¿Quién dijo que las suculentas no tienen flores? El kalanchoe llega dispuesto a desmentir esto. Este tipo de planta tan colorido, al llegar su momento de floración a finales de la temporada invernal, hace brotar unas pequeñas flores muy características, de colores rosados, violetas o anaranjados, entre otros. Sin embargo, no solo se trata de una planta muy llamativa desde el punto de vista estético, sino que también es resistente y fácil de cuidar, incluso para los principiantes en el mundo de la jardinería. No obstante, para que florezca y se mantenga saludable, hay algunos cuidados del kalanchoe a tener en cuenta.
Lo primero a tener en cuenta es la cantidad de luz, ya que el kalanchoe necesita una exposición al sol que sea indirecta, evitando que los rayos incidan sobre este, de lo contrario, podría quemarse. El ambiente en el que estará también representa un factor clave, esto se debe a que el kalanchoe prospera en climas secos, pero no se lleva tan bien con aquellos en los que exista una alta humedad, ni con el frío. En este punto cabe resaltar el papel del riego, puesto que esta planta no necesita mucha agua, gracias a su capacidad de almacenamiento en las hojas. Por lo que una medida para no fallar consiste en esperar a que el sustrato se haya secado por completo antes de regar de nuevo.
3 plagas que suelen afecta a el kalanchoe y con las que hay que tener cuidado
Al igual que le sucede al resto de plantas, el kalanchoe también ha de lidiar con distintas plagas que pueden llegar a ponerle en un verdadero aprieto. Por ello, es importante conocer cuáles son sus principales amenazas, de manera que se puedan prevenir o bien identificar a tiempo de ponerle remedio a la situación. Aunque lo que suele acabar con esta planta son los malos cuidados, concretamente, el exceso de riego, ya que su raíz y, posteriormente su tallo, se pudren.