Han tenido que morir medio centenar largo de personas en una residencia de Tremp para que la consellera de Salut, Alba Vergés, viaje a esa población. Es el comentario más escuchado en las últimas horas en la capital del Pallars Jussà, que ha perdido en menos de tres semanas el 1% de su población en el letal brote registrado en ese asilo, propiedad de la Fundació Fiella. Una factura difícil de asumir y que exige revisión para saber por qué esa cuenta está saliendo tan cara en vidas humanas.
Alba Vergés se desplazó ayer hasta ese geriátrico de la capital del Pallars Jussà, casi un mes después de que se detectara (el 19 de noviembre) el primer positivo de la Covid-19. Fue una trabajadora del centro. Los protocolos fallaron y el virus se propagó como una mancha de aceite por todo el geriátrico. La práctica totalidad de usuarios han acabado infectados y hoy el número de fallecidos en ese asilo en un tiempo récord rondaría la sesentena (alrededor del 40% de los residentes), si el recuento se hace con datos del registro civil de Tremp. La visita de Vergés, conocidas estas cifras, llega “demasiado tarde” para la mayoría de familiares de las víctimas.
Salut estudiará por qué la epidemia en la segunda ola está siendo tan letal en esa residencia
Los estragos causados por el coronavirus en esa residencia de Tremp –es el brote más letal en Catalunya en un asilo en esta segunda ola– son consecuencia “de un foco muy complejo”, reveló ayer la titular de Salut. Y al ser preguntada en repetidas ocasiones sobre una supuesta relajación del Departament que dirige a la hora de hacerse con la gestión de la residencia, la máxima responsable de Salut aseguró que “actuamos al día siguiente de tener conocimiento del primer positivo”. Pero lo cierto es que hasta el día 28 de noviembre no se apartó a la dirección del centro para que una gestora tomara las riendas de ese geriátrico.
Vergés insistió en que esos días transcurridos entre que salta la primera alarma y se interviene una residencia “no es un hecho excepcional”. Es normal que primero “se valore la situación” y “se decida actuar cuando queda claro que la dirección de ese centro ya no puede hacerse cargo de la situación”. Y es lo que ha pasado en Tremp, repitió una y otra vez Alba Vergés.
La nueva gestora tomó las riendas de ese asilo cuando habían muerto ya más de media docena de usuarios y constataran, con las pruebas realizadas, que el número de infectados no paraba de aumentar. Aunque parece que era ya demasiado tarde para reconducir la situación y el goteo de muertos no ha parado de aumentar desde entonces, a pesar del desembarco de Salut. Vergés matizó que no debería de extrañar que en este tipo de brotes en residencias mueran cerca del 40% de usuarios, cuando se cuela el virus. “Lo vimos la pasada primavera” , recordó. Pero el drama del Pallars es inédito en esta segunda ola, con los centros mucho más preparados, con más plazas libres en hospitales, con protocolos específicos para actuar ante un positivo y, en el caso de Tremp, con equipos de oxígeno en el mismo centro para atender a los enfermos. Así que Vergés apuntó que van a analizar por qué el brote de Tremp –cuando las residencias tienen hoy más armas para combatir el virus– ha sido tan letal.
La titular de Salut se refirió también a otro brote en esa comarca, que afecta a más de 20 alumnos de la academia militar de Talarn. “Están aislados en esas instalaciones”, dijo. Y ese Departament sigue también con atención otro dos focos; uno con 15 infectados, en el hospital Santa Maria de Lleida, y otro, con 17 positivos, en el Centre Ponent.