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Bikram Yoga: para desintoxicar cuerpo y mente

Opinión

Los expertos dicen que cualquier modalidad de yoga es capaz de modificar cuerpo y mente llevándolo al anhelado equilibrio. Y no es ningún secreto que todos lo buscamos en mayor o menor medida. Pero me apetecía buscar un plus en esta práctica, darle un elemento diferenciador y leyendo artículos llegué al Bikram Yoga.

El hándicap de adaptarte a trabajar a más de 40 grados me pareció todo un reto. Y Además, me apetecía experimentar los beneficios que ofrece el calor en cuanto a flexibilidad y prevención de lesiones. Así que me puse a buscar dónde podía practicar esta disciplina en Valencia y me encontré con Bikram Yoga Valencia.

Recuerdo mi primer contacto con Raquel Sobrino, profesora de Bikram y responsable de Bikram Yoga Valencia. Le mencioné mi interés pero también le manifesté mis reservas acerca de practicar deporte a alta temperatura y todavía resuena en mi su respuesta. “Eso es una limitación que te has puesto, está en tú cabeza”. Y así ha sido.

He sobrevivido a mi primera clase de yoga con calor o hot yoga. Y me siento orgullosa. Sobre todo, por borrar de mi cabeza un miedo sin fundamento. Cuántas cosas por descubrir, por vivir o por experimentar que se quedan en el tintero por miedo.

El Bikram Yoga va de eso. Va de mirarte al espejo en clase, en cada postura y aceptar tus limitaciones. Y luchar sesión tras sesión por mejorar. Es uno de los late motive de esta práctica y me gusta.

Después de hablar un par de veces con Raquel decido que empezar la jornada con esta experiencia puede ser interesante. Y así lo hago. Después de un buen madrugón para desayunar con tranquilidad, me planto en pleno centro de la ciudad de Valencia a las 7’45h de la mañana. Eso si, un desayuno de fácil digestión con el único objetivo de ir cargada de energía. Un plátano y frutos secos.

Bikram Yoga

Mireia Bayarri

Los expertos recomiendan llegar con tiempo a clase para prepararte con tranquilidad e ir tomando conciencia del entorno. El centro es muy bonito y un aura de paz te invade nada más entrar. El edificio es digno de su ubicación, antiguo y señorial tiene un encanto especial. Además, me gustó la idea de llegar a la ciudad cuándo todo comienza a despertar.

Después de rellenar algunos datos fui hacia el vestuario para ponerme apunto. Os recomiendo poca ropa. Un top y un pantalón corto en mi caso, para tener mayor conciencia de mi cuerpo en cada postura. Y también porque la humedad y el sudor empapa la ropa y dificulta la movilidad. Por supuesto, indispensable una correcta y abundante hidratación. Ya no sólo durante la clase si no antes y después.

Raquel me dejó muy claro que nada de reloj ni de móvil dentro de clase. Así que respeté las normas y acudí a la sala con una esterilla y mi toalla cinco minutos antes para aclimatarme a la temperatura.

Antes de comenzar, tendida en el suelo me di cuenta de que esta modalidad del yoga tiene bastante éxito entre los hombres.

Una breve explicación de cómo sería la clase: dura 90 minutos y el objetivo para ti hoy es que no abandones la sala. Si te cansas descansas sobre tus rodillas y te hidratas. No hago las posturas, las marco con la voz. Cada una de las 26 se repite dos veces. Más dos ejercicios de respiración. Y después de la charla con Raquel comenzamos.

La sensación nada más empezar fue de confusión. Raquel marcaba los ejercicios con voz fuerte y en un tono algo imperativo. No era para nada la idea que tenía. Sin música y con los ojos siempre abiertos. En un minuto me desmontó tres mitos del mundo yogui. Y fue entonces cuando empezó a engancharme.

Es una practica exigente. Las posturas requieren concentración y fuerza. No sólo realizarlas sino mantenerlas y obedecer a la voz de “estira, estira” para conseguir tu mejor versión. Las 26 “asanas” ayudan a fortalecer los huesos y las articulaciones. La postura que primer aprendí fue “savasana” que consiste en quedarte tumbado boca arriba con las palmas de las manos abiertas. Se usa de transición entre unas y otras.

