Fue en la época medieval cuando se tuvo el acierto de escoger la campana como medio informativo. Fueron subidas en lo alto de la torre de la iglesia, para que su picar y repicar alcanzara a ser percibido lo más lejos posible.
El preeminente historiador Antoni de Capmany, pionero en aportar datos sobre el pasado de Catalunya incluso lejano, rebatió que Sevilla fuera la primera ciudad de España que había instalado un reloj de torre, pues Barcelona con su Honorata de 1393 se le había anticipado tres años.
En 1773 fue condenada la ‘Honorata’ a ser troceada por el verdugo y arrastrada luego por las calles
Así pues, el sonido y las muy diferentes características acordadas lanzaban al aire noticias diarias. Como era de esperar, al principio emitían las variadas informaciones religiosas de cada jornada. Y aquel mensaje proclamado a los cuatro vientos contribuía por extensión a ordenar la vida ciudadana y también la campesina. La famosa pintura de Millet El Ángelus confirma que en tiempos modernos aún cumplía su misión.
Tal como era de esperar, y comprobada la eficacia del sistema, pronto las campanas pasaron a emitir información que afectaba a la vida civil. Así, menudeaban los toques peculiares que anunciaban entierros, bautizos, fiestas señaladas e incluso temas más puntuales y prosaicos, aunque necesarios, como el cierre de los portales de las murallas. Aunque el más transcendente pasó a ser el que convocaba a los enrolados en el somatén, aunque por extensión afectaba al pueblo, tanto si se trataba de un incendio como, sobre todo, para sumarse a la defensa frente al enemigo.
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Las campanas de la catedral se concentran en estas torres
Que una campana tocara a somatén podía acarrear consecuencias graves y al principio insospechadas, pero que acabaron obviamente siendo bien conocidas y temidas por los vencidos.
Precisamente, aquella mencionada Honorata de 1393 fue condenada por el vencedor Felipe V a desaparecer tras la derrota de 1714: ordenó que fuera troceada por el verdugo y fundida para obtener cañones.
En 1773, y con ocasión de la Revolta de les Quintes, también corrió la Honorata III la misma suerte de ser troceada a manos del verdugo, para ser arrastrados los pedazos como escarnio por las calles de Barcelona. Pero no era todo: la ciudad fue condenada a no tener campana grande en la torre del reloj para que así jamás pudiera volver a ser convocada ninguna bullanga.
CUADERNO BARCELONÉS
Ver la capilla gitana
Por fin se ha principiado a rescatar el mural que el preso Helios Gómez creó en la Modelo. El pintor, cartelista y poeta, pero antes que nada aguerrido combatiente anarcosindicalista, durante su tercer encierro en la siniestra cárcel accedió a la petición del capellán para que ornamentara en 1950 la celda antesala de los condenados a muerte. La dedicó a la Virgen de la Mercè, la de los cautivos, y la rodeó de unos ángeles inspirados en la reciente canción de Machín. El mural resistió la dictadura franquista, resistió los vaivenes de la transición, pero sucumbió bajo la democracia; y es que mandaron ocultarlo bajo una mano espesa de pintura blanca por “razones de higiene”. El portavoz de la consellera de Justícia, Núria de Gispert, militante de Unió, no aclaró el significado de semejante aberración. Ni el manifiesto de los intelectuales ni la serie de artículos reivindicativos, Arte entre rejas no es Modelo titulé el mío ya en el 2001, surtieron efecto. A lo que importa: ha comenzado ya la recuperación. Será día grande cuando podamos admirar la renacida Capilla Gitana.