Arnaldo Otegi afronta desde este fin de semana el que será, con toda probabilidad, su último mandato al frente de EH Bildu. La coalición abertzale ha cerrado su segundo congreso respaldando con un 88,9 % de los votos la candidatura continuista encabezada por Otegi. La formación mantendrá, por tanto, el rumbo fijado en los últimos años, una dirección política marcada por un objetivo fundamental: contruir una alternativa al PNV a través de un bloque de izquierdas.
Este segundo congreso de EH Bildu ha llegado cuando se cumplen 10 años desde que echase a andar la coalición, una década marcada por un arranque fulgurante, una crisis de resultados profunda en torno a 2015 -vinculada al auge de Podemo- y, finalmente, una recuperación de su espacio electoral. En 2011, Bildu se presentó como una coalición en la que convergían la izquierda abertzale tradicional, Eusko Alkartasuna y Alternatiba (escisión de Ezker Batua -Izquierda Unida- liderada por Oskar Matute). Un año más tarde entraría a Aralar y la marca se consolidaría como EH Bildu.
Ahora, una década después, la nueva mesa política de EH Bildu está copada por militantes de Sortu, el partido dentro de la coalición que representa la tradición política de la izquierda abertzale. En todo caso, desde la coalición subrayan el peso que tienen cargos públicos procedentes de Alternatiba (Oskar Matute), Aralar (Jon Iñarritu o Rebeka Ubera), el papel de los independientes (la última candidata a lehendakari, Maddalen Iriarte) o la relevancia creciente de los bilkides (militantes de EH Bildu que no militan en ninguno de los partidos de la coalición).
La nueva mesa política ha reafirmado este fin de semana la "línea marcada por EH Bildu en los últimos meses y años". La ponencia aprobada apuesta por mantener el apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez, pero plantea reforzar la confrontación con “el modelo agotado y gris que representa el PNV”, en palabras de Arnaldo Otegi.
La coalición abertzale tendrá un horizonte de dos años para labrar esa alternativa. A partir de la primavera de 2023, sin embargo, se sucederán las citas con las urnas: elecciones municipales, forales y al Parlamento de Navarra, ese mismo año; y elecciones al Parlamento Vasco, en 2024.
EH Bildu tiene un horizonte de dos años para trabajar su alternativa a la coalición PNV-PSE
El primer escollo que deberá superar en ese horizonte sin elecciones pasa por consolidarse como una alternativa creíble a ojos de la ciudadanía vasca y responder a las inquietudes de una sociedad postcovid que funcionará en unos términos políticos diferentes a los actuales.
La partida se juega en varios frentes. En el Parlamento de Navarra y el Congreso de los Diputados, EH Bildu tratará de mostrar un perfil pactista y posibilista, ofreciendo apoyos concretos y haciendo gala de pequeñas conquistas.
De manera paralela, EH Bildu se esforzará por exhibir un modelo alternativo al del PNV en las instituciones en las que gobierna. La coalición abertzale perdió en 2015 el Ayuntamiento de Donostia/San Sebastián y la Diputación Foral de Gipuzkoa, y en 2019, se despidió de la Alcaldía de Pamplona; sin embargo, mantiene más de un centenar de ayuntamientos en la Comunidad Autónoma de Euskadi y la Comunidad Foral de Navarra. En muchos casos se trata de municipios relevantes como Durango, Galdakao o Errenteria.
Es allí donde tratará de confrontar su modelo con el del PNV. De hecho, en los últimos meses se ha visto a alcaldes de localidades como Durango o Azpeitia confrontando, directamente, con consejeros del Gobierno Vasco por cuestiones de carácter municipal sobre las que subyacen diferencias de fondo.
Esa confrontación PNV-EH Bildu es también la que se exhibirá en el Parlamento Vasco, tal y como se vio en el tenso pleno del pasado jueves. Entonces se debió a la posible reprobación de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, y, en general, al debate sobre la gestión de la pandemia. En todo caso, se ha convertido en algo habitual, especialmente desde que hace algo más de un año se produjese el derrumbe del vertedero de Zaldibar.
EH Bildu es consciente de que el éxito de su estrategia depende de que sean capaces de resquebrajar lo que denominan “el mito de la buena gestión del PNV”. El rumbo de la coalición abertzale para los próximos años pasa por martillear un modelo que, desde su perspectiva, ha mostrado algunas fallas y, en paralelo, trasladar que están preparados para gobernar, de ahí una de las palabras clave de su última campaña electoral: “prest” (preparados).
Podemos comparte la estrategia de EH Bildu de plantear un frente alternativo al PNV, pero la coalición abertzale necesita también al PSE
En las últimas elecciones al Parlamento Vasco la distancia entre el PNV y EH Bildu fue de 10 escaños y 100.000 votos. Es evidente que EH Bildu necesitará aliados para construir esa alternativa. Y es ahí donde tratará de atraer al PSE para construir un frente en el que también estará Podemos.
El partido morado siempre se ha mostrado partidario de acometer ese viaje, de manera que el reto pasa por atraer a los socialistas vascos. Es probablemente el punto más endeble de la hoja de ruta de la coalición abertzale. Y necesita de una condición previa: el PSE debería concluir previamente que la apuesta por gobernar en coalición con el PNV no le resulta rentable desde un punto de vista electoral. A partir de ahí, los socialistas vascos deberían superar no pocas reticencias y afrontar un cambio de rumbo arriesgado e inédito.
El mandato de la nueva mesa política encabezada por Otegi también deberá afrontar una renovación de las cabezas visibles de EH Bildu y una revisión crítica de la violencia de ETA, una asignatura pendiente para esa parte de la coalición vinculada a Sortu.
Estos cometidos, no obstante, irán vinculados a la prioridad que marca el rumbo de la coalición. “No es cierto que la unidad de la izquierda no sea posible. Hay que trabajarla, buscarla y tener voluntad. Euskal Herria Bildu ha demostrado que es posible la unidad de la izquierda. Es posible conformar un espacio transformador y liberador para la reconciliación”, indicó este domingo Arnaldo Otegi.
Será probablemente la última misión del líder abertzale al frente de la coalición abertzale, que ha contribuido a configurar desde que la antigua Batasuna optase por un cambio sustancial de estrategia y se distanciase, definitivamente, de la violencia de ETA.