Dani Vergés, el artista catalán que se hizo ‘cowboy’
Creadores
Aficionado a los ‘western', de pequeño, el ilustrador empezó a dibujar caballos y vaqueros para relajarse. Su trabajo ha recibido el aplauso (y hasta un encargo) de la mismísima Fundación John Wayne
Vergés ha viajado a EE.UU. varias veces y ha aprendido las artes del vaquero para saber más de ese mundo: “Es muy difícil, muy duro”
De niño, los fines de semana, Dani Vergés veía las películas de John Wayne en la tele con su abuelo. Y cuando salía The End, éste le decía que dibujara lo que había visto. Don Emilio sabía que al chaval se le daban bien el lápiz y los colores.
Pasaron los años y el niño fascinado por los vaqueros, el ganado, los tiros y la pose inolvidable John The Duke Wayne se convirtió en diseñador gráfico, se instaló en Cabrils y un día, agobiado, empezó a dibujar caballos, vaqueros y vaqueras y horizontes lejanos para relajarse.
Yoga con lápiz y colores
Un día, de regreso a casa y para aplacar el estrés del trabajo, Dani Vergés retomó los dibujos de vaqueros que hacía de niño
Un yoga inesperado con lápiz y luego acabado con acuarela. Los dibujos y pinturas los colgaba en Instagram y se convirtieron en un tornado viral tal que empezó a recibir el aplauso de estadounidenses relacionados con ese mundo de la ganadería. Comentarios, me gusta.
Hasta que un día la cosa pasó a mayores y Vergés recibió una llamada sorprendente: “Hoy, soy Ethan Wayne, el hijo de…”. La fundación que lleva el nombre del actor más paradigmático de la historia del western trabaja en proyectos artísticos.
“Me encargaron unos dibujos para una de sus series de productos. Luego llegó un encargo de la marca de sombreros que tampoco necesita presentación, Stetson”. Lo que, al principio fue un contacto a distancia, luego devino una inmersión absoluta en el mundo de la ganadería del Medio Oeste estadounidense.
“Visité ranchos, conocí gente, Nuevo México, Colorado, Wyoming y me di cuenta de varias cosas…”. Una, es que el oficio no ha cambiado tanto en un siglo: “Tienen muchas y mejores herramientas científicas, controlan mejor las rotaciones de los pastos para que sean más sostenibles, pero las tareas son las mismas y son un trabajo muy duro”.
Poca gente puede aguantar un día diez horas bajo ese sol... aprendí a tirar el lazo, a marcar las vacas”
¿Probó acaso? “Sí, y es muy difícil, muy duro, poca gente puede aguantar un día diez horas bajo ese sol, a una altitud de 2.300 metros, en el caso de Colorado. Aprendí a tirar el lazo, a marcar las vacas. A llevarlas. Te levantabas a las dos de la mañana y te comías un burrito sin ganas, pero necesitabas energía…”.
El otro aspecto que aprendió Vergés, y que considera importante, es que “mucha de la gente que he conocido está muy cultivada, tiene cultura, a lo mejor apoyan a Trump, pero tienen una base cultural muy sólida, lejos de la imagen que a veces podemos tener desde Europa”.
Vergés no quiere morir de éxito con sus vaqueros y vaqueras. “Hubo un tiempo que colgaba uno por día en Instagram…. Ya no. La de la vida en el “lejano” Oeste es una temática que ha tenido grandes versiones fílmicas recientes como la bellísima Los hermanos Sisters de Jacques Audiard con Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Riz Ahmed y Jake Gyllenhaal (a su vez coprotagonista de Brokeback Mountain) y El poder del perro, de Jane Campion, con Benedict Cumberbatch y Jesse Plemons, donde también planea el tema de la homosexualidad.
Los dibujos de Vergés son estilizados, muchas veces en blanco y negro, calmados o salvajes, como los caballos que nunca parecen estáticos, que parece que avancen al trote o con dificultad si la llanura está helada. Y eso que los caballos no suelen ser unos modelos que se estén quietos. No es fácil pintarlos.
En una reciente entrevista, la galerista Pilar Ordovás, gran amiga de Lucian Freud, recordaba que el artista (gran amante de los equinos) se instaló unos días en unos establos cercanos a su casa. Unos niños se le acercaron un día con su maestra y le regalaron un manual de dibujo. No sabían quien era.
El abuelo Emilio nunca vio el éxito y reconocimiento actual de su nieto. Murió hace unos años. En realidad no le hizo falta. Sabía que tenía talento y por eso le animaba. “Estos últimos no los llegó a ver, pero los que hice de pequeño -concluye el diseñador- me los guardó todos”.