Falleras, no floreros
Mientras lee estas líneas, hay una fallera peinándose de valenciana. Este martes se celebra la segunda jornada de la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados de València, el evento más multitudinario de las Fallas, que reordena el tráfico en el centro de la ciudad casi a la fuerza y pone a prueba de bombas los pies de cualquier transeúnte. Desde el sábado no se puede coger el coche por el centro y en cualquier barrio, hacerlo es una locura; y lo más fácil es que se cruce en algún semáforo con una fallera, vestida con el traje regional, arrastrando el cansancio, empujando la emoción y conteniendo la rabia por un mal tiempo inesperado que no ayuda, en nada, a olvidar la dana.
Un grupo de falleras aguarda en el casco antiguo
Y le decía que hay una fallera peinándose porque son, somos, mayoría. El último censo fallero, que se actualiza en marzo, concreta en 120.235 el número de personas apuntadas en alguna comisión fallera de València y de ellas, el 56% son mujeres. Ellas son 52.803 mujeres frente a los 40.163 hombres que componen la fiesta. Son cifras municipales que también dan cuenta de las 14.598 niñas y 12.671 niños que viven las fiestas falleras en primera línea, como falleras y falleros de las 397 comisiones distribuidas en los diferentes barrios de la ciudad.
Que las cifras demuestren que las mujeres lideran la fiesta me alegra profundamente, pues confirma que sin ellas no sería posible casi nada en ella. Ellas peinan a sus hijas, a sus nietas, a si mismas; ellas visten, cosen, arreglan; ellas organizan, acompañan, sostienen. Hacen posible que la rueda gire, y miren si no esta tarde, si se asoman a la Ofrenda, quienes corren tras el desfile llevando pañolones para tapar el frío de después, el agua para la sed repentina, los cientos de paquetes de rosquilletas por si el estómago ruge, y ahora también, el paraguas.
Que las cifras demuestren que las mujeres lideran la fiesta me alegra profundamente, pues confirma que sin ellas no sería posible casi nada en ella. Ellas peinan a sus hijas, a sus nietas, a si mismas; ellas visten, cosen, arreglan; ellas organizan, acompañan, sostienen."
El papel de la fallera mayor, a la que se rinde pleitesía y en València es casi una eminencia, ha ido virando estos años al de una embajadora del territorio que, con tal representatividad en la fiesta, podría ser mucho más. Me alegra escucharla en entrevistas más allá de la Crida. Pero en las Fallas, faltan más presidentas –que ya las hay-, que las directivas salgan de la sombra, donde trabajan muchas veces sin casi reconocimiento. Dejemos atrás el tiempo del florero.
Estos días cientos de falleras, ¡y falleros!, visten el traje regional en sus fiestas más especiales. Participan en pasacalles y actividades por implicación, tradición e incluso, en el caso de la Ofrenda, por la fe. En una fiesta que es ante todo del pueblo les invito a aplaudirles, a los y las que desfilan, que serán cientos esta tarde y de todas las edades, pero también a pensar en aquellas mujeres que no lo hacen, pero que están, y sin las cuales la fiesta motor económico por antonomasia de Valencia sería otra cosa. Que no nos falten