. “El problema es que todo el mundo busca soluciones rápidas”, señalan Matilde y Emma Saurina, una referencia en tratamientos estéticos menos acelerados, que tratan de que sea la propia piel la que se defienda del proceso de envejecimiento.

Los neutrales

El dermatólogo neoyorquino David Colbert, famoso por su tratamiento facial Triad, al que suelen recurrir unos días antes del desfile las modelos de Victoria’s Secret, como Adriana Lima, sabe que alguien se ha pasado con los retoques “cuando su expresión queda atrapada en algún punto entre la apariencia de felicidad y tristeza. Yo los llamo los neutrales”, comenta. Si se piensa en determinadas imágenes de Nicole Kidman, una actriz que ha reconocido (y lamentado) haberse pasado con el bótox, es fácil hacerse una idea. El método Colbert combina microdermoabrasión, láser toning y una suave exfoliación química. Y recomienda tener mucho cuidado con “los superestiramientos faciales, ya que su abuso transforma todos los aspectos naturales de una cara humana y puede convertir al paciente en lo que se conoce como un beautybot, un robot”, apunta.

El dermatólogo neoyorquino David Colbert sabe que alguien se ha pasado con los retoques “cuando su expresión queda atrapada en algún punto entre la apariencia de felicidad y tristeza; yo los llamo los neutrales”

“Si se nota demasiado que ha habido cirugía, es que se ha tomado una mala decisión a la hora de elegir el tratamiento o procedimiento más adecuados, por lo que el resultado no será el correcto. También hay que tener cuidado con no hacer más de lo que se necesita”, opina el doctor Antonio de la Fuente, jefe de la unidad de cirugía plástica del hospital Ruber Internacional de Madrid.

Para el doctor Jorge Planas, de la clínica de Planas, “una cara está bien operada si la cirugía no se hace evidente, lo que se consigue con una buena técnica, experiencia y sentido artístico de las proporciones”. Destaca que “nada es difícil de solucionar si se elige la técnica adecuada para cada caso”, aunque puntualiza que “si se pretende, por ejemplo, hacer desaparecer todas las arrugas a base de bótox o toda la flacidez con rellenos, los resultados serán caras demasiado planchadas o con volúmenes excesivos”.

Reconoce haber aconsejado a algunas pacientes que no se retoquen más el rostro, “sobre todo a las que llegan sobreinyectadas”, precisa. Otras veces se ha negado a llevar a cabo una intervención “bien porque las expectativas de resultados que tienen los pacientes son irreales o porque, según mi criterio, no necesitan la operación que me piden”. Perder la personalidad por el camino no es una opción: “Tanto con medidas quirúrgicas, como el lifting o la blefaroplastia; o no quirúrgicas, como el lifting líquido, radiofrecuencia o bótox, se puede rejuvenecer el rostro sin restarle naturalidad”, afirma el doctor Planas. “La blefaroplastia inferior trasconjuntival (eliminar las bolsas grasas de los párpados inferiores) y el nanofat (inyección de células para eliminar la coloración oscura de las ojeras) no dejan cicatriz y rejuvenecen mucho la mirada”, comenta.

El doctor Javier de Benito coincide en que “es un deber explicar al paciente si sus expectativas son factibles e informar clara y honestamente de los posibles resultados según sus características anatómicas, para que tome una decisión con pleno conocimiento”, dice. “Hoy en día existen métodos no invasivos con poco tiempo de recuperación, como las técnicas con suturas Silhouette, Soft y Lift, acompañadas de rellenos y ácido hialurónico, que combina la cirugía miniinvasiva y la medicina estética para prolongar sus resultados”, señala

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ARRIBA ESE GLÚTEO

En los vídeos y conciertos de Beyoncé o Jennifer López, sus bien trabajados y estéticos glúteos acaparan primeros planos. No ocurre lo mismo con los de Kim Kardashian, que, además de sobredimensionados, contrastan demasiado con la estrechez de su cintura. El doctor Orestes, director de cirugía corporal del Instituto Javier de Benito, desaconseja optar por implantes y rellenos para imitarlos: “Es un volumen exagerado que es tendencia en Latinoamérica y Estados Unidos, pero que desentona dentro de los cánones de la sociedad europea”, afirma. Y añade que “existen procedimientos que permiten levantar la zona sin necesidad de aumentar el tamaño. Sólo se coloca algo de relleno cuando es preciso para lograr un efecto más rotundo”, concluye.