No sé si esta pregunta se la han hecho o se la quieren hacer todos los y las militantes que este próximo fin de semana participarán en el 15 Congreso del PSPV-PSOE que ratificará a la ministra Diana Morant como su secretaria general. Si no es así, deberían hacérsela. Y deberían también acudir a la cita recordando cómo la socialdemocracia europea (¿puede haber otra socialdemocracia?) atraviesa su mayor crisis desde el final de la II Guerra Mundial. Una crisis que se inició por la sorprendente incapacidad de la socialdemocracia para dar una respuesta a los efectos negativos de la globalización en los años 80 y que se ha agravado los últimos 20 años con la desmembración paulatina del modelo social europeo aderezado con la acelerada eclosión del nuevo paradigma digital, muy dado a fomentar la polarización. Insisto, deberían tenerlo en cuenta porque el PSPV, como parte de la socialdemocracia española y europea, afronta un contexto completamente distinto a la llamada edad de oro del Estado de Bienestar o los “treinta gloriosos” del siglo XX y que explica, por ejemplo, que estamos en un momento donde es casi imposible alcanzar mayorías absolutas en sociedades muy fragmentadas, donde es obligado escuchar a otros espacios políticos para lograr la gobernabilidad y, lo más importante, donde los discursos reaccionarios, populistas e involucionistas están desmontando las democracias liberales, así en EE.UU. como en Europa.

El presidente del Gobierno y secretario general, Pedro Sánchez, y la Ministra de Universidades, Diana Morant, durante la inauguración del 41º Congreso Federal del PSOE.
Sobre el papel, si tomamos como referencia la ponencia política del PSPV, el partido quiere ser, al igual que el PSOE, más federalista, más anticentralista y, aún más, cercano a los grandes desafíos que afronta nuestra sociedad, incluyendo, obviamente, el reto de la reconstrucción de la dana. Leído así, la propuesta encaja con las bases del ideario socialdemócrata, pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Porque una fuerza federalista debe, en principio, proponer esta visión de gestión de un Estado prestando atención a la manera de gestionar su propia vida orgánica y su forma de entender la acción de gobierno en un Estado compuesto. El PSOE, desde hace tiempo, parece haber optado más por desarrollar una organización más presidencialista en la que sus órganos “federales” han renunciado, y deben corregirme si me equivoco, al debate interno en la toma de grandes decisiones y en la manera de elaborar sus propuestas de futuro. Y el gobierno central no acaba de entender el significado profundo de autogobierno y gobierno compartido. Y este es un atributo fundamental para la salud de una fuerza socialdemócrata.
El PSOE, desde hace tiempo, parece haber optado más por desarrollar una organización más presidencialista
Por eso, al margen de lo que se dice en el papel, el PSPV que salga del 15 Congreso debería dar respuesta a esa necesidad de enriquecer el debate interno, abrir espacios de confrontación de ideas y de discurso, aunque esto suponga asumir una crítica al actual modelo organizativo y, especialmente, a las decisiones que adopta la estructura federal del PSOE. Insisto, hablamos de socialdemocracia imbricada en una democracia liberal, modelo ahora profundamente cuestionado por el ascenso de alternativas que se oponen, justamente, al liberalismo. Si aplicamos este principio a la realidad, el PSOE, y con él el PSPV, debería prestar mucha más atención al desarrollo autonómico, para lo que es imposible aceptar su “federalización” si no se contemplan mecanismos estables de financiación y de cogobernanza. La ponencia política del PSPV habla de ello, pero la realidad es que el Gobierno no ha garantizado aún la autosuficiencia financiera de la Comunidad Valenciana ni ha normalizado el uso de instrumentos de cogobernanza como la Conferencia de presidentes para la gestión de los grandes temas de Estado.
Si de verdad un partido asume las tesis federalistas debe asumir también que cualquier solución eficaz debe abordarse desde la colaboración y la suma de las instituciones de nuestro Estado compuesto
Este salto sobre teoría y práctica, que ha sido históricamente un problema de la izquierda (Gramsci) se da también en la voluntad de afrontar con rigor los grandes desafíos y/o problemas, comenzando por la vivienda. ¿Cómo puede la socialdemocracia proponer soluciones a este drama social sin consensuarlo con los otros pilares del Estado como las autonomías y los gobiernos locales? Es un ejemplo. Pero hay más. Sucede con la tragedia de la dana, donde el Gobierno actúa sin coordinación con la administración valenciana. Sí, me dirán que la Generalitat Valenciana la gobierna el PP y su presidente está ampliamente cuestionado, pero esa no es la cuestión: si de verdad un partido asume las tesis federalistas debe asumir también que cualquier solución eficaz debe abordarse desde la colaboración y la suma de las instituciones de nuestro Estado compuesto. Una cosa es la batalla partidista y otra las políticas institucionales. No entenderlo, y más en el caso del PSOE, puede suponer un elevado precio si, llegado el momento, los ciudadanos entienden que no se han realizado los esfuerzos obligados. Después no se extrañen si, por ejemplo, en la zona dana acaban triunfando la ultraderecha, con el riesgo de que su capacidad decisoria sobre las políticas autonómicas sea mayor que la actual.
Diana Morant, que será ratificada por la militancia del PSPV y por abrumadora mayoría, tiene la oportunidad de, más allá de la ponencia política, marcar con sus decisiones el rumbo de una federación que nunca puede ni debe asumir el papel de sucursalista del PSOE y, menos aún, renunciar a escuchar a otras opciones de la izquierda que intentan consolidar su propio espacio. La Comunidad Valenciana no puede observarse, de facto, como una estructura periférica sin capacidad de influencia de las grandes fuerzas políticas (tampoco del PP, como sucede ahora) o en las grandes decisiones del Estado. Si se va por ese camino, se estará cediendo a la tendencia que, justamente, se rechaza en la ponencia política. Con el añadido de que se vulnerará uno de los principios de la socialdemocracia: la de fomentar la cooperación y la solidaridad interterritorial para el desarrollo de una sociedad más justa. Los que lo han olvidado, léase Francia, Italia o ahora Alemania, han acabado cayendo en el abismo.