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La libreta del señor Miquel

Relato Ficción. Final de campaña.

El excarnicero, que acierta siempre con sus pronósticos electorales, me recibe a primera hora de mal humor. Dice haber pasado una mala noche, y que a sus 78 años eso se digiere mal.

La libreta del señor Miquel

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Cumplo con la tradición, aunque con cierta inquietud, motivada en parte por los intensos análisis compartidos con Víctor Romero y Víctor Maceda en un grupo de Whatsapp, casi cada hora durante la campaña electoral, y voy en busca del señor Miquel. Los periodistas citados, apasionados del análisis demoscópico, parecen advertidos por los datos, que ofrecen no pocas variables, algunas sorprendentes. Es una lucha entre ciencia, la que dominan ellos, e intuición, que es la que tiene el señor Miquel, y que comparto desde hace años en la víspera de una confrontación electoral, autonómica, local e incluso general. Tras décadas de consultas creo que esta vez todo parece más complejo, para bien y para mal, y viajo a Alzira con muchas preguntas, consciente de que el señor Miquel, como siempre, me dará respuestas pero me obligará a guardar secreto sobre su pronóstico, que siempre es acertado.

El excarnicero me recibe a primera hora de mal humor. Dice haber pasado una mala noche, y que a sus 78 años eso se digiere mal. En su casa de planta baja del barrio de Sant Joan la humedad penetra en los huesos en minutos; tendrá que pasar aún un tiempo para que en su patio interior se disfrute del frescor balsámico frente a la calima veraniega. Nos sentamos alrededor de una mesa de madera vieja, donde hay una libreta de tamaño folio con tapas de piel desgastada, y me sirve un café cargado. No me acostumbro a sus silencios.

- ¡Obri la llibreta!

Lo comprendo de inmediato. Es la “libreta”, el soporte, con páginas casi amarillas, que durante décadas ha usado para apuntar los pronósticos electorales desde las primeras elecciones generales libres de 1977. Con letra casi perfecta aparecen fechas y los resultados vistos por el señor Miquel antes de cada cita, y al lado de cada tabla los resultados oficiales tras escrutarse los votos. Están todas, generales, autonómicas valencianas y locales de la ciudad de València y de Alzira, en porcentaje de votos y su traducción en escaños, de diputados al Congreso, a las Cortes Valencianas y concejales. En cada tabla hay un apunte por partidos políticos. Sorprende ver nombres como UCD o PCE, hoy casi olvidados. Pero lo que más impacta es el nivel de acierto, con mínimas equivocaciones, insignificantes para modificar el resultado en cada caso.

Conforme voy pasando páginas me acerco a las fechas más recientes. El señor Miquel fue de los pocos que supo ver que el PP y Unión Valenciana iban a conquistar el Ayuntamiento de València en 1991. O que Compromís lograría, décadas después, arrebatar la atalaya municipal a la derecha. Pero cuando llego a la tabla de las elecciones autonómicas de este 28A la veo vacía. Le recuerdo que él me pasó hace pocas semanas una nota con algunos apuntes comiendo una paella en casa de un amigo, pero me recuerda que aquello no era el pronóstico, era sólo una aproximación. Es entonces cuando me arranca la libreta de las manos, la cierra y me mira fijamente, con esos ojos glaucos que, según cómo te miren, te pueden helar la sangre.

- Esteu acollonats.

Lo dice y a continuación suelta una sonora carcajada. Le cuento las conversaciones con Romero y Maceda, e inicio una exposición de las variables contempladas en estas elecciones: el adelanto electoral, la fragmentación de las derechas, la emergencia de VOX, hasta que levanta la mano y con un gesto me pide que me calle.

- ¡dóna’m un bolígraf!

Vuelve a abrir la libreta con sumo cuidado y busca la página con la tabla de las elecciones del 28A, donde había dejado preparado los espacios para apuntar los pronósticos de las Generales y de las Autonómicas. Y comienza el espectáculo que otras veces he narrado: sonidos guturales, miradas al cielo y a lugares perdidos, fuertes inspiraciones, tal que si estuviera viendo a un chamán colocado. Esta vez no ha recurrido a abrir un animal muerto en canal, ya fuera un conejo o un pollo, como hacía en el pasado. De inmediato, le veo que comienza a escribir cifras en la librea, lo hace de manera acelerada, confirmando que no tiene ninguna duda de lo que escribe. Me digo que si Maceda y Romero estuvieran viendo esto en directo estarían alucinados.

Veo en la distancia que ha acabado de rellenar con datos las tablas, levanta la vista y me acerca la libreta.

- Ja saps que no pots dir res.

Tengo tanta prisa por leer los datos que me equivoco de enfoque, porque creyendo leer la tabla de los resultados de las elecciones autonómicas he comenzado por las generales. Reacciono, y devoro las cifras, que me sumen en un estado de excitación. Leídas las generales paso a las autonómicas, y le ruego que me autorice a dar pistas al menos a los colegas de Whatsapp.

- Esteu malalts amb el mòbil.

El señor Miquel vuelve a reír, esta vez suena a ironía, y me incomoda. Si alguien viera los resultados que me ha dado, como pasó en el 2015 (y dejé escrito) pensaría que el excarnicero está loco, pero aquella vez volvió a acertar (la de paellas que gané con su pronóstico en porras privadas). Pero me exige que tampoco haga uso de las cifras para vencer a quienes intentan apostarse algo conmigo. Le pido, al menos, que me ofrezca algún gesto, algún relato, alguna metáfora, que pueda ayudar a los lectores.

Tras dudarlo unos minutos me cuenta una historia familiar muy antigua. Dice que su padre, carnicero y cabrero como él, se compró en el año 1940 una moto, una Guzzi de marchas sobre el depósito. Para estrenarla, decidió realizar un corto viaje, de Alzira a la barraca d´Aigües Vives, de noche, para ver a la chica que le gustaba y que sería su futura esposa. Era una decisión peligrosa, pues el faro de la Guzzi apenas generaba suficiente luz para distinguir la carretera, pero el hombre deseaba sorprender y ganarse el amor de una mujer que se resistía al romance. En ese tiempo, además, la gente no se ponía casco cuando iba en moto. Un puente de doble curva cerrada, sin protección lateral, dividía el camino, y fue en ese punto donde se salió de la calzada, cayendo de una altura de más de tres metros en un barranco.

Dice que su padre quedó inconsciente durante horas, y que cuando reaccionó le dolía horrores todo el cuerpo. Por suerte, cayó sobre terreno blando, plagado de “agrets”, y eso evitó, seguramente, que se matara. Era de noche y notó líquido húmedo en la cabeza, era sangre; pero estaba consciente y pudo iniciar un largo camino hasta la barraca d´Aigües Vives dejando la moto en el barranco. Tras casi una hora de camino llegó a la casa de la mujer deseada, y esta al verlo entró en pánico. Pero aquella noche, la más dramática de la vida del padre del señor Miquel, supo que aquella joven deseaba cuidarlo, y así lo haría durante el resto de su vida. La moto, recuerda el señor Miquel, nunca fue encontrada.

Tras contar la historia, el viejo sabio cierra los ojos unos segundos, aspira con fuerza y observo una leve sonrisa en su rostro.

- Era un home atrevit, el meu pare.

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