El metro de Barcelona está en cifras récord de viajeros, y en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) preocupa que se alcance también un récord de robos en sus instalaciones. El año pasado, los hurtos se dispararon un 47%, con alrededor de un millar denunciados cada mes. La cifra se ha estancado y se ha mantenido en los mismos números durante el primer semestre, en consonancia con el resto de los indicadores de criminalidad que se registran en la superficie.
Por eso, el nuevo contrato de seguridad privada del metro prevé una dotación de 50 agentes de seguridad más que ahora. Se llegará así a los 800 trabajadores para vigilar las estaciones, así como las cocheras y los talleres en los que intentan hacer de las suyas los grafiteros cuando cae la noche. El refuerzo de agentes de seguridad privada servirá también para acompañar a los interventores en los controles antifraude que últimamente van al alza en los pasillos del metro.
Securitas y Prosegur son las dos empresas que se han hecho con el contrato por el que TMB pagará 168 millones de euros en los próximos cuatro años, 30 más que en el anterior, en manos de las mismas compañías. El incremento de la inversión se atribuye a los 50 nuevos agentes –un 5% más de horas de servicio– y a la actualización del convenio colectivo del sector. En total, la operadora pública se gastará 42 millones anuales en seguridad privada.
Al margen del personal uniformado, la vigilancia cada día más se realiza a distancia, desde el centro de control de metro y el centro de seguridad y protección civil, ubicado en las instalaciones de TMB del barrio de la Sagrera. Desde estas oficinas se observa el inabarcable flujo de imágenes que ofrecen en tiempo real las cámaras repartidas por las 165 estaciones de la red de metro y en el interior de los convoyes.
Cerca de 10.000 cámaras captan imágenes en tiempo real de todas las estaciones y vagones
Gente comprando billetes, viajeros cansados mirando su teléfono móvil... y ladrones al acecho de turistas despistados en las estaciones más concurridas. Todo se ve a través de esas cámaras revisadas por personal de seguridad privada y trabajadores de TMB, que priorizan las imágenes que llegan cuando un usuario aprieta el botón SOS o el de información en un tren o estación. Lo que se denuncia a posteriori puede ser recuperado a petición de los Mossos d’Esquadra para identificar a los autores de un robo o de otro delito. En el centro de seguridad hay destinados agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos, para movilizar a los suyos con celeridad si la situación lo requiere.
Se cuentan cerca de 10.000 cámaras en el conjunto de la red de metro, de las cuales 6.400 corresponden a las estaciones y 3.400 al interior de los trenes. Entre unas y otras, resulta “un sistema que evita la impunidad porque cualquier acto incívico o delictivo queda registrado y se puede identificar al autor”, ha destacado la presidenta de TMB, Laia Bonet, en una visita a las instalaciones. La modernización de los autobuses también está permitiendo que la utilización de cámaras se haya extendido progresivamente a toda la flota de vehículos de TMB en superficie igual que se hizo anteriormente bajo tierra.