Loading...

La sociedad valenciana ante la ultraderecha

Análisis

Clamor contra la impunidad. Contundente la reacción de instituciones, partidos políticos, medios de comunicación y colectivos profesionales. Moragues ha notado esa presión.

EFE/Biel Aliño

Biel AliÑo / EFE

Sucedió hace una semana. Grupos de la ultraderecha atacaron y reventaron por la tarde una manifestación legal y pacífica. Los hechos ya son conocidos, y algunos protagonistas ya han sido identificados y detenidos. Pero entre los hechos y las detenciones ha habido una digna respuesta de la sociedad valenciana: no se tolera la impunidad. Las imágenes a través de las redes sociales (en esta sociedad instalada en el paradigma digital) y las crónicas de reputados periodistas (algunos fueron agredidos) revolvieron muchos estómagos. Instituciones valencianas, líderes políticos como Ximo Puig o Mónica Oltra, partidos políticos, medios de comunicación (con algunos excelentes trabajos), sindicatos o colectivos profesionales como la Unió de Periodistes han reaccionado con contundencia, exigiendo identificaciones y detenciones. Juan Carlos Moragues, Delegado del Gobierno, notó la presión. El mismo día de los hechos quiso con un tuit zanjar el asunto. Al día siguiente abrió una investigación. La fiscalía de oficio también.

Hace años que periodistas y escritores como Toni Mollà o Francesc Viadel lo vienen advirtiendo frente a los que creen, inocentemente, que hay cosas que pertenecen sólo al pasado en Valencia. Investigaciones como la de Anna I. López sobre la ultraderecha valenciana redundan en la hipótesis: se sigue alimentando el odio y el frentismo, con la complicidad de actores perfectamente identificados. El conflicto catalán, además, los ha envalentonado; y ciertas actitudes por parte de algunos líderes políticos también. La que sí ha cambiado es la sociedad valenciana, más intolerante ante los intolerantes. Los que hemos vivido muchos momentos de tensión en los 9 d´Octubre sabemos de qué hablamos, pues hubo un tiempo en que este tipo de ataques no recibían ninguna crítica por parte de las instituciones, como ejemplo. Y desde luego no se investigaban.

La sociedad valenciana observó el pasado lunes, casi en directo, la violencia ideologizada; y también que algo se hizo mal, que se podía haber evitado, porque se sabía desde hacía horas y días que eso podía ocurrir. El Delegado del Gobierno dice que se actuó correctamente, pero cuando los hechos desbordan la lógica toca asumir errores: no se actuó con la prevención necesaria. Sí es cierto que después la intervención policial evitó males mayores, pues los hubo que ansiaban seguir con su particular cacería. Fui testigo. Juan Carlos Moragues quiso ponerse de perfil, hasta que le llovieron críticas no sólo de partidos de la izquierda, sino de casi toda la sociedad civil valenciana: basta ver el editorial que dedicó a estos sucesos Las Provincias al día siguiente. Hubo unanimidad; Valencia no tolera ya a los intolerantes, a los violentos, a los que desde posiciones ideológicas quieren apalear al contrario. Y esa unanimidad (un tanto ambigua por parte del PP, por cierto), y esa presión, motivaron la investigación de la propia Delegación del Gobierno que está dando ya sus frutos, y la de la fiscalía.

Se trata, por lo tanto, de una pequeña victoria de la sociedad valenciana, pero el problema sigue latente y puede crecer, basta ver lo que ocurre en otros países. Ha pasado una semana y hoy, además, nadie con representación institucional o social se atreve a justificar en público esa violencia. Se han anulado las excusas o justificaciones, que suelen ser el mejor alimento para los violentos. Estaría bien que todos los partidos apoyaran la declaración que Compromís y Podemos quieren llevar a las Cortes Valencianas rechazando y condenando estos ataques, sin excusas. Incluso instituciones deportivas como el Valencia CF se han puesto las pilas, no desean verse identificados con este tipo de intolerables comportamientos. Esto no sucedía hace algunos años, o al menos no sucedía con la misma contundencia; incluso había una detestable complicidad de algunas autoridades públicas, así en la administración valenciana como en la Delegación del Gobierno. Algo ha cambiado, lo que como valenciano me genera cierto optimismo. Siempre consciente de que como señalan Viadel, Mollà y Anna López, la amenaza está ahí, no ha desaparecido y puede rebrotar en cualquier momento. Y sólo la respuesta firme de instituciones, políticos, medios de comunicación y de la sociedad civil puede evitar en un futuro próximo sucesos similares.