Qué hacer si te toca la lotería: las primeras decisiones son clave
Cuentan que ser millonario no es tan fácil como creemos, que obliga a tomar decisiones difíciles, de modo que vale la pena prepararse por si la fortuna llama a nuestra puerta el lunes, en forma de gordo de Navidad, o cualquier otro día, fruto de una herencia o un golpe de suerte
Convertirse en millonario es uno de los sueños más recurrentes de las personas. Y algunos lo harán realidad pasado mañana. Quizá ya haya fantaseado sobre qué hará si es usted uno de ellos, pero tenga en cuenta que normalmente sólo se anticipa lo bueno, así que quizá sus visualizaciones no sean del todo realistas. Hacerle un corte de mangas al jefe, gritarlo a los cuatro vientos, dar una fiesta para los amigos, cancelar la hipoteca, dar dinero a los hijos… son algunas de las ilusiones más expresadas. Pero, ¿ha calculado bien a cuánto ha de ascender el premio para poder dejar de trabajar? ¿Ha pensado en la cantidad de aprovechados y pedigüeños que le llamarán tan pronto haga pública su suerte? ¿Ha estimado qué parte se llevará Hacienda del dinero que done a sus seres queridos?
Economistas, psicólogos, gestores de patrimonio y asesores fiscales advierten que hay muchas cosas a tener en cuenta para que una lluvia de dinero no acabe convirtiéndose en una fuente de problemas.
Calma y sigilo
El primer consejo de quienes han vivido en segunda persona (como asesores) la situación de verse agraciados por un golpe inesperado de suerte económica gracias a la lotería o a una herencia es mantener la serenidad y el anonimato. No es fácil. El impulso inmediato ante una buena noticia es contarlo, explicárselo a alguien para celebrarlo. Pero los expertos advierten que si uno sucumbe al shock de alegría inicial, si pregona su suerte a los cuatro vientos, si alardea de ella en televisión o invita a una ronda a todos los presentes en la oficina o en el bar, después ya no tendrá margen para la discreción, se multiplicarán las presiones a la hora de decidir qué hacer con el dinero, las peticiones de ayuda, las invitaciones de los bancos y las posibilidades de estafa.
La recomendación de los expertos es llevar el sigilo al extremo de no contarlo ni siquiera a la familia hasta haber tenido tiempo de digerir el impacto inicial, de informarse, de pensar qué se hará con el dinero y de reflexionar sobre quién debe realmente saberlo. “Cuando a uno le toca una fortuna le salen amigos como setas y se generan muchas envidias, y aparece mucha gente con necesidades económicas y con niños con problemas que necesitan ayuda, así que lo mejor es decirlo sólo a dos personas de mucha confianza y esperar que te pase la borrachera para tener claro a quién se lo puedes explicar y a quién mejor no”, dice el economista Vicenç Hernández, autor del libro Finanzas Personales para Dummies (CEAC).
Cuidado con los chollos
Los asesores alertan que si no se mantiene el anonimato es fácil ser víctima de los profesionales de la estafa que aprovechan el aturdimiento y la falta de información inicial del afortunado para beneficiarse. El secretario técnico del Registro de Economistas Asesores Fiscales (Reaf-Regaf), Luis del Amo, alerta en concreto de las ofertas que se puedan recibir para comprar los décimos premiados. “No hay que hacer caso a quien ofrezca comprar el décimo por más dinero que el del premio porque lo utilizará para blanquear dinero y nos quedaremos sin justificación del incremento de patrimonio por ese ingreso, y si Hacienda comprueba nuestra situación tributaria nos reclamará por una ganancia no justificada de patrimonio y además de la cuota habrá que pagar sanción e intereses de demora”, enfatiza. Los técnicos de Hacienda agrupados en Gestha lo explican con un ejemplo: “Si a una persona con unos ingresos de 30.000 euros anuales le tocan 400.000 euros en un décimo del gordo y lo vende a un estafador por 450.000 euros, si le pilla la Agencia Tributaria tendrá que pagar más de 200.000 euros”.
Gestionar el cobro
Para conservar el anonimato no basta con tener la boca cerrada delante de amigos y familiares. También hay que tomar precauciones para que no se filtre la identidad en el momento de cobrar el dinero. El primer consejo de los gestores de patrimonio es no aparecer por la administración de lotería donde se compró el décimo y donde estarán expectantes por conocer a los afortunados. Insisten además en no precipitarse e informarse bien antes de reclamar el premio. “Es de sentido común no tomar decisiones alocadas y tomarse como mínimo una semana o quince días de reposo para pedir asesoramiento y planificar bien qué vamos a hacer porque una oportunidad así probablemente no la volvamos a tener nunca más”, remarca Hernández. Entre la información que conviene recabar los expertos citan, por ejemplo, la relativa a los protocolos de confidencialidad del banco al que queramos llevar el dinero. “Es interesante acudir a una oficina bancaria de confianza, preguntar por sus acuerdos de confidencialidad y firmar un papel por el que se comprometan a no revelar su identidad si tramita con ellos el cobro”, detalla uno de los gestores consultados. Otros sugieren firmar el contrato de confidencialidad con un abogado y que sea un tercero quien tramite el cobro.
