Carlos Mazón y el conjunto del Partido Popular han interiorizado tanto aquello de “año nuevo, vida nueva” que han comenzado 2025 como si lo del 29 de octubre de 2024 hubiese sido un pecado venial. Los gestos de últimos días así lo demuestran.
Lejos queda ya el estado de shock que sobrevino al presidente valenciano en las jornadas posteriores a la DANA. Bajo sus efectos se felicitó por la comunicación y preocupación constantes del “querido presidente” Pedro Sánchez y por la respuesta inmediata del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, a su petición de más efectivos. Un simple espejismo, según se comprobó con el paso de las semanas.
Para Mazón, el Gobierno de España continúa siendo un salvavidas, pero de otro tipo. Entiende que su supervivencia política depende de la confrontación abierta con él. Un cuerpo a cuerpo sin cuartel y sin complejos, como el que practica su homóloga madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Y en eso anda, favorecido por la desaparición en combate del propio Sánchez, a quien se le podría aplicar el famoso “ni está, ni se le espera” del 23F.
Si de la visita semiclandestina de Alberto Núñez Feijóo a diferentes poblaciones afectadas, sin Mazón de su mano, alguien pudo inferir la voluntad de marcar distancias con el barón valenciano, su acto a puerta cerrada del mediodía del jueves pasado, escoltado por la alcaldesa de València y él mismo, evaporó toda suspicacia. Ahí quedó muy claro que unos y otros navegan en un solo barco. Las palabras de María José Catalá, que enrojecieron a Mazón como si de Kate Winslet se tratase, también zanjaron especulaciones. Al menos, en el corto plazo.
El fin de semana aún ha sido más placentero para el jefe del Consell. El viernes por la tarde se dio un baño de masas junto a unos 700 militantes en Alzira, donde recuperó la sonrisa y acusó a Sánchez de “desleal”, de igual modo que en la víspera se había declarado víctima de una “cacería”. Y el domingo, al fin, obtuvo la redención de los otros diez presidentes autonómicos del PP durante la cumbre de dos días que Feijóo había convocado en el oriente asturiano. La ovación cerrada dedicada a Mazón sella un apoyo que tampoco se daba por hecho y que le anima a continuar por la senda iniciada: la estrategia de choque contra Sánchez.
cuenta de su lado con los principales dirigentes del partido, esos que hasta hace nada le daban por amortizado, así como con la simpatía manifiesta de unos afiliados valencianos que estaban sumidos en la desorientación"
Porque, en efecto, Mazón regresa de Asturias investido del título de Don Pelayo valenciano. Preparado para la reconquista, cuenta de su lado con los principales dirigentes del partido, esos que hasta hace nada le daban por amortizado, así como con la simpatía manifiesta de unos afiliados valencianos que estaban sumidos en la desorientación. Cualquier sentimiento de culpa ha abierto paso al deseo de superación y a un afán innato de confrontación que actúa como catalizador de disgustos y carburador de esperanzas.