La dimisión de Mónica Oltra
Diario de València
Presión judicial, política y mediática. Cuando los tres focos actúan en la misma dirección, es difícil soportarlo. Pero no hay mayor presión que la que uno mismo se genera cuando se enfrenta a una crisis, de cualquier tipo, desde la responsabilidad. Mónica Oltra decidió ayer dar un paso atrás para descomprimir la tensión contra ella, contra Compromís y contra el gobierno del Botànic tras su imputación por el TSJ valenciano. Apenas le quedaba margen de maniobra, como así le habían trasladado muchos de sus compañeros de partido. Esperar hubiera supuesto agravar la situación, con la posibilidad de que Ximo Puig decidiera destituirla, provocando una fractura en el ejecutivo de imprevisibles consecuencias, entre estas un adelanto de las elecciones autonómicas valencianas en un momento en el que el viento sopla a favor del PP.
Mónica Oltra dimitió ayer culpando a la ultraderecha de haber orquestado una "cacería", lamentando que "ganen los malos" (el líder de España 2.000 es el abogado de la niña, ahora adulta, abusada por su exmarido), cuestionando los criterios de la justicia a la hora de imputar a unos y no a otros (puso de ejemplo el caso "M.Rajoy"), y lamentando la falta de apoyo del PSPV y de Ximo Puig. Deja el Consell y las Cortes Valencianas culpando directamente al president de la Generalitat Valenciana; mensaje de despedida que añadirá malestar entre las bases de Compromís con la familia socialista, cuyas tropas hace tiempo que apenas se soportan así en las instituciones como en el ecosistema digital.
Deja el Consell y las Cortes Valencianas culpando directamente al president de la Generalitat Valenciana; mensaje de despedida que añadirá malestar entre las bases de Compromís con la familia socialista"
El gobierno del Botànic pierde a una de sus dos principales figuras que han dado sentido al proyecto político que se inició en 2015 tras décadas de hegemonía popular. La otra, la de Ximo Puig, se queda sola, para bien y para mal. El president tiene la obligación de reconducir la crisis generada por el caso Oltra, pasar página y reconducir la atención hacia la gestión y, en paralelo, soportar las andanadas de la oposición sin tener a la líder de Compromís de escudera. Ahora el líder socialista es la única gran figura visible del proyecto institucional del Botànic, a menos de un año de las elecciones autonómicas y locales.
No habrá Botànic III si el PSPV y Compromís no son capaces de superar este capítulo. Ambas formaciones deberían saberlo. Dinamitar los pocos puentes abiertos entre ambas formaciones acelerará el deterioro del proyecto que se inició hace dos legislaturas y que podría perecer ante las derechas en 2023, y parece que algunos tienen al tentación de hacerlo. Los proyectos políticos están por encima de las personas, y esto es algo que los actores del Botànic deberían entender. Si persisten los rencores, se abonará el campo para que en pocos meses la izquierda vuelva a la oposición. En otras palabras, sin un PSPV y un Compromís fuertes y alineados no habrá otro Botànic; sin descontar a Podem y sus circunstancias.
Si persisten los rencores, se abonará el campo para que en pocos meses la izquierda vuelva a la oposición
Ximo Puig es el mejor valor político del PSPV y será el candidato de esta formación en 2023. Y nadie descarta que Mónica Oltra no pueda serlo también de Compromís si la justicia archiva el caso por el que ha sido imputada. La política viaja a la velocidad de la luz, y lo que hoy parece insuperable mañana puede ser un episodio más de cuantos ofrece la actualidad. Si el PSPV y Compromís creen que ya no hay espacio para una nueva alianza futura, para un Botànic III, este nunca volverá a ser realidad. Cuando los partidos pierden la convicción es cuando están derrotados, antes incluso de acudir a las elecciones. Vean lo sucedido en Andalucía. El tiempo corre en contra.