Los días 7 y 8 Algemesí (Ribera del Xúquer) celebra, tras el paréntesis de la pandemia, y de nuevo con toda la normalidad posible atendiendo a la compleja coyuntura por la que atravesamos, sus fiestas de la Mare de Déu de la Salut. Una conmemoración ligada al calendario agrícola de los pueblos del entorno de la Albufera. Abriendo las tres procesiones que se celebran estos dos días van las dos formaciones de la Muixeranga que van levantando torres humanas, realizando distintos cuadros plásticos y ejecutando el “ball”. Una de ellas celebra este año el 50 aniversario de l’Associació Amics de la Muixeranga, gracias a la cual esta manifestación no se perdió en un momento de crisis allá por los años 70 del siglo pasado, como había ocurrido en distintos pueblos de nuestra geografía, no solamente de la comarca de la Ribera. La otra, la Nova Muixeranga, surgida en 1997 para incorporar a la mujer en sus figuras y para dar a conocer esta tradición, entre otras razones, conmemora el 25 aniversario de su nacimiento.
Más allá de estas efemérides de carácter eminentemente local, este texto trata de subrayar el fenómeno que en las últimas décadas ha experimentado la recuperación y la creación, según los casos, de manifestaciones similares a lo largo del territorio autonómico a partir de la referencia permanente de Algemesí. Primero, en aquellas localidades en donde tras décadas de interrupción fueron poco a poco recuperadas, como Titaguas (1979), l’Alcúdia (1984) o L’Ollería (1996), entre otras. Posteriormente, la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de las fiestas de la Mare de Déu de la Salut de Algemesí en 2011, habría servido, según Bellón (Usos i pràctiques de la tradició, 2018), de acicate para la creación de nuevas formaciones en forma de asociaciones culturales, como son el caso de la Conlloga de Castelló, o las muixerangues de València, Cullera o Cocentaina. Como consecuencia de este “boom” nació en 2018 la Federació Coordinadora de Muixerangues, que agrupa en estos momentos a 23 formaciones, con alrededor de dos mil personas implicadas, lo que acerca este fenómeno al de los “castellers” en Cataluña, salvando diferencias sustanciales como, por ejemplo, el carácter eminentemente competitivo de estos últimos.
Frente a los grandes eventos que buscaban la proyección internacional impulsados por el Partido Popular de la Comunidad Valenciana durante dos décadas (1995-2015), con los resultados económicos y “reputacionales”, como le gusta señalar al “president” Puig, aunque el término no esté en el diccionario de la RAE, de sobra conocidos, los gobiernos del Botànic y del Rialto, sobre todo este último, han apostado por potenciar las manifestaciones de la cultura popular como contrapunto a una cultura elitista, lo que ha redundado en una presencia constante de Muixerangues, sea la Jove de Valencia, La Conlloga de Castelló, La Nova d’Algemesí o la d’Alacant, en toda clase de actividades y celebraciones institucionales, aplecs, trobades y actos reivindicativos.
De entrada, no se puede acoger este fenómeno más que satisfactoriamente; por su carácter simbólico y vertebrador de los distintos territorios que conforman el espacio autonómico, por su doble naturaleza de danza ritual y organización festera, por la sociabilidad que se da en el seno de estas asociaciones ya no solamente en unos días determinados sino a lo largo del año en los ensayos semanales, las actuaciones y otras actividades, así como por la capacidad de estructurar las relaciones sociales entre sus miembros y con el entorno en donde se ubican, entre distintos aspectos.
Ahora bien, este auge se ha desarrollado de manera dispar. En aquellos lugares donde existía una manifestación de este tipo, se han recuperado sus elementos esenciales aunque se hayan introducido algunos cambios estéticos o formales para adaptarse a los nuevos tiempos. En cambio, donde no existía ningún precedente, la elección del nombre o del vestuario ha sido totalmente arbitraria. Incluso, en algunos casos, se han introducido cambios, bien en las denominaciones o en la ejecución de los cuadros plásticos. Sí que ha habido, hasta el momento, unanimidad en la elección de la melodía de la Muixeranga d’Algemesí a la hora de escoger el acompañamiento musical. También emplean las mismas técnicas para levantar las torres humanas y reproducen los cuadros plásticos del repertorio de les muixerangues de Algemesí, de Els Negrets de l’Alcúdia o de los Locos de l’Olleria. Un aprendizaje llevado a cabo mayoritariamente por los miembros de la Nova Muixeranga, que nació con el propósito de dar a conocer esta manifestación festiva tradicional.
Puede que a la vuelta de una década el fenómeno se haya diluido, o se mantenga o que, incluso, haya ido a más. Tratándose de cultura popular en un marco globalizado todo es posible"
No resulta fácil digerir esta mezcolanza de decisiones. Puede que, por otra parte, la imitación, la reinterpretación o reelaboración, la hibridación posmoderna al fin y al cabo, esté en la esencia de la cultura popular. Quien sabe. Puede que a la vuelta de una década el fenómeno se haya diluido, o se mantenga o que, incluso, haya ido a más. Tratándose de cultura popular en un marco globalizado todo es posible. Habrá que estar pendientes. Como habrá que estarlo de las urnas que están a la vuelta de la esquina. Que una cosa lleva a la otra.