El 28M y la zona fantasma

Cuadernos del sur

El 28M y la zona fantasma

El Año Nuevo inauguró hace casi una semana un ciclo electoral incierto y de perfil suicida. Dos convocatorias –municipales y regionales, más las difusas generales– en sólo doce meses. Sendas batallas por semestre para la misma guerra. Dos frases resumen el ambiente con el que los grandes partidos políticos en Andalucía afrontan la inminencia de las trincheras. La primera es del Papa León X: “Ya que Dios nos ha concedido el papado, gocémoslo”. La segunda pertenece al refranero popular: “ A ser Papa hay que aspirar para a sacristán llegar”.

Moreno Bonilla, que desde junio disfruta del boato del Quirinale de San Telmo, actúa como si fuera el mismísimo inquilino del Vaticano. Sus votos de fe (andalucista) pretenden ampliar su electorado sumando a todas las minorías posibles, sin descartar a los socialistas críticos que el 19J le concedieron la absolutísima. A mediados de este mes de enero tiene convocada una missa solemnis para presentar en sociedad a sus candidatos en las capitales de provincia.

Pedro Sánchez y Juan Espadas  Pedro Barba

Pedro Sánchez y Juan Espadas Pedro Barba

EFE

No hay sorpresas: salvo la incógnita de la lista de Cádiz, todos los aspirantes del PP han sido señalados por el dedo del Sumo Pontífice, al que el deterioro de la marca socialista beneficia, según auguran los sondeos; pero puede encontrarse en el camino hacia Castel Gandolfo con la piedra de no alcanzar las expectativas –mayúsculas– debido al éxito de haber conjurado hace seis meses el miedo a Vox, el tercer pasajero (parlamentario) de la gran autonomía del Sur.

El presidente de la Junta no excluye a los ultramontanos de su estrategia postelectoral de acuerdos y apoyos puntuales en algunas plazas locales, aunque la lectura del 28M va a tener, sobre todo, una lectura de índole regional y una interpretación en clave nacional. Hegemonía o mayoría (relativa) en el Sur. Cambio de ciclo definitivo o naufragio (imprevisto) en Madrid.

La primera cuestión es importante, aunque no sea trascendente: una ralentización del plan de penetración local no supondría una catástrofe –el escenario autonómico está sellado hasta 2026–, pero cabe la posibilidad de que en los cuarteles del PP se valore como una advertencia y provoque turbulencias en el gobierno andaluz tras el primer semestre de esta legislatura.

Juan Manuel Moreno y Marifrán Carazo, candidata del PP a la Alcaldía de Granada

Juan Manuel Moreno y Marifrán Carazo, candidata del PP a la Alcaldía de Granada

Junta de Andalucía

Cambios en el gabinete de Moreno Bonilla habrá con toda seguridad. La decisión de designar como candidata a la alcaldía de Granada –una de las plazas más simbólicas del 28M– a su consejera de Fomento, Marifrán Carazo, obliga a hacer una remodelación institucional que, en función de cuál sea el desenlace en las urnas, puede tener mucho más calado de lo esperado.

El presidente de la Junta ha perdido impulso político tras obtener la mayoría parlamentaria por la marcha a Génova de Elías Bendodo y Juan Bravo. Su gobierno está formado con excesivos dirigentes del partido. Un posible tropiezo en mayo, aunque sea de naturaleza leve, puede alterar la pax augusta en la que habita el jefe de la derecha en el Sur de España.

En el trance del ambicioso clérigo que desea convertirse en Papa se encuentra Juan Espadas, el delegado de Ferraz en Andalucía. Quiere ganar la batalla del 28M, pero su anhelo –siendo realistas– se limita a aguantar la posición del PSOE en los grandes ayuntamientos y en las diputaciones, vitales para que la estructura del partido no se descomponga sin remedio.

Espadas (que equivale a decir Pedro Sánchez, dada la falta de autonomía de los socialistas meridionales) se conformaría con conservar las alcaldías que tienen en casi la mitad de los 785 municipios andaluces. No es una tarea fácil: el elemento ambiental es hostil, su liderazgo nunca ha dejado de ser virtual (los alcaldes no quieren que tenga excesivo protagonismo para no perder votos) y el ataque del PP a las grandes capitales y diputaciones va a ser intenso.

María Jesús Montero en el último Congreso Regional del PSOE-A

María Jesús Montero en el último Congreso Regional del PSOE-A

EFE

En el fondo, el jefe del PSOE en el Sur se juega su continuidad, aunque si acontece una debacle siete meses antes de las generales su salida del cargo pueda dilatarse hasta diciembre, salvo que el presidente del Gobierno decida dar un volantazo súbito a la situación. Que los socialistas están viéndole las orejas al lobo en Andalucía –y por tanto ven peligrar a medio plazo la misma estabilidad de la Moncloa– lo evidencia una anécdota.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, designada por Ferraz para tutelar el problema andaluz tras el nefasto presagio del 19J, dedicó esta semana de forma casi monográfica un encuentro institucional a atacar a Feijóo, como si el presidente del PP gobernase España. No es la primera vez. El problema es que en los próximos cinco meses tampoco va a ser la última.

Con Cs fuera de la ecuación y las izquierdas divididas en tres listas –IU, Podemos y Adelante Andalucía– los socialistas, menguantes según los sondeos, se enfrentan a lo que el filósofo punk Antonio Escohotado llamaba el principio de realidad. La verdad prosaica de las cosas.

Es dudoso que el noble arte de la fabulación, una de las distintas formas de propaganda, pueda conjurar la zona fantasma de su propia historia cuando seis de los ocho ex altos cargos de sus gobiernos, condenados por el escándalo de los ERE, duermen ya en prisión y los dos restantes –sobre todo el expresidente Griñán– aguardan el designio (médico) de la rueda Fortuna.

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