Pom d’Or mereció una denominación llamativa
El álbum
He aquí un nombre que captó todo el protagonismo, en vez de su calle: pasaba inadvertida con razón, como se echará de ver.
Lo cierto era que se trataba de una calle vulgar y que ofrecía las características suficientes para no ganar atención alguna. Era corta: encajada entre la plaza Traginers y la calle Abaixadors. Tenía poco más de un metro de anchura y respondía a la descripción popular: si eixamples els braços, ensopegues amb les parets. Y encima no albergaba nada que llamara la atención.
Los especialistas en los nombres del callejero coinciden en la razón del origen
Había recibido con anterioridad otros nombres, como Pont d’Or, Arnau Jonqueres o Vermell dels Abaixadors. Y también Forns, aunque permite sospechar que no se trataba del nombre oficial, sino del popular y por razón obvia: se había abierto no solo una de estas tiendas, sino dos y encima una frente a la otra en competencia franca. El asombro causado estimuló el ingenio del vulgo.
La fotografía era de lo más descriptiva. Fue captada con ocasión del concurso convocado por el Ayuntamiento para documentar visualmente la destrucción inminente que se iba a desencadenar para tender a continuación el gran espacio viario de lo que será la Via Laietana. Se presentaron bastantes participantes.
Una calle de lo más angosta y vulgar
Los autores que han publicado sus investigaciones sobre el origen de los nombres del callejero coinciden en el motivo que propició el mantenido hasta hoy mismo. Víctor Balaguer, el primer cronista oficial de la ciudad, evoca un rico comerciante que puso en la baranda de la escalera un pomo muy grande de metal reluciente que brillaba como el oro.
Joan Amades da por bueno el motivo, y apunta a continuación que captó la atención al no ser el estilo de la época aquel adorno ostentoso. Y también abundan en la misma línea iniciada por Balaguer otros especialistas como Ricard Suñé, Lluís Almerich, Josep M. Vilarrúbia o Jesús Portabella. En cambio, Salvador Sanpere i Miquel aporta la posible corrupción verbal de la denominación inicial Pont d’Or.
Allí vivía el enfardador de mercancías Jacint Carbonell, apodado el Cintet de les Robes , quien junto con Oleguer Burés del Carril se sumaron a la iniciativa del famoso Josep Anselm Clavé para formar un trío cantante de cafés y tabernas. En el número 7 residió de niño el futuro pintor y notable dibujante Xavier Nogués.
CUADERNO BARCELONÉS
Pia Batlló: El libro
La normativa obliga a restaurar los edificios. El amor por la ciudad induce a ir más allá: editar un libro no venal que restaure la memoria y que será preservado para siempre en las bibliotecas. Acaba de ser publicado el excelente libro coral La Casa Pia Batlló con motivo de su necesaria restauración. Tal como se echa de ver, el relevante chaflán de rambla Catalunya, 17, Corts Catalanes es un enclave estratégico y con bondades que el arquitecto Vilaseca valoró ante la propietaria, perteneciente a la preeminente familia textil. Una vez trazados los afinados perfiles de los protagonistas, es cuando cobra relevancia el edificio. Y en este terreno destaca el formidable trabajo que en 1896 crearon los tan profesionales obradores para enriquecerlo con toda suerte de artes aplicadas. El estado presente de estas obras delicadas dejaba que desear y entonces se destaca a los artesanos actuales, con un detalle bien merecido y esclarecedor de cada técnica. Un libro ejemplar que debiera ser imitado: contribuye de forma decisiva y necesaria a conocer mejor y desde otro ángulo la ciudad.