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Feijóo ante el malestar valenciano

Diario de València

Salvador Enguix Periodista

Desconocemos aún si será Madrid la ciudad finalmente elegida por el PP para celebrar el congreso del Partido Popular Europeo (PPE); el mayor grupo político del también conocido como “Europarlamento”, con sedes en Estrasburgo y en Bruselas. De confirmarse, València perdería la posibilidad de convertirse, por unos días, en un foro internacional en un momento crucial en la historia de Europa, comparable a lo que supuso el periodo entre las dos guerras mundiales (y con riesgo de una tercera) y con los líderes del PP europeo debatiendo sobre geopolítica ante la peligrosa pinza de Donald Trump y Vladimir Putin en Europa, con el apoyo de fuerzas como Vox. Feijóo ya ha preparado el posible cambio de escenario, con una excusa fabricada para evitar reconocer “su” incomodidad por ejecutar el cónclave en un territorio, el valenciano, donde el PP, y su líder Carlos Mazón, están siendo objeto de una crítica y hostilidad nunca antes conocida, a causa de la gestión de la dana.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, en Fitur

Eduardo Parra - Europa Press / Europa Press

Territorio en el que, además, Vox tiene la llave de la gobernabilidad, y estabilidad, de las principales instituciones. Nada puede hacer el PP valenciano sin el concurso de la derecha extrema. Los líderes populares europeos, por ejemplo alemanes o franceses (que sienten aversión por los ultras), podrían comprobar en València, in situ, como sus homólogos españoles están, en esta geografía, atados de pies y manos por Vox, el socio de Donald Trump en España. Si Santiago Abascal quisiera, Carlos Mazón dejaría de ser president valenciano esta misma semana. Esa es la realidad. Porque la Comunidad Valenciana es el mejor ejemplo de una región europea donde la derecha democrática y europeísta (hablo del PP) ha sido capaz de pactar con Vox sin que le tiemblen los resortes ideológicos. Por ejemplo, al conseller de Educación y Cultura, José Antonio Rovira, le gusta dar la nota, pero quienes más aplaudieron la reciente consulta del valenciano o castellano en los colegios (en las comarcas valencianohablantes ciudadanos próximos al PP también han votado por la lengua propia) fueron los socios de Carlos Mazón. ¿Habría hecho algo así Feijóo en Galicia?

La incomodidad, por no usar otro término, del presidente del PP español con Mazón comienza a ofrecer no pocas semejanzas a la que Mariano Rajoy tuvo con Francisco Camps tras estallar el caso Gürtel. Era el tiempo de la conocida “hipoteca reputacional” de los valencianos (“La corrupción y la paella como en Valencia en ningún lado” titulaban no pocos columnistas de Madrid). Hay diferencias, muy importantes; porque Camps fue el hombre que en el congreso de 2008 permitió a Rajoy erigirse en jefe del partido. En aquel tiempo, el PP valenciano pesaba mucho en la estructura nacional. Pero el expresidente del Gobierno necesitaba establecer un “cordón sanitario” contra el president valenciano, y eso que Camps había arrasado en las urnas, incluso poco antes de sentarse en el banquillo de los acusados por el “caso de los trajes”. En mayo de 2011 obtuvo mayoría absoluta. Camps, un mes después, dimitió para que Rajoy pudiera alcanzar la presidencia del Gobierno, ese fue el precio.

Ahora la situación es mucho más compleja. El “entorno” de Feijóo siempre ha trasladado que no se alcanzó la presidencia del Gobierno en las últimas generales por dos motivos, por Catalunya y por el pacto del PP y Vox en la Comunidad Valenciana. Con la gestión de la dana está sucediendo algo más peligroso para el PP: el deterioro de la marca viene acompañado de un trasvase de votos a Vox en esta geografía, como apuntan todos los sondeos (apenas hay entre bloques, a derecha e izquierda y viceversa). Todo aderezado de lo que se va conociendo de la gestión de aquel trágico día y del enfado que se ha desatado contra el president valenciano, especialmente en la zona castigada por la dana, en la provincia de Valenncia. No era este el escenario que esperaba Feijóo para la convocatoria de los populares europeos el próximo mes de abril en Valencia; ciudad asociada en exceso a los placeres de la vida.

Feijóo debe estar recordando la lección de lo que supuso el deterioro del PP valenciano a finales de la primera década del nuevo siglo y el precio político que tuvo que pagar: ocho años en la oposición y decenas de procesos judiciales y condenas. De aquel periodo se deriva la incapacidad del PP valenciano de aspirar a una posición hegemónica en la Comunidad Valenciana y la obligación de apoyarse en Vox para sostenerse en las instituciones. Viví aquel tiempo con mucha inquietud: se hablaba mal de los valencianos, muy mal; nos habían puesto en el mapa (en el peor sentido de la palabra) y fue patente el descrédito de nuestros líderes y nuestras instituciones (amplificado por el propio PP para desviar la atención de lo que sucedía en Madrid, con más casos de corrupción y más graves). 

Feijóo prepara cambio de escenario para congreso del PPE que debía ser en VLC; evita una geografía donde abunda el malestar por la gestión de la dana contra Mazón y su partido, y donde Vox tiene la llave de las grandes instituciones"

No sé que decidirá al final Feijóo sobre la sede del congreso del PPE, pero que vaya con mucho cuidado el partido que lidera aquí Carlos Mazón, porque el malestar de la dana se está transformando en rabia. Hay mucho “valencià cabrejat”, y todos sabemos a quién puede beneficiar esto en el futuro. Tal vez por eso Feijóo no quiere pasearse por Valencia con los líderes del PPE, no sea que verifiquen que hay periferias en España (insisto, la nuestra es una periferia muda) donde se apunta a su partido como el principal responsable (el Gobierno tampoco sale impoluto) de la nefasta gestión de la dana que ha causado 227 muertos. La misma región donde Vox puede acabar convirtiendo su discurso en hegemónico en el espacio conservador valenciano por haberle permitido el PP tomar posiciones que en otras geografías europeas jamás habrían logrado.