Turbulencias políticas en el sur

Más allá del Ebro

Turbulencias políticas en el sur
Josep Garriga
wires-import

En los 80 y 90 un alcalde ebrense hizo fortuna, no solo por su singular nombre de pila y los elogios que le brindaba Jordi Pujol sino porque personificó como ningún otro la trayectoria de muchos de sus homólogos de las Terres de l’Ebre. Primitivo Forastero fue alcalde de Camarles desde la segregación del municipio (1979) de Tortosa hasta 2001. Combatiente en la División Azul y simpatizante de la Falange –llegó a ser candidato al Senado–, encontró posterior cobijo en CiU hasta su dimisión, 22 años después, acorralado por un caso de corrupción.

Horizontal

El Ebro a su paso por Tortosa 

Xavi Jurio / Colaboradores

Fueron Convergència y Partido Popular a donde migraron alcaldes y concejales franquistas, secretarios del Movimiento, resabiados del antiguo régimen y otros caciques locales. En las elecciones municipales coparon alcaldías, consejos comarcales y la Diputación de Tarragona. Allí donde CiU no llegaba, la muleta del PP constituía una baza segura. En los noventa, las Terres de l’Ebre representaron una escuela para futuros cargos, pero también un excelso granero de votos. De aquí salieron acreditadas figuras nacionalistas como Joan Maria Roig, Marià Curto, Joan Sabanza o Ferran Bel –curtidos primero en sus respectivos ayuntamientos–, y por los populares, Juan Manuel Fabra o Josep Curto. La particular racha del centroderecha se truncó en 2001 por su apoyo al frustrado Plan Hidrológico Nacional –un proyecto que por esta zona es mentar la bicha– y que preveía el trasvase del Ebro hacia Levante y Andalucía. Por entonces, el PP había pronosticado y asumido su futuro declive, pero CiU, ajeno al sentimiento territorial, intentó navegar entre dos aguas, y sus vaivenes e indecisiones le acarrearon su práctica desaparición de los tentáculos del poder en el Ebro. Los populares continúan sumergidos en una fosa abisal y los herederos de CDC andan todavía a trancas y barrancas.

El PSC ha tardado cuatro meses en completar la estructura gubernamental en esta veguería

Esquerra supo sacar tajada del desaguisado y, en menor medida, el PSC. Por aquello del eje izquierda, republicanos y socialistas se congraciaron, se ayudaron y se alternaron. Los primeros para importunar a CiU, los segundos para tocar músculo en un territorio que siempre les ha sido hostil. Un romance que ha pervivido tras las municipales de 2023 y que les ha permitido –gracias a un error de bulto y a una estrambótica negociación de Junts– repartirse las instituciones sin mayoría absoluta. Ahora, todos los partidos intentan afianzar su anclaje en el Ebro. Sin embargo, Junts carece de liderazgo y estrategia, en parte por su escasa representación y porque la práctica totalidad de alcaldes se refugiaron en el PDeCat. En ERC cada uno campa a sus anchas en un coto de caza sin veda temporal. Y el PSC devanándose los sesos para rentabilizar la presidencia de la Generalitat y, con ello, ampliar su base de militantes. Son tan exiguos que han tardado cuatro meses en completar la estructura gubernamental en esta veguería del sur.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...