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En el taller de indumentaria de Amparo Fabra, a punto para la Ofrenda de Fallas

Fallas 2022

La indumentarista, presidenta de la Fundación del Museo de la Seda de València, supervisa estos días los arreglos que la comunidad fallera ha necesitado para lucir sus prendas en las fiestas

“La seda ya estaba un 30% más cara antes de la guerra, así que ahora esperamos otro aumento”, explica la empresaria sobre el segundo golpe, tras la Covid-19, que arrastra el sector

La indumentarista Amparo Fabra, en su taller de València

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En el taller de Amparo Fabra, indumentarista con solera, hay agujas, alfileres, telas, cientos de trajes por recoger, pero también facturas encima de la mesa. Este negocio familiar emplea a 12 trabajadores, que han ido literalmente de cráneo estos últimos días previos, para culminar el trabajo que normalmente -como todo antes de la pandemia- se hacía de año en año.

“En tres meses hemos hecho todo lo que hacíamos antes en un año. ¿A quién le decíamos que no?”, se pregunta, retóricamente, la también empresaria, una mujer enamorada del que ahora ya es su hobby porque se jubiló hace un tiempo después de 42 años y ahora solo supervisa. Da el último toque.

"“En tres meses hemos hecho todo lo que hacíamos antes en un año. ¿A quién le decíamos que no?", sostiene 

“No me da miedo, si no me gusta como han puesto las manteletas, lo digo”, reconoce entre risas. Su hija y su sobrina dirigen ahora el taller de indumentaria y la tienda, situado uno encima de la otra, y con vistas al cruce de calles en el que se planta la falla Maestro Gozalbo, una de las más destacadas en el Ensanche valenciano.

El día que nos acercamos al taller descargan la falla. Mientras, en sus probadores, las falleras del barrio recogen los trajes para llevárselos a casa: a la espera está el pasacalles, la Ofrenda, el día de Sant Josep… 

La fallera María Hércules se viste en el probador de Amparo Fabra

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Como María Hércules Ferraro, 24 años y toda la ilusión en el rostro mientras se prueba el vestido que lucirá en la plaza de la Virgen. Es la fallera mayor de la falla Reino de València-Duque de Calabria, se ha vestido “toda la vida con Amparo Fabra” y la prueba de hoy es especial.

Sin nervios, calmada, la fallera se mira al espejo. Su madre también pasó por ahí y la mira embelesada desde la puerta. Mientras, Amparo Fabra revisa las mangas, elogia su calma…

“Los falleros se han esperado hasta el final, hasta que vieron que sí, que había Fallas”

 “La verdad es que son casi de la familia”, reconoce. Por eso ha costado tanto en este tiempo de post-pandemia decirle a ninguno de sus clientes que no podía retocar o arreglar esto o aquello porque no hubiera tiempo. “Los falleros se han esperado hasta el final, hasta que vieron que sí, que había Fallas”.

Mientras, el tránsito a esta ansiada semana festiva no ha sido fácil para negocios como el suyo. “El día que entré en el taller de Vives y Marín no se oía nada, el silencio. Me daba hasta ganas de llorar”, cuenta. 

Las modistas en el taller trabajan estos días sin parar para terminar los vestidos de valenciana

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Hace referencia a de los tres proveedores -junto con la Compañía Valenciana de la Seda y Garín- con los que trabaja, firmas referencia en espolines y sedería valenciana, de la que Fabra es experta como presidenta de la Fundación del Museo de la Seda de València. 

“Lo hemos pasado muy mal. El comercio tenía que estar abierto porque si no nos teníamos que ir a casa, pero ponías cosas en el escaparate y la gente ni se paraba”, recuerda la indumentarista.

Reconoce haber tirado de patrimonio para superar las dificultades económicas y critica que las ayudas han sido pocas porque el “parón ha sido completo”. A su lado, su hija asiente.

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El segundo golpe en poco tiempo va a ser el de la guerra. “La seda ya nos habían avisado que iba a subir un 30%, ahora subirá más. Y demás, quien se vaya a vestir de valenciana, lo pensará también dependiendo de la situación que tenga en casa”, explica Fabra.