Antes de reclamar el premio también hay que tener un poco claro qué se va a hacer con el dinero. “No se trata de tener decidido al detalle en qué se va a invertir o a qué se destinará, pero sí haber pensado en si se va a repartir algo y con quién, porque es importante determinar la titularidad del premio antes de cobrarlo”, indican los expertos. “Si la persona que tiene los décimos los ha jugado con familiares o amigos –cosa muy habitual–, o piensa repartir parte de lo obtenido, es importante que se preocupen de que la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (Onlae) certifique la obtención del premio a todos los partícipes, pues en caso contrario cuando quien lo cobra entregue el dinero a sus familiares se producirá una donación por la que tendrá que pagar impuestos quien la recibe, a una tarifa de entre el 7,65% y el 34% en función del parentesco y de la autonomía donde resida”, explican fuentes del Reaf-Regaf.
Fuentes de CaixaBank detallan que, salvo prueba de lo contrario, la titularidad del premio corresponde a quienes se designen como beneficiarios en la gestión del cobro, por lo que aconsejan que si el premio se va a repartir –a partes iguales o en diferentes proporciones–, se vaya a un notario para hacer un acta de manifestaciones donde se especifique la identidad de los beneficiarios y los porcentajes de cada uno. Hay que tener en cuenta, además, que desde el 2013 los premios de la Onlae, la Cruz Roja y la Once ya no están exentos de pagar IRPF, así que quien cobra el premio (salvo si es inferior a 2.500 euros) soporta un gravamen del 20%. “El impuesto grava el importe del premio menos los 2.500 euros exentos, de modo que si tenemos un décimo premiado con el gordo habremos ganado 400.000 euros, se nos retendrán 79.500 y recibiremos 320.500 euros”, apunta Del Amo.
Mientras se toman todas estas decisiones, algunos expertos consideran que no está de más guardar el décimo o décimos premiados en la caja fuerte de un banco de confianza y, sobre todo, contenerse de gastar el dinero a cuenta.
Tapar agujeros
¿Dejar el trabajo? ¿Viajar por todo el mundo? ¿Montar un negocio? ¿Ayudar a los necesitados? ¿Invertir en bolsa? El economista Vicenç Hernández asegura que a la hora de concretar el uso que se dará al premio la primera decisión debería ser saldar deudas y cancelar cualquier crédito pendiente. Los asesores fiscales advierten, en cambio, que no siempre interesa cancelar la hipoteca. “La gente siempre dice que si le toca la lotería utilizará el dinero para tapar agujeros, pero el agujero del préstamo correspondiente a la vivienda quizá no convenga cancelarlo si podemos aprovechar la deducción por vivienda, porque si amortizamos hasta el límite permitido (9.040 euros al año de intereses más amortización) podemos deducir 1.356 euros en nuestra declaración de la renta anual”, dicen desde el Reaf.
Planificar
Al margen de cuál sea el destino final del dinero, los expertos dicen que es fundamental planificarlo bien y tomar las decisiones con calma. “Nuestra experiencia nos dicta que la obtención de una fortuna a través de un premio, después de la euforia inicial, genera elevados niveles de tensión y desasosiego; pero las decisiones precipitadas de inversión o consumo suelen ser poco eficientes, y por eso es necesaria la planificación, para introducir serenidad en la toma de decisiones”, comentan gestores de CaixaBank. Añaden que lo ideal es buscar asesoramiento especializado para reflexionar sobre los objetivos personales de cada uno –previsión, ahorro, inversión, cobertura de riesgos, etcétera– y a decidir cómo rentabilizar el dinero para cumplirlos.
Hernández opina que para esta planificación conviene recurrir a un asesor independiente –“hay que asegurarse de que esté registrado como Efpa en la web de esta asociación”, aconseja– y diversificar “para no poner todos los huevos en la misma cesta”. Y los asesores tributarios advierten que esa diversificación debe hacerse sin perder de vista a Hacienda, pues cada inversión tiene una fiscalidad diferente que interesa sopesar según las circunstancias personales, igual que se sopesa la rentabilidad y el riesgo.
Un buen colchón
Otra de las recomendaciones básicas de los expertos consultados es que, sea cual sea el uso que se de al grueso del dinero, se reserve un porcentaje del premio como fondo de emergencia por si los otros objetivos o proyectos fallan. “Repartas o no el premio, lo dediques a montar un negocio, lo gastes para comprarte un coche, lo consumas en dejar de trabajar o lo entregues a oenegés, antes de hacer los cálculos conviene que guardes un colchón para el futuro en productos sin riesgo; así, si las cosas luego no van cómo preveías al menos tendrás liquidez para vivir”, resume Hernández.
