En junio de 2018, unos obreros encontraron un gato negro moribundo, quemado y colgado en el antiguo hospital de Galeras, junto a lo que parecían restos de un ritual satánico. Lo llevaron al Refuxio de Bando, donde le dieron el nombre de Fénix y con la ayuda de cuidados intensivos, el felino se recuperó de sus heridas y miedos.
Según ha publicado La Voz de Galicia, ahora vive feliz en casa de Ángela Gómez Losada, junto a Algodón (rebautizado como Shiro) y Lima. Ángela recuerda que, cuando adoptaron a Fénix, los voluntarios del Refuxio fueron muy cautelosos, temiendo que ellos pudieran haber provocado el daño al gato.
La familia de Ángela ya había adoptado otros animales heridos o enfermos. Tanto ella como su marido, David López Blanco, siempre se decidieron por gatos con menos probabilidades de ser adoptados, como los de pelaje negro o los de ojos azules, que a menudo enfrentan problemas genéticos como la sordera. Con el tiempo, Ángela continuó su colaboración con el Refuxio, incluso después del fallecimiento de su marido, y ahora planea hacerlo nuevamente, esta vez con su hija Alma, de 16 meses.
Ángela recomienda a todos adoptar de forma responsable y recuerda que la adopción de animales menos demandados, como los gatos negros o los con discapacidades, puede ser muy gratificante. También destaca la importancia de apoyar a los refugios con donaciones o voluntariado, si no se puede adoptar.
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En 2024, el Refuxio de Bando contabilizó 474 adopciones, pero también recibió 832 animales, muchos de ellos abandonados. Pese a las altas cifras de entradas, las adopciones continúan siendo una opción positiva, especialmente cuando los animales tienen microchip y se pueden reunir con sus dueños. Sin embargo, también se registraron muertes y eutanasias, lo que refleja la dura realidad que enfrentan muchos animales en los refugios.