Me miraba en el espejo para corregir e intentaba copiar a mis compañeros mientras escuchaba la exigente voz de Raquel. Pronto aprendí que la respiración es la clave para controlar la ansiedad y regular las fuerzas. Me sentí muy cómoda en la primera mitad de la clase con las posturas que se hacen de pie. El equilibrio, la fuerza y la voluntad me mantuvieron toda la clase. No descansé más que la vez que lo marcó Raquel para beber agua.

Una vez en el suelo, las posturas me parecieron más complejas. Me motivaba ver que podía seguir la clase. Y pensé en lo diferentes que éramos todos los que estábamos allí dentro, practicando lo mismo y consiguiendo mejorar dentro de nuestras limitaciones.

Me gustaron especialmente las asanas “Tadasana” y “Garurasana”. Sudé mucho. Dejé todas las toxinas que no necesitaba en la sala y me acerqué a una práctica que me gusta.

Al terminar con un “namaste” Raquel abandona la clase y nos quedamos tumbados. Me pareció un momento muy reconfortante, cerré los ojos y decidí quedarme allí unos minutos asimilando lo aprendido. Y es que en esta ocasión, para mi ha sido todo un descubrimiento. Al levantarme y de camino al vestuario charlé con el resto de chicas de clase y les pregunté por qué Bikram Yoga. Ellas son usuarias habituales y me dan la clave para incorporarlo a mi rutina. Dicen que les aporta un bienestar y un equilibrio único. Afrontan la jornada con fuerza y relativizan mucho lo que sucede a su alrededor. Me pareció un motivo más que suficiente.

Al terminar la ducha charlé con Raquel y me quedé atrapada por su historia. Ella abandonó su carrera profesional en el mundo de la banca después de descubrir el Bikram Yoga. Tuvo claro que le gustaba y se dedicó a formarse con el maestro para poder impartir clases.

EL CREADOR, BIKRAM CHOUDHRY.

El maestro yogi Bikram Choudhury, es el creador del Bikram Yoga. Aprendió las posturas de yoga en la India a los 3 años de edad y con tan sólo 11 años fue campeón en la Competición Nacional de Yoga de India y a los 14 años fue nombrado Yogi Raj.

El punto de inflexión fue a sus 17 años de edad cuando sufrió una lesión por la que le dijeron que nunca volvería a caminar.

Fue entonces y con la ayuda de su maestro cuando creó la serie de 26 posturas que le ayudaron a recuperarse.

Abrió su primera escuela en 1972 en San Francisco y desde entonces, multitud de celebridades han reconocido públicamente practicar Bikram Yoga, entre ellas Lady Gaga, Gwyneth Paltrow, Madonna, Uma Thurman, Demi Moore y hasta Barack Obama

A finales de los años 90 Bikram decide comenzar a formar maestros y a certificarlos. Así que sólo los discípulos de Bikram pueden tener los estudios de Bikram Yoga.

EL YOGA DE LOS DEPORTISTAS Y LAS CELBRITIES

El yoga tienes que sentirlo para engancharte. O ser una víctima de las tendencias deportivas. Si estás en cualquiera de estos dos grupos, seguro que en algún momento caes en las redes del Bikram Yoga.

Se convirtió en tendencia cuándo famosas como Madonna, Lady Gaga o Gwyneth Paltrow lo introdujeron en sus prácticas semanales y comenzaron a hacerse eco en las redes sociales. A nivel nacional, Sara Carbonero, Elsa Pataky o Paula Echevarría también lo han probado.

A la tendencia la refuerza el furor que causa entre los deportistas de élite. Zinedine Zidane, Simenone, Iker Casillas o Emilio Butragueño ya son habituales de los centros de Bikram Yoga. En el mundo del tenis Andy Murray o Serena Williams lo recomiendan. Y en la NBA, Lebron James o Kobe Brayant también han confesado practicarlo.

Aquí la prueba más firme de que ayuda a prevenir lesiones y aumenta la capacidad de ejercicio, fuerza y resistencia tanto a nivel físico como mental. Es un complemento ideal para corredores, triatletas y deportistas de otras disciplinas. ¿Te vas a quedar sin probarlo?