Vigilar los cambios de vida
Si uno no quiere que se sepa que le ha tocado la lotería deberá ser precavido con los cambios que introduce en su vida y no hacer ostentación de sus consumos. Pero incluso si no le importa que todo el mundo sepa que ahora es millonario, los expertos alertan que conviene ser cauto con los efectos secundarios de los cambios de hábitos. “Si uno se gasta el premio en un coche de lujo o en una casa enorme, debe tener claro que después habrá de afrontar unos gastos de mantenimiento muy superiores a los que está acostumbrado”, ejemplifican. Pero no todos los efectos secundarios son económicos. También hay que prever los emocionales. “Hay personas que, fruto de la fortuna, se cambian de casa y de barrio, pasan de un grupo social a otro y acaban no sintiéndose cómodos ni en uno ni en otro, y viven con una fuerte sensación de soledad o con la duda constante de si las personas que se les aproximan son nuevos amigos o sólo se interesan por su dinero”, comenta Anna Sangles, especialista en psicología y calidad de vida de ISEP Clínic.
Prever el impacto emocional
Psicólogos y economistas advierten que uno de los efectos secundarios habituales de recibir una fortuna de golpe es experimentar sentimientos de culpa o de infelicidad, sobre los que conviene estar concienciado. “Con frecuencia pensamos que si nos tocara la lotería seríamos felices, y es cierto que el dinero resuelve algunos problemas, pero no todos, ni te hace feliz por sí mismo, así que cuando pasa la borrachera de alegría inicial y ves que no todo está solucionado, es fácil sentirse decepcionado”, explica Hernández. Sangles, por su parte, dice que a menudo se desarrolla sentimiento de culpa por no sentirse totalmente feliz teniendo ese dinero o por no poder atender a todo el que reclama ayuda.
La psicòloga de ISEP aconseja reflexionar y prever el impacto emocional de las decisiones que se adopten sobre el dinero. “Hay personas que de un día para otro optan por dejar el trabajo y montar un negocio sin analizar con quién montan la empresa, cómo van a mantenerla o si tienen las habilidades para gestionar y dirigir que requiere, y luego pueden encontrarse angustiados por la presión o frustrados (y arruinados) si la empresa fracasa”, ejemplifica.
Sangles asegura que también conviene anticipar los sentimientos que puede desencadenar la decisión de ser generosos con amigos y conocidos. “Hay personas que se sienten culpables por haber resultado afortunados y lo equilibran mostrándose altruistas, pero han de protegerse de las presiones que eso puede suponer y poner límites, decidir hasta donde quieren llegar; es como la lista de invitados a una boda, en algún momento hay que cerrarla y seguro que alguien se enfadará, pero hay que hacerlo”, indica.
Otro sueño sobre el que conviene reflexionar antes de hacerlo realidad es el de dejar de trabajar. “Antes de despedirse del jefe hay que pensar a qué te vas a dedicar, con quién pasarás tu tiempo de ocio, cómo vas a construir tus relaciones sociales, porque si tu personalidad no está muy fundamentada puede que estar ocioso mientras tus amigos trabajan o coincidir en tu tiempo libre con quienes están en el paro te haga sentir mal y tus relaciones sociales sean de frustración por ambas partes”, advierte.
Pero para dejar de trabajar porque te ha tocado una fortuna no basta con sopesar tu solvencia emocional, también hay que tener clara la económica. Hernández recomienda “calcular tu libertad financiera, la cantidad de meses que esa fortuna te permite vivir sin trabajar manteniendo el nivel de vida actual o el que deseas llevar”. Y precisa que los cálculos han de hacerse con el capital que se tiene, sin considerar los rendimientos que se puedan obtener con él y una vez descontado el dinero para el fondo de emergencia.
Aprovechar la oportunidad
Que gestionar una fortuna no implique acabar con todos los problemas tampoco significa que haya que amargarse. “El dinero no da la felicidad pero calma los nervios, y ayuda a resolver muchos quebraderos de cabeza en tiempos de crisis”, recuerda Sangles. Por eso los expertos aseguran que si uno se convierte en millonario hay que ser consciente de la oportunidad que supone para disfrutar más de la vida, para ayudar a quien lo necesita o poner en marcha los proyectos que siempre se habían deseado, ya sea volver a estudiar, pasar más tiempo con la familia o hacerse filántropo. “Una fórmula que puede ayudar a aprovechar mejor esta oportunidad y prolongar el bienestar en el tiempo es no disponer del dinero de golpe, sino retirar un sueldo extra anual que sea más fácil de manejar, administrar y disfrutar”, sugiere la psicóloga.
Administrar la generosidad
Los asesores explican que la recomendación de no tomar decisiones precipitadas sirve tanto a la hora de invertir como de repartir el dinero con otros. Uno puede optar por la ayuda directa a conocidos o desconocidos, por hacer donaciones a oenegés o por diseñar sus propios programas solidarios creando una fundación. De la fórmula elegida dependerá, entre otras cosas, tener más o menos poder de decisión sobre el destino del dinero, pero también disfrutar o no de beneficios fiscales que reviertan en más recursos. No obstante, los expertos advierten que montar una fundación propia exige un patrimonio muy importante. “Para hablar de una fundación tu fortuna debe rondar entre 60 y 100 millones de euros”, aclara Hernández.