“No puedo evitarlo, es que le veo en clase repiqueteando en clase con los dedos en la mesa y tengo ganas de estrangularlo”. “Se tumba a ver la televisión y no puede parar de mover los dedos de los pies. No para aunque se lo diga. Dice que no lo hace a propósito. Me entran ganas de vomitar”.
Son personas que padecen misokinesia, un trastorno psicológico poco conocido, pero que padecen una de cada tres personas, según datos de los últimos estudios. Un fenómeno que cataloga a aquellos pacientes que sufren un “odio a los movimientos”; una respuesta muy fuerte al ver los movimientos pequeños y repetitivos de otra persona.
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Mover los dedos de los pies o de las manos puede ser un suplicio para algunos.
No parece real, pero lo es: muchas personas sufren este tipo de sensibilidad extrema, y les afecta cada vez más en su vida diaria. Entre los desencadenantes de este fenómeno psicológico, los movimientos de manos, piernas o pies; también el temblor de muslos o dedos, así como el sonido de zapatos al ser arrastrados. Sonidos como el 'clic' de un bolígrafo o el del cabello al ser tocado o peinado también serían posibles alertas.
Movimientos naturales para la mayoría, que apenas prestan atención. No obstante, ponen enfermos a muchos otros, siendo especialmente graves para aquellos que, además de misokinesia, padecen misofonia, una aversión intensa a los ruidos que producen otras personas, como al comer o respirar de manera ruidosa.
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El simple teclear en un ordenador puede desencadenar una reacción muy fuerte en los pacientes de misokinesia.
Lo peor, que apenas existe investigación sobre el tema. Un artículo publicado en la revista especializada Nature confirma que podría incluso existir variabilidad individual en la intensidad o el alcance de las sensibilidades que se informan.
Según lo publicado en la citada revista, tres estudios realizados en 2021 y que contaban con 4100 participantes confirmaron la existencia de la sensibilildad a la misokinesia -nada menos que una de cada tres personas-, así como la variabilidad individual en el rango e intensidad de las sensibilidades. Los datos sugieren que los impactos socioafectivos negativos asociados con las sensibilidades a la misoquinesia pueden aumentar con la edad.
Se desconocen las causas que provocan este fenómeno psicológico
Según la doctora Jane Gregory, psicóloga clínica de la Universidad de Oxford (Reino Unido), explicó a BBC News, padecer misokinesia y misofonia suele ir unido, lo que complica sobremanera la vida del paciente. Es más, a pesar de no existir un respaldo fiable a nivel científico, la especialista señala que este tipo de afección es más común de lo que puede parecer.
“La gente lo ha estado experimentando durante mucho tiempo, pero simplemente no tenían un nombre para ello”, explica Gregory. “A algunas personas puede resultarles muy molesta la inquietud o los movimientos repetitivos, otros pueden tener una reacción emocional realmente fuerte - ira, pánico o angustia - y simplemente no pueden filtrarla”.
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Quien padece misokinesia y/o misofonia no pueden controlarlo.
La experta también señala que la mayoría de los casos de mikonesia que ha tratado suelen centrarse en los movimientos de manos. Esos movimientos producen un proceso de angustia y ansiedad. “No hay ningún proceso de pensamiento en ello. No hay ninguna lógica. Simplemente explota dentro de ti, por eso es tan angustiante”, insiste, explicando que la condición puede ser extremadamente debilitante e impedir que las personas se concentren y hagan cosas normales.
“Una parte de su cerebro está constantemente pensando en este movimiento”, dice. “Pueden aparecer imágenes violentas en su cabeza. Quieren agarrar a la persona y obligarla a detenerse”, continúa, comparándolo como un “instinto de supervivencia intensificado”, pues algunas personas no pueden “dejar de prestar atención a lo que ocurre. El cerebro está continuamente monitorizando”.
Existen varios tratamientos para tratar este fenómeno
Se desconocen las causas, pero se puede tratar. Según Gregory, tras la consulta con un especialista, el seguimiento de una terapia de reencuadre puede ayudar a la persona a ver todo de una manera más positiva. “Muchas personas se sienten culpables por recibir reacciones tan fuertes”, añade la especialista. “Eso en sí mismo puede ser un problema porque suprimir tus emociones puede intensificarlas y empeorarlas”.