Loading...

Reportaje fallero: fiesta completa e intensa, y un caos tolerado

La ciudad consume con pasión las últimas horas previas a la Cremà. La pólvora, el arte, la música, la gastronomía, el desenfreno, inundan todos los barrios y las calles. Se mantiene la compleja convivencia entre los falleros y los que no lo son

falleras y falleros por el centro de Valencia

Propias

Calle Humanista Mariner, barrio de Patraix, una de la madrugada del 17 de marzo. Cerca de trescientas personas recogen y limpian los restos de una noche entregada a la cocina y consumo de paella valenciana. Han sido unas 30 paellas en total, clásicas, hechas con leña, de pollo, conejo y garrofó; y su aroma aún se percibe en la noche fría, y en las ropas de los falleros, abrigados con polares rojos con su respectivo distintivo de la comisión fallera a la que pertenecen. Caras de agotamiento y satisfacción, mientras los más jóvenes se acercan a la carpa donde suena una disco-móvil con música house a muchos decibelios. Algo semejante está sucediendo la mayoría de calles de Valencia, pues cerca de 400 fallas y casi 90.000 falleros llevan días movilizados para vivir su gran fiesta. La ciudad huele a pólvora, y también a aceite frito de los chiringuitos de buñuelos y churros repartidos por toda la geografía urbana. Al sonido de las verbenas, se suma el constante y repetitivo estallido de petardos, lanzados por falleros y no falleros, y que suelen ser el mayor atractivo para niños y adolescentes. A estas horas, ya de madrugada, las bandas de música descansan; después de estar todo el día acompañando a la comisiones falleras por todos los rincones de la ciudad.

Conforme uno avanza hacia el centro de la ciudad desde los barrios periféricos la densidad de fallas y personas aumenta. Es inútil pretender usar el coche, e incluso la moto. Ir caminando o en transporte público es lo más inteligente si no se quiere perder los nervios. Las carpas y fallas han cortado la mayoría de calles de Valencia y sólo las grandes vías oxigenan una circulación colapsada casi desde el pasado día 5, en el que muchas carpas ya se instalaron para desesperación de aquellos que deben usar su coche para trabajar. Quedan algo más de 60 horas para la Cremà, que es el fin de la fiesta; y la Ofrena de flores a la Verge dels Desamparats, acto de una fuerte carga emotiva, comenzará en breve, lo que supondrá el corte total de circulación en todo el centro. Cerca de 100.000 falleros (muchos valencianos y valencianas sólo se visten para esa ocasión) desfilarán desde todos los puntos de la ciudad hacia la plaza de la Verge para entregar su ramo de flores a una enorme figura de la Virgen. La Ofrena se inicia hoy por la tarde, y finalizará mañana casi de madrugada.

En algunos barrios, como en Russafa, se puede hablar de caos delicioso: si uno se adapta puede percibir todo un mundo de sensaciones y golpes estéticos; fallas, fiesta, gastronomía, música, pólvora, profundamente concentrado; en un barrio convertido en una ratonera. Si no se es fallero o se comprende el sentido de esta fiesta o mejor huir del barrio, y tal vez de la ciudad. Hay ciudadanos que viven en otros barrios y que se han hecho falleros de comisiones del centro. Algunos, como Pepe Gallardo, de 52 años de edad y funcionario, alquilan pisos pegados a la falla durante una semana para no perder detalle. "Es una vez al año, lo quemamos todo", advierte. A las 8 de la mañana "despertà" (lanzamiento de petardos acompañado de banda de música para despertar a todos los vecinos). Durante la mañana, vestidos de falleros, visitas a otras comisiones y actos programados. Al mediodía comida en la calle o en la carpa, con profusión por la gastronomía valenciana (arròs caldòs o paella, como ejemplos). Por la tarde una buena siesta. A media tarde la Ofrena. De noche cena de toda la comisión y después fiesta, verbena, disco-móvil o lo que se tercie, hasta las 4 de la madrugada. Y así, más o menos, durante toda la semana fallera.

La plaza del Ayuntamiento es el epicentro de todas las actividades. Sobre la una del mediodía la masa inunda todos los accesos a la espera de que una hora después se ejecuté la "mascletá". Los restaurantes hacen su agosto: suben precios, tienen colas interminables esperando tomar algo, los turistas son los protagonistas. También los buscavidas llegados desde todo el mundo: mimos, cantantes, payasos e incluso transformistas. La policía vigila, ante todo, dos cosas: carteristas y negocios ilegales...no dan abasto. Se calcula que más de 200.000 personas vienen a Valencia durante los últimos dos días de fallas.

En la falla de Humanista Mariner, en Patraix, la mujeres ya se han vestido de falleras para acompañar a los falleros a recoger el premio otorgado a su monumento. Estos no tiene la calidad de antaño: la crisis ha obligado a las comisiones a recortar presupuestos, y casi siempre sale perdiendo el artista fallero en beneficio de otras actividades como la verbena o la gastronomía. Cada fallera se ha levantado muy pronto, porque el ritual de arreglarse el cabello, vestirse y maquillarse es lento y exige, en ocasiones, la colaboración de otras mujeres. Cada fallera puede llevar más de 6.000 euros de valor entre el traje, los aderezos y otros complementos. El traje de fallero es muchísimo más barato. Los jóvenes son más resistentes a los rituales clásicos: les encantan las fallas, pero más el aspecto lúdico y festivo, así como la pirotécnica.

Es la penúltima noche antes de la Cremà, y eso se comenta entre los falleros de las comisiones. Aunque cansados, hay ganas de vivir las últimas horas con intensidad. La ciudad está totalmente movilizada y los falleros saben que una vez quemadas las fallas nada se podrá hacer hasta el próximo año. Porque ellos son, a decir verdad, los dueños de la calle, lo que no gusta a todos los vecinos. El Ayuntamiento de Valencia, gobernado por el PP, ha dado cada año más manga ancha a la fiesta, generando no poco malestar en aquellos que o no la viven o deben trabajar en unos días en los que lo lúdico lo invade todo. Pero son las fallas de Valencia, y son una fiesta que no tiene término medio, no hay espacio para apartarse de ellas si se vive en Valencia. Esto es, en gran parte, lo mejor y lo peor de la festa de Sant Josep.

Músicos en fallas de Valencia

Propias

falla del Ayuntamiento

Propias

Un grupo de personas contempla el primer castillo de fuegos artificiales de Las Fallas, en el paseo de La Alameda, en Valencia

Propias