Interiorista de renombre y alma inquieta, Isabel López Vilalta (Barcelona, 1959), nos recibe con una cálida sonrisa en el que es su nuevo hogar desde hace apenas seis meses. Es un reflejo perfecto no sólo de su trayectoria profesional, sino también de su vida, sus recuerdos y su mirada sobre el mundo que la rodea; un espacio pensado metro a metro para ofrecer comodidad, porque “un hogar no solo debe ser un lugar funcional, debe ser un lugar donde te encuentres a ti misma, donde cada rincón te ofrezca paz”, explica.
Antes de mudarse a esta casa, en una finca clásica construida en 1946 en el barrio de Sant Gervasi, Isabel López Vilalta vivía en una vivienda más pequeña en Sarrià; tenía un pequeño patio encantador, pero ella sentía que necesitaba más espacio. ”Quería una casa que me ofreciera esa amplitud que echaba de menos sin sentirme perdida en su inmensidad. El piso es grande, tiene 190 metros cuadrados, pero no me sobra espacio”. De las cuatro habitaciones iniciales, la interiorista creó una antesala que da a un dormitorio con la cama en el centro y dos grandes armarios, uno para ropa de verano y otro para la de invierno y un baño en suite. En el techo, un móvil del taller mallorquín Solito hace las delicias de su nieto cuando duerme con ella.

Espacio íntimo. El dormitorio principal, en blanco y con notas neutras y arte, como el móvil del taller Solito
Salvo un baño y el dormitorio de su nieto, disimulados tras el panel el vestíbulo que comunica la zona de noche y la de día, los espacios se abren entre sí, creando una sensación de flujo continuo sin perder la intimidad que se espera de un hogar. Por ejemplo, el mueble de la cocina, con sobre de piedra, sigue hacia el comedor transformado en un mueble bufet frente al que se ha instalado una mesa para 16 comensales.
El uso de la luz es otro elemento esencial en este proyecto, no sólo por la elección de las lámparas, desde las clásicas de Corderch o Milá, a otras del rompedor Ingo Maurer, sino por la que entra por las grandes ventanas. Los dormitorios, orientados hacia el este, reciben el sol de la mañana, mientras que las zonas de día, al oeste, aprovechan la luz cálida de la tarde. “La luz transforma los espacios y crea ambientes diferentes según la hora”, dice maravillada.

En sus mudanzas siempre le acompañan sus libros, algunosde la biblioteca paterna. El sillón de Van Duysen convive con el plástico de las sillas de Magistretti o la lámpara de techo de Ingo Maurer

En la antesala del dormitorio principal, lámparas nórdicas
Lo ecléctico de las piezas decorativas, mezcla de objetos modernos con piezas heredadas, resulta, sin embargo, armónico. ”Ese sillón es de Vincent Van Duysen, de cuando aún no era muy conocido. También me encanta el cactus con forma corazón que tengo aquí”. De sus sucesivas mudanzas, con esta van siete, lo único que ha acompañado siempre a López Vilalta han sido sus libros, entre ellos algunos que fueron de su padre, que tenía una colección de 30.000 títulos, o el retrato de su madre. También el óleo de Ráfols-Casamada L'horitzó, la mesa órbita -diseñada por su ex marido, Ramón Isern- o las lámparas TMM de Miguel Milá.
Isabel López Vilalta, reconocida no sólo por sus proyectos domésticos, sino que firma algunos de los mejores restaurantes y hoteles de nuestro país (desde el Omm al Caller de Can Roca -con Marta Tarruella de socia-, al Grau Roig Boutique Hotel & Spa de Andorra o el Can Armengol en Palma, por citar algunos proyectos de su etapa en solitario), se define como “alguien que busca encontrar el equilibrio perfecto entre funcionalidad y estética”. Le atraen “los diseños clásicos, las cosas imperecederas”, y explica que no tiene ni colores ni materiales preferidos, así que en su casa el sillón de cuero marrón de Van Duysen convive con el plástico de las sillas de Magistretti o de la lámpara de techo de Ingo Maurer. “Creo que las cosas bonitas y de calidad, combinan en general bien”.

Sobre la mesa del comedor, lámpara de plástico hinchable de Ingo Maurer
Al mudarse a su nuevo hogar, López Vilalta también se enfrentó a algunas contracciones; reconoce que instalar parquet en un país mediterráneo como el nuestro, donde habitualmente nos protegemos del calor, “es una especie de locura. Idealmente, tendría un suelo que permitiera ir descalza en verano, sintiendo el frescor en los pies, pero la madera te da mucha sensación de confortabilidad”.
Siempre he creído que el lápiz es una extensión del cerebro, mientras que el ratón es más torpe”
La interiorista también se define como “una persona muy analógica. Si no tengo un lápiz en la mano, no puedo pensar con claridad. Yo tengo papeles por todas partes, los reorganizo, los dibujo, los paso y repaso hasta encontrar la solución que busco. Personalmente, siempre he creído que el lápiz es una extensión del cerebro, mientras que el ratón es más torpe”.

Mesa de centro Órbita de Gemma Bernal y Ramón Isern, 1986
Lo que la enriquece como persona y como creativa “viene de un conocimiento más profundo y variado. Me nutro de muchas cosas: el teatro, la ópera, la danza... La iluminación del teatro, por ejemplo, es una gran fuente de inspiración. También me encanta la arquitectura clásica y el diseño de grandes maestros como Vico Magistretti. Esas son las influencias que realmente me aportan algo”.
Las tendencias son parte del juego, pero el buen diseño debe tener algo auténtico, algo que no pase de moda y se mantenga vigente”
Ya son cuarenta años de ejercer una carrera que Vilalta no sabía ni que existía: “No planeaba dedicarme a esto, hasta que el padre de un novio me habló de esta disciplina. Mi padre sugirió otras alternativas más convencionales, como la delineación. Pero una especie de rebeldía tranquila me llevó a elegir el diseño. Aquellos días, estudiar esta carrera implicaba cierta ‘revolución’, pero yo sentí una conexión inmediata, como si ese fuera mi lugar, y ahora, me siento afortunada”, rememora. Ahora, si se le invita a soñar con un gran reto, lo tiene claro: “Me encantaría diseñar un gran complejo hotelero, algo enorme, con personalidad y muchos rincones distintos. Hasta ahora, el proyecto más grande en el que he trabajado ha tenido entre 150 y 180 habitaciones, pero me encantaría algo enorme, con personalidad y muchos rincones distintos”, comenta.

Isabel López Vilalta,una de las interioristas más reconocidas y reclamadas de nuestro país, ha hecho realidad su sueño de tener una casa muy grande pero acogedora
A Vilalta epítome de un estilo depurado, no le interesa “seguir las tendencias fugaces, sino crear algo que tenga durabilidad, que no pase de moda rápidamente”. Por eso rehúye la influencia que las redes sociales ejercen sobre el mundo del diseño. “Muchas personas se guían por lo que ven en Instagram o Pinterest. Y aunque estas plataformas son una fuente increíble de inspiración, muchas veces promueven tendencias superficiales, que no tienen la profundidad ni el carácter que un buen diseño debe tener –reflexiona-. Las tendencias están ahí y son parte del juego, pero el buen diseño debe tener algo auténtico, algo que no pase de moda, que resista las tendencias y mantenerse vigente”, afirma. Su nuevo hogar es la mejor carta de presentación de esta declaración de intenciones.