Luis Noguera es abogado fiscalista en KPMG, asesora a multinacionales que invierten en España y a grupos españoles en expansión.
¿Qué podemos aprender sobre la cultura empresarial de Londres?
Desde mi experiencia en Londres, hay dos aspectos que me sorprendieron de sus virtudes como ciudad: el rápido acceso a la financiación para iniciativas empresariales y su cultura laboral focalizada en la eficiencia. En el ámbito financiero, Londres alberga algunos de los mayores fondos soberanos, venture capitals e instituciones financieras, que ofrecen una amplia gama de innovadores productos de financiación. Este capital nutre desde proyectos de inversión alternativa hasta el apoyo a startups en sus fases más iniciales. Su capacidad de captar recursos no es casual, sino fruto de décadas de políticas públicas y esfuerzos privados que han consolidado un ecosistema atractivo para el capital global.
Por otro lado, la cultura empresarial londinense se distingue por un enfoque meticuloso hacia la eficiencia. Las reuniones están diseñadas para ser breves, productivas y orientadas a objetivos claros, limitándose a los participantes que realmente aporten valor. El networking es constante, impulsado por eventos estratégicos que facilitan conexiones clave. Londres actúa como un referente en competitividad, sirviendo de modelo para otras ciudades que buscan fortalecer su ecosistema empresarial.
¿Cómo se podría trasladar y aplicar esa experiencia a Barcelona?
Barcelona tiene una base sólida para inspirarse en las virtudes de Londres, pero requiere de medidas concretas para maximizar su potencial. En términos de financiación, es clave fomentar la llegada de fondos internacionales. Podrían potenciarse investment hubs especializados en atraer capital extranjero, que actúen como único punto de contacto, reduciendo burocracia y ofreciendo incentivos fiscales. También sería indispensable lanzar programas de conversión público-privada que apoyen sectores estratégicos para Barcelona, como la biotecnología, la IA o la movilidad sostenible.
En cuanto a productividad, Barcelona podría promover una cultura empresarial más eficiente. Hay que alinear los esfuerzos individuales con los del negocio a través de objetivos medibles. Promover un networking estratégico, ampliar la oferta de eventos sectoriales y crear plataformas digitales que conecten a emprendedores, inversores y empresas locales con objetivos comunes. Barcelona avanza en la dirección correcta, pero debe seguir evolucionando para reforzar su posicionamiento global, atraer talento y capital a largo plazo, aprovechando su ubicación estratégica, calidad de vida y ecosistema emprendedor.