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Menos temporeros en las calles de Lleida en una campaña de la fruta más escasa

Marcada por la covid

La capital del Segrià abre el pabellón de la Fira para acoger a las personas que llegan a la ciudad para trabajar

Bah Fall, en el Centre Històric de Lleida, con unos amigos.

Rosa Matas

Ensalada, carne con verduras y un plátano. Es la cena servida el martes en el pabellón 3 de Fira de Lleida, que acoge hasta el 31 de agosto a las personas que llegan a la ciudad durante la campaña de la fruta. Lo cuenta un joven senegalés, que prefiere no dar su nombre y que llegó a Lleida desde Sevilla hace dos semanas y se ha alojado desde entonces en la parroquia de Sant Ignasi. Es el primer año que elige Lleida para buscar empleo, quiere hacerlo preferentemente en la construcción, un sector que conoció en Mallorca, pero prefiere no trabajar en el campo.

También es el primer año en Lleida de un compatriota suyo, Bah Fall. “Llegué ayer en tren, mi último trabajo ha sido la recogida de fresa en Lepe”, afirmaba este miércoles mostrando su permiso de residencia, fechado en Jaén. Lo explica en el Centre Històric, junto a otros senegaleses afincados en la capital del Segrià que también buscan trabajo.

26 personas la primera noche 

El Ayuntamiento asegura que la primera noche durmieron en el pabellón 26 personas y cinco más “únicamente han querido hacer uso del servicio de ducha”. Fuentes municipales añaden que “todas las personas que han acudido al dispositivo han podido ser atendidas”.

El primer día, en los Camps Elisis, donde está el pabellón, compartían banco dos rumanos, Florin, empadronado en Lleida y buscador de empleo en la fruta-acaba de hacer un curso con Unió de Pagesos- y su amigo llegado desde Castellón. Mientras su amigo ha podido quedarse en el alojamiento de emergencia, Florin no.

Florian Mitran muestra un certificado de un curso con Unió de Pagesos.

Rosa Matas

“Me han dicho que como estoy empadronado en Lleida no puedo, es para la gente que venga de otro pueblo, es la ley. En diciembre se me acabó el contrato, luego me rompí una mano. Trabajando un mes y sin trabajar tres, no puedo tener una casa”, relata.

Cada año llegan a Lleida centenares de temporeros que hacen campañas agrarias en toda España, la mayoría inmigrantes y muchos sin permiso de trabajo.

Me han dicho que como estoy empadronado en Lleida no puedo, es para la gente que venga de otro pueblo, es la ley"

Florian MitranTemporero

El año pasado la pandemia desbordó la ciudad, llegaron, a pesar de las restricciones a la movilidad manteros y personas que nunca habían trabajado en el campo y muchos fueron alojados en un hotel que pagó el futbolista del Mónaco Keita Baldé.

Ahmat Fat, senegalés como él, fue uno de ellos. Este martes, en el Centre Històric de Lleida contaba que es su cuarta campaña en Catalunya y que ya lleva “durmiendo en la calle tres meses”.

Ensalada, carne con verduras y un plátano, la primera cena servida en el pabellón de la Fira

En ese barrio, en el que otros años dormían centenares de personas al raso, este año los vecinos han visto pocas. Los daños de las heladas primaverales han bajado la producción de fruta de hueso un 11% respecto a 2020 y la cifra es un 34% inferior a la media de los últimos cinco años. El sector agrario ha lanzado el mensaje de que no hace falta mucha mano de obra y hasta ahora, el boca oreja ha funcionado.

“No hay tanta presión en las calles como en otros años, están llegando menos, el mensaje ha llegado”, explica el presidente de Asaja-Lleida, Pere Roqué. En la misma línea se pronuncia el alcalde de la Granja d’Escarp, Manel Solè.

No hay tanta presión en las calles como en otros años, están llegando menos, el mensaje ha llegado”

Pere RoquéPresidente de Asaja-Lleida

El pabellón, con 122 plazas, estará abierto de las seis de la tarde a las ocho de la mañana y quienes llegan pueden quedarse siete días con posibilidad de una prórroga de tres más.

Durante la apertura de las instalaciones, la concejal Mariama Sall explicó que el Ayuntamiento ha intentado mejorar el confort de las personas temporeras: “Hemos hecho el cambio de las típicas hamacas de emergencia a una cama, mucho más cómoda, también hemos ampliado servicios, como el servicio de higiene, con lavadoras a renting, son los propios temporeros los que pueden lavarse de forma autónoma la ropa”. Apuntó también que se ha mejorado la gastronomía: “El año pasado era mayoritariamente mediterránea y este año hemos intentado adaptarlo al gusto de las personas que acogemos que son mayoritariamente magrebíes y de la comunidad senegalesa”.

Hemos hecho el cambio de las típicas hamacas de emergencia a una cama, mucho más cómoda"

Mariama SallConcejala de personas, comunidad y agenda 2030

Desde la oposición, la portavoz de Ciudadanos, Àngeles Ribes, afirma que el pabellón “es un dispositivo continuista que llega tarde habida cuenta que entidades como Arrels o Cáritas llevan más de un mes atendiendo personas que llegan para esta campaña”. “Otro parche más que no va a solucionar el problema”, concluye.

El portavoz del PP, Xavier Palau, considera importante evitar las imágenes de años anteriores de gente durmiendo por la calle y la implicación de todas las administraciones para atender a todas las personas. Cree que con el pabellón el Ayuntamiento “lo que hace es una limpieza de cara para improvisar una solución que no es más que alargar la misma improvisación de años anteriores”.

Pabellón de Fira de Lleida preparado para acoger a personas temporeras.

Rosa Matas

A la concejal socialista, Carme Valls, le llama la atención las imágenes del pabellón: “¿Dónde está el espacio para las mujeres?". 

Valls ha recordado que en 2019, el alcalde, Miquel Pueyo, anunció que en 2020 habría un albergue estable para temporeros en un acto con el presidente del Govern, Pere Aragonès (entonces vicepresidente), la consellera Teresa Jordà y el que era conseller de Treball Chakir El Homran. Dos años después el pabellón es el lugar de acogida.

La socialista es muy crítica con el albergue de temporeros que promueve el Ayuntamiento y paga la Generalitat en el barrio de Pardinyes argumentando que con los cuatro millones de euros que costará las empresas podrían hacer 800 plazas de alojamiento. Sostiene que hay que afrontar que no todas las personas son temporeras porque una gran mayoría no tiene permiso de trabajo y por lo tanto no pueden trabajar en el campo.

La noche de miércoles durmieron en el pabellón 39 personas y otras nueve pasaron a ducharse. La coordinadora de la campaña, Montse Pubill, explica que todos están contentos con el servicio. “De momento solo han llegado hombres, si llegan mujeres las derivaremos a otros servicios para garantizar su intimidad, avanza la técnica del Ayuntamiento.

La mayoría tienen permiso de trabajo y de residencia, pero no todos y por lo que han contado, casi todos los que han encontrado trabajo recogen fruta en fincas de pueblos cercanos a Lleida.