Los manteros más persistentes de Barcelona están burlando el plan Endreça a la puertas de la temporada navideña. La última estrategia de estos vendedores ambulantes sin permiso consiste en situarse en lugares donde cualquier actuación policial puede comportar un problema de seguridad para la ciudadanía. Este fin de semana se dejaron ver sobre todo en los andenes y pasillos de la estación del metro de la plaza Catalunya y también en el puente de madera de la Rambla de Mar, el que conduce al centro comercial del Maremagnum. Son lugares donde cualquier carrera puede resultar muy peligrosa.
Y de esta manera mientras los vigilantes de seguridad del suburbano conminan a los vendedores ambulantes que desplegaron su mantas en uno de los andenes a recoger sus artículos, otros los despliegan por los pasillos y escaleras que conducen al otro lado de la estación. A pesar de que el otoño tradicionalmente constituye la temporada baja del top manta barcelonés, estas escenas no son excepcionales estos días. En realidad cualquier ojo atento puede comprobar que cada vez son más habituales. El pulso entre unos y otros es continuo. Este verano los manteros ya trataron de regresar al vestíbulo de la estación de Renfe de la plaza Catalunya.
Fuentes policiales detallan que se mueven continuamente, muy organizados y jerarquizados
Fuentes de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) únicamente señalan que ante estas actividades el principal cometido de sus vigilantes es dar cuenta a la Guardia Urbana y velar por la seguridad de los pasajeros. “Los vigilantes de seguridad no intervienen”. Y desde el Ayuntamiento subrayan que el top manta es en la actualidad un fenómeno del todo residual en Barcelona, que hoy día la presencia de vendedores ambulantes sin permiso poco tiene que ver con la registrada unos cuantos años atrás, cuando el paseo Joan de Borbó se convirtió en una suerte de inmenso zoco a cielo abierto con más de un millar de mantas desplegadas cada día.
Últimamente estos residuales manteros también se están dejando ver de tanto en tanto en la Rambla, delante de la Casa Batlló, los alrededores del Museo de Història de Catalunya... Esta situación se viene acentuando sobre todo tras la celebración de la Copa del América. Los vehículos policiales que en los últimos meses se dejaban ver de manera cotidiana en varios de estos puntos y los disuadían tienen en estos momentos otras ocupaciones. Fuentes policiales aseguran que son los manteros más persistentes de la ciudad, aquellos que se resisten a dejar esta actividad, y aunque no son tantos como años atrás están muy organizados, coordinados y jerarquizados.
Estos vendedores ambulantes se mueven continuamente, en función de la presión policial. Algunos pasaron de llevar sus artículos en mantas con cuerdas a hacerlo en maletas con ruedas. De ahí que las mayores concentraciones de estos días se den en el puente del Maremagnum entre las nueve y media y las diez y media de la noche, coincidiendo con los cambios de turno de la Policia Portuària. También se acercan otros vendedores ambulantes, como los de souvenirs a un euro o de juguetes de madera, que de así se sienten más seguros. Entre unos y otros, bien desperdigados, a un lado y otro del puente el sábado por la noche rondaban los 25. Mandos de la Policia Portuària destacan que las actuaciones se llevan a cabo con suma cautela. Nadie quiere que nadie acabe de nuevo en el